Cuando uno recibe visitas en casa o en la oficina, lo menos que espera es un comportamiento adecuado, comedido, educado, de quien nos visita, sobre todo cuando sabemos de cierto que así es como se comporta en su casa y en otros sitios, esta expectativa no es nada extraordinario o fuera de lo normal es, simplemente, una de tantas normas sociales que garantizan la plena y sana convivencia de las personas.
Pero cuando esa visita se comporta como un patán, abusa de la hospitalidad que se le brinda e incluso agrede al o los anfitriones, lo menos que podemos hacer es pedirle que se retire y no volver a invitarlo más, a menos que entre sus acciones haya causado algún daño al mobiliario o instalaciones, o incluso a las personas, en cuyo caso habrá inclusive que denunciarlo ante las autoridades respectivas.
Las normas sociales son una estructura de reglas de conducta construida desde muy remotas épocas, como hemos comentado en otras participaciones, que luego devinieron en leyes y constituciones que regulan la conducta y acciones de los seres humanos, con el único objetivo de garantizar una adecuada convivencia social y el respeto a los derechos de todos. Así es y así ha sido por siglos, no debe ser de otra forma.
Esas reglas de conducta varían de ciudad en ciudad, de país en país, de región en región, de acuerdo con tradiciones, costumbres y expectativas, pero siempre en base a grandes acuerdos de la sociedad misma, para evitar que quienes cometen actos antisociales le causen un daño importante, ya sea a la sociedad o a las personas.
Sin embargo, hay algunas de esas reglas o normas que son de carácter universal, por su impacto y por su naturaleza misma, como por ejemplo robar, alterar el orden, secuestrar, violar o asesinar que, si bien son extremos, son temas en los que toda sociedad de cualquier parte del mundo está de acuerdo.
Ya desde 1982, los científicos sociales y criminólogos James Q. Wilson y George L. Kelling, introdujeron la teoría de las ventanas rotas, que surgió a raíz de un experimento social realizado en 1969 por el psicólogo de la Universidad de Standford, Philip Zimbardo, dejando un vehículo abandonado en el barrio del Bronx, con las matrículas desprendidas, las ventanas rotas y las puertas abiertas, con lo que se aceleró de manera notable la vandalización y desmantelamiento del vehículo.
Lo que afirma la “Teoría de las ventanas rotas” es que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores, tiempo después, el entonces jefe de la policía de Nueva York retomó esa teoría y le agregó que todo delito comienza por una falta menor o conducta antisocial tolerada, y que todo delito mayor inicia por un delito menor, lo que lo llevó a implementar su famoso programa “Cero Tolerancia”, primero en el metro de la Gran Manzana y luego en toda la ciudad.
Esa es precisamente la importancia de no permitir absolutamente ni siquiera la falta más pequeña, por inofensiva o banal que parezca, porque si se toleran este tipo de conductas irremediablemente irán creciendo hasta convertirse en verdaderos delitos que serán un dolor de cabeza para la sociedad entera.
Desde hace muchos años, eso es lo que ha venido ocurriendo en nuestra querida pero sufrida ciudad en los cruces de los puentes internacionales, hace algún tiempo escribí sobre el tema, pero entonces, debo reconocerlo y aclarar, responsabilicé a los juarenses de tales conductas y hoy, las cifras y los hechos me dan en plena cara, no, no son los juarenses, son en muy alto porcentaje residentes paseños quienes vienen a nuestra ciudad a cometer todo tipo de tropelías y actos que allá no pueden siquiera imaginar. Ofrezco disculpas públicas por ello.
Esa añeja costumbre de “meterse” en la fila de los puentes había sido tolerada por décadas, ninguna autoridad ni municipal, ni estatal y menos federal, había intentado siquiera controlar o erradicar esta mala práctica, generando con ello todo un próspero “comercio” ilegal e informal en el que los conocidos como “franeleros” cobran dinero a quien se quiere brincar lugares en la fila para pasar antes de su turno.
