Andy Grove decía que la privacidad es uno de los mayores problemas en esta era electrónica digital. Afirmación con la que, por varios motivos, debemos estar de acuerdo; sobre todo, ahora que la nueva política de privacidad de WhatsApp atenta desmesuradamente contra la privacidad de sus usuarios.
Es cierto que, al usar Internet y cualquier tipo de software que requiere estar -constante u ocasionalmente- conectado a Internet, no existe la privacidad total. Es precisamente por eso que la prioridad para todos los involucrados debe ser la de elevar el nivel de protección de la privacidad de los usuarios.
Por parte de los usuarios, priorizar su privacidad implica -por ejemplo- lo que están haciendo miles de ellos: no aceptar la nueva política de privacidad de Whatsapp, migrar a otras aplicaciones (apps) de mensajería instantánea que sí permiten ajustar diversas opciones de privacidad y seguridad, ajustar adecuadamente dichas opciones, eliminar su cuenta de WhatsApp antes del 8 de febrero y, por supuesto, usar las apps de manera responsable (cuidando los contenidos que se comparten).
Por el lado de los gobiernos, priorizar implica legislar (y regular) estrictamente en materia de privacidad digital y protección de datos personales, tal como lo ha hecho la Unión Europea y el Reino Unido. Gracias a eso, la nueva política de privacidad de WhatsApp no aplicará para los usuarios de la región europea.
Entonces, para que las compañías propietarias de apps (y otro tipo de software) prioricen la seguridad y privacidad de los usuarios, es imprescindible legislar amplia e integralmente en materia de derechos humanos en la era digital. Dicho en otras palabras, para que WhatsApp (miembro de la familia Facebook) y demás apps se tomen en serio el tema de los derechos de los usuarios, urge generar, impulsar y fortalecer mecanismos legislativos, reguladores y administrativos que reconozcan, promuevan, protejan y procuren, en mayor medida, el ejercicio del derecho a la privacidad digital, en internet y en las telecomunicaciones; de lo contrario, seguirá sucediendo lo expuesto por John Battelle: Cada vez que Facebook quiere cambiar la forma en que podría usar los datos sobre usted, de cualquier manera, en cualquier servicio que tenga dentro del ecosistema de Facebook, todo lo que tiene que hacer es cambiar una política de privacidad, informarle y eso es todo.
El caso es que mientras que no haya mecanismos regulatorios acordes a la época y a la altura de las circunstancias, por lo pronto no queda más remedio que responder al ultimátum de WhatsApp; es decir, aceptar sus condiciones de uso o cambiar de app (por eso el éxodo masivo hacia Telegram).
En esta ocasión, finalizo citando lo dicho no hace mucho tiempo por el periodista y escritor estadounidense, Franklin Foer: todo parece indicar que “la privacidad no sobrevivirá a la trayectoria actual de la tecnología, y con la sensación de ser vigilados perpetuamente, los humanos se comportarán de manera más cautelosa, menos subversiva”.
Aída María Holguín Baeza
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