Este es el penúltimo editorial que escribo para ser publicado antes del próximo 2 de junio. Es hora de hacer este balance.
Mucho se ha escrito (yo mismo lo he hecho) sobre los infundios que diariamente, durante cinco años, ha contado el presidente en Las Mañaneras; sobre las mentiras de Claudia vertidas en los debates (ayer mismo, la pobre describió un país que no existe, salvo en su imaginación afiebrada y triste); sobre la supuesta diferencia de votos entre Claudia y Xóchitl; sobre el desastre de país que nos deja MORENA en por lo menos cinco rubros: finanzas públicas, economía, salud, educación y seguridad; en fin, los análisis de propios y extraños menudean y se ocupan de multitud de tópicos. Hay uno, en particular, del que me quiero ocupar hoy porque me parece fundamental. Mucho se ha cuestionado el aspecto de Xóchitl Gálvez, que no tiene “imagen presidencial”, que su modo de vestir, que el frenillo que le impide pronunciar con claridad algunos fonemas, etc.; y en contraste, algunos sí le hallan “talla presidencial” a Claudia.
Como dijo Jack “El Destripador”, vayamos por partes.
Los argumentos anteriores nos dan para tres análisis: el 1.º, el supuesto aspecto de Xóchitl; el 2.º, ¿qué atributos debe tener un candidato presidencial?; y 3.º, quién es, qué es Claudia, en su integralidad.
El aspecto vale madres. Para nuestro mal, Peña Nieto era guapo de toda guapura; yo me di cuenta que ese granuja iba a ser presidente (yo vivía en el otrora DF) en una de sus giras a la capital como gobernador de Edomex. Ese mediodía, unas señoras que portaban camisetas, cachuchas y banderas amarillas (eran perredistas), empezaron a gritarle: “Peña Nieto, bombón, te quiero para mi colchón”; ahí nomás, y sin más trámite, pensé: “a esto ya se lo llevó el carajo” y sí. Pues con todo su primoroso aspecto, Peña fue uno de los peores presidentes de la historia patria: venal, incompetente, frívolo, corrupto, ninguno de esos defectos le impidió desgobernar este dolorido país. El propio AMLO también es prueba fehaciente de eso mismo: de facha lamentable, apenas ahora aparece peinado y vestido para la ocasión, de hombros caídos, paso arrastrado y pronunciación vergonzosa (y ésa sí no por un problemilla genético, sino por pura incultura y vulgaridad), es una vergüenza en simpleza e ignorancia; ninguna de esas taras o defectos de porte o carácter, le impidió alcanzar la más alta magistratura después de 18 años de perseguirla como un loco.
Consecuentes con lo anterior, la apariencia es lo de menos, ¿qué atributos debe tener un candidato presidencial? Estos deberían ser, definitivamente, de temple y carácter, de vocación e inteligencia, de preparación y experiencia. Hagamos un contraste rápido entre ambas contendientes:
Es un hecho indudable (está plenamente demostrado) que Xóchitl es de origen indígena, que fue víctima de maltrato en su niñez, que a los ocho años trabajaba vendiendo gelatinas para apoyar a su familia, que muy joven salió de su pueblo natal, que todavía jovencita consiguió un cuarto de azotea en Iztapalapa para estudiar en la UNAM gracias a una beca, que estudió ingeniería en computación, que cuenta con varias especialidades (Inteligencia Artificial, Edificios Inteligentes, Sustentabilidad y Ahorro de Energía), que es emprendedora y dueña de su propia empresa desde 1992 (High Tech Services), que mucho antes de dedicarse a la política ya había recibido múltiples premios y reconocimiento internacionales (Empresaria del Año, premio Zazil, reconocimiento de la revista Business Week, el premio “Sé Líder”, reconocimiento “Al Compromiso por los Demás”, la “Presea Pericles”, el reconocimiento como una de los “100 Líderes Globales del Futuro del Mundo”, etc.), que es una filántropa quien desde hace décadas creó la Fundación Porvenir (para combatir la desnutrición en niños indígenas en Hidalgo, Oaxaca, Chiapas y Veracruz) y que arribó a la política por mérito propio y no por intereses oscuros o viles (https://es.wikipedia.org/wiki/X%C3%B3chitl_G%C3%A1lvez).