Se llegó a hablar en algún momento de todo un próspero y muy redituable “negocito” manejado y controlado por una verdadera mafia de “franeleros”, quienes a costa incluso de la violencia física, atemorizaban y controlaban los lugares en las filas de los puentes internacionales, principalmente en el conocido como “el libre” o el de Córdoba-Américas.
Como no había intervención de ninguna autoridad, si a algún conductor o conductora se le ocurría reclamar a alguien que se estaba metiendo en la fila indebidamente, de inmediato los franeleros le echaban montón y hasta los golpes llegaban para acallar los reclamos, logrando con esto una actuación en medio de una total impunidad.
Sin embargo, desde mediados de la pasada administración municipal, la Coordinación General de Seguridad Vial a cargo del profesor Cesar Tapia, inició con la implementación de sendos operativos para combatir esta conducta y sus efectos de violencia, encontrando para ello una enorme resistencia entre los franeleros, quienes, evidentemente se resistía a ser retirados del lugar.
Todos hemos podido ver la gran cantidad de videos e imágenes que han generado estos operativos de la CGSV, inclusive en donde ahora han sido los mismos automovilistas que pretenden meterse indebidamente a la fila, quienes agreden hasta físicamente a los agentes de vialidad, verdaderamente penoso y lamentable que eso ocurra.
Ya quisiera yo ver que esos mismos automovilistas abusones que aquí en Juárez empujan y golpean a los agentes de vialidad, hicieran lo mismo en su país, allá en la vecina ciudad de El Paso, Texas, a ver cómo les iba.
Todo este tema, y sus complejas consecuencias, salió a relucir recientemente a raíz de las imágenes en donde un par de tripulantes de una troca con placas de El Paso, que fueron retirados de la fila por meterse indebidamente sin respetar su turna, arrollan y dañan la motocicleta de un agente de vialidad, pero, no conformes con ello, descienden de su unidad para empujar y golpear al representante de la Ley para luego darse a la fuga cual viles cobardes.
Este hecho causó una gran indignación entre la misma sociedad que se volcó en comentarios despectivos y hasta xenofóbicos contra los tripulantes de la troca, brindando su apoyo total al agente de vialidad, lo que llevó a las autoridades municipales a presentar formalmente las denuncias respectivas y las quejas correspondientes ante las autoridades norteamericanas. Hoy, estos dos sujetos abusones ya son buscados para que respondan por sus agresiones y por los daños ocasionados.
De acuerdo con información proporcionada por la Coordinación General de Seguridad Vial (CGSV), tan sólo en lo que va de este año se han impuesto alrededor de 420 infracciones a automovilistas que pretendieron meterse indebidamente en la fila de los puentes internacionales, pero no a todos los que lo intentan se les infracciona, solo a quienes se resisten o agreden a los agentes, ya que son alrededor de 40 a 50 vehículos diarios en promedio los que se retiran de las filas de los puentes. Es una cifra de espanto.
Pero la cifra que más preocupa es que del total de vehículos retirados e infraccionados, más del 80 por ciento son de residentes o ciudadanos paseños, es decir, se trata de una conducta reiterativa y permanente de quienes no viven en nuestra ciudad, en nuestro país, y que vienen aquí a ocasionar problemas y desorden.
Desde luego que no se puede generalizar afirmando que son todos los habitantes de la vecina y hermana ciudad de El Paso quienes lo hacen, claro que no, pero es un hecho que quienes incurren en esa abusiva conducta en su gran mayoría sí son paseños.
Bien por las autoridades municipales, principalmente por la determinación y perseverancia del Coordinador General de Seguridad Vial, para mantener e incrementar este tipo de operativos, esa será la única forma de terminar con una mala práctica de algunas personas que piensan que pueden abusar impunemente del derecho de otros.
Bien haríamos también los ciudadanos que creemos en el orden y la Ley en no permitir este tipo de abusos, y denunciarlos cada vez que se presenten, esa es la mejor forma de contribuir activamente con la autoridad en beneficio de nosotros mismos.
“Asamblea en Zócalo fue una fiesta ciudadana”: Cruz Pérez Cuéllar
El edil indicó que de haberse aplicado los aranceles, el impacto pudo haber sido muy grande, no solo para México,...
Read more