En esa dupla se sintetiza todo el régimen jurídico y político mexicano.
No hay nada que resuma y defina mejor, lo que es el país en este momento.
La primera es una mujer íntegra que se hizo a sí misma y que viene de muy abajo. De origen indígena, estudió ingeniería en computación en la UNAM y se hizo de su propia exitosa empresa. Desde su primera responsabilidad pública (titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas), ha destacado por su liderazgo, recio carácter y singular inteligencia.
En los últimos días, la actual Senadora de la República por el PAN ha acaparado la atención nacional e internacional por la defensa de su buen nombre. El lunes pasado, la política acudió puntual a las seis de la mañana a las puertas de Palacio Nacional para ejercer su derecho de réplica en La Mañanera; ello, merced a un amparo que le concedió un juez federal. La sorpresa (que no lo fue para nadie, en realidad) fue que el presidente Andrés Manuel López Obrador le impidió el acceso. Al día siguiente, orondo, AMLO señaló que su proceder se justifica “porque lo que está haciendo [Xóchitl] es publicidad”. ¿Y el mandato de autoridad? Bien, gracias. Para variar, el presidente se lo pasó por el Arco del Triunfo.
La legisladora panista señaló que la negativa del presidente a recibirla demuestra que “‘se encierra en su palacio porque le tiene miedo a las mujeres […] Yo no provoqué esto, yo no le dije que dijera mentiras sobre mí en la mañanera’”.
La segunda se cambió el nombre. Llamada originalmente “Citlali Ibáñez Camacho”, es conocida en el mundillo de la política como “Yeidckol Polevnsky”. Empresaria exitosa como la primera, existe entre ambas, sin embargo, una serie de diferencias fundamentales.
La primera es el origen de su militancia política. Yeidckol Polevnsky Gurwitz es miembro fundador de MORENA y de 2015 a 2020 fue su Secretaria General; presidente nacional del mismo partido del 12 de diciembre de 2017 al 26 de enero de 2020. Desde el 1 de septiembre de 2021 es diputada federal plurinominal al Congreso de la Unión.
La segunda, la más relevante, la más importante, la más significativa, es que también ésta se ha visto envuelta en una polémica en fechas recientes. Así es, en días pasado, la diputada pidió licencia (misma que le fue concedida a partir del 17 de junio) para unirse a quienes buscan la candidatura presidencial por Morena, o sea, a las llamadas ‘corcholatas’: “Muchos compañeros diputados y militantes así me lo han pedido y creo que es una obligación. Quiero participar en este trabajo para lograr el cargo de coordinador de la Defensa de la Transformación. Yo soy fundadora de Morena, he caminado a lado del presidente, conozco el proyecto. Por esa razón, porque conozco el proyecto es porque estoy decidida a trabajar para salir en estos dos meses”.
Empero, la sorpresa (ésta sí) fue la negativa, en redondo, de la dirigencia de su partido para permitirle contender; su dirigente, Mario Delgado (Batracioman) declaró que: “Fue a invitación del Consejo Nacional quienes podían participar. El domingo hubo un acuerdo muy claro y esa invitación con nombre y apellido o sea los cuatro aspirantes es a invitación del consejo nacional más un lugar para el Verde (PVEM) y el PT”.
Ésa es la diferencia fundamental entre estas dos mujeres. Una, la primera, defiende con uñas y dientes su derecho a ser quien es y el respeto irrestricto a su persona; la segunda, seguramente claudicará y se someterá humillada a las directrices del mandamás.
La sororidad de las morenistas habla por sí misma; así como la senadora Olguita Sánchez guardó fúnebre silencio frente al escándalo de su excolega y actual compinche (Yasmín Esquivel, por el asunto del plagio de su tesis de licenciatura), la corcholata ya destapada, Claudita Sheinbaum, negó el apoyo a su correligionaria y sorolla (que no sorulla): “Polevnsky acusó directamente a Claudia Sheinbaum de negarse a su inscripción y señaló que el discurso feminista de la exjefa de gobierno es incongruente, pues ella fue la única que se negó a que Yeidckol se registrara”.
Así las feministas en MORENA. Sí notan la diferencia, ¿no?
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Luis Villegas Montes.