Claudia Sheinbaum, por el contrario, ha tenido una vida regalada, dentro de una clase media acomodada (no voy a cuestionar que la señora haya tenido una buena vida, sería una mezquindad), se trata sólo de hacer notar que a la narcocandidata todo le ha sido dado. Académica y científica, sin duda, Claudia se incorpora al servicio público en el año 2000 (el mismo año que Xóchitl), con dos o tres diferencias fundamentales: hasta entonces, Sheinbaum había actuado en política desde una izquierda militante (aliada de porros) que luego se transformaría en la fuerza juvenil del PRD; en segundo lugar, estuvo casada con Carlos Imaz, un delincuente sentenciado por corrupción; y en tercero, su trayectoria política está unida a un solo hombre (que fue quien la hizo candidata): Andrés Manuel López Obrador (https://es.wikipedia.org/wiki/Claudia_Sheinbaum).
Querida lectora, gentil lector, tómese tres minutos de su ajetreada vida, ¡tres minutitos, nada más!, y vea el video adjunto. Esas son las dos candidatas hace más de 30 años. Ahí aparece Xóchitl, trabajando en su fundación, atendiendo niños; una empresaria exitosa, empática, comprometida; una mujer sencilla y trabajadora preocupada y ocupándose de los más necesitados; y la otra, integrante de una dirigencia universitaria de triste memoria, conocida por sus desmanes y desórdenes; una joven política vinculada a la hez intelectual de la UNAM en aquella época, beneficiaria de un régimen de privilegios que luego accedería al poder de la mano de sus cómplices en esos días oscuros; y beneficiaria de una candidatura que le llegó de la mano presidencial; véalo en: https://www.tiktok.com/@chavoalvarezr/video/7361188004989275398?_r=1&_t=8mM9z9qTE3S
Finalmente, si el video anterior no le dice nada, si no le toca el corazón por su certidumbre, si no le dice a las claras quién es quién, observe el desempeño público de Claudia en los tres debates: vea, escuche, constate el cinismo con el que, en su cara, le miente a usted y a millones de mexicanos.[1] Una mujer que engaña, calla, tergiversa u omite enfrentar las preguntas directas que se le formulan podrá parecer todo lo presidente que usted quiera, pero no lo es. No puede serlo una persona que está hecha de falsedades, timos y simulación.
Votar por Claudia es votar por una mujer sin historia propia, unida por décadas a un delincuente, cuya carrera política le pertenece a un solo hombre y, lo peor, sin compromiso, carácter ni integridad. Esa persona no puede ser presidenta de México, no DEBE serlo. Si votar por AMLO fue un yerro, votar por Claudia resulta una atrocidad. No puede decirse esta vez: “no sabía”, “me equivoqué”, “es que yo creía”, entre otras sandeces que dicen los que votaron por el primero en el 2018 (… babosos); tenemos casi seis años padeciendo el gobierno de un loco inútil, no vayamos por otros seis padeciendo los estragos de haber votado por una mentirosa crónica, por una cínica desalmada… por una tonta útil.
¡Nos vemos el 2 de junio! ¡Arriba Xóchitl! ¡Ya ganamos!
Contácteme a través de mi correo electrónico o sígame en los medios que gentilmente me publican, en Facebook o también en mi blog: https://unareflexionpersonal.wordpress.com/
Luis Villegas Montes
[email protected], [email protected]
[1] Artículo de Carla Erika Ureña A. titulado: “Claudia Sheinbaum y las mentiras”, publicado el 30 de abril de 2024, por la revista Letras Libres.