Al igual que Ntozake Shange, soy firme creyente de que el lenguaje y cómo usamos el lenguaje determina cómo actuamos, y cómo actuamos determina nuestras vidas y las vidas de otras personas.
Lo dicho por Shange, destacada poetisa, escritora, dramaturga y afrofeminista estadounidense, vino a mi mente cuando vi el actuar de la diputada Marisol García Segura, mejor conocida como Marisol Gasé, durante una sesión de la Cámara de Diputados en la que se discutía el Presupuesto de Egresos 2022.
Al principio, al ver la fotografía en la aparecía la Diputada mostrando una pizarra con una palabra por demás vulgar y soez, pensé que era un montaje porque, pese a que las sesiones del legislativo cada vez se usa menos lenguaje culto de nivel formal, el uso del lenguaje vulgar y soez (lenguaje que, aunque lo nieguen, violenta) no había llegado a tal nivel de desfachatez.
Digo “desfachatez” porque el descaro de la diputada García fue tal, que se le cayó la careta con la que ocultaba su verdadera calidad. Es decir, ese día, con tan solo una palabra, incumplió con el deber que asumió -y presumió- como embajadora de la campaña “Vámonos respetando”. O sea, cuando con su actitud y actuar violó -entre otras cosas- su compromiso de crear conciencia en torno a la importancia del respeto en todos los niveles y esferas sociales, y especialmente hacia las mujeres.
Hecho lo hecho, y mostrando sin remordimiento alguno la pizarra en la que escribió la palabra en cuestión (que no vale la pena citar), la diputada García intentó calmar los ánimos que provocó pidiéndole -a través de uno de sus colegas- a la Mesa Directiva que consultara la RAE para que ilustrara al Pleno sobre la definición correspondiente; solicitud que fue ignorada porque, de inmediato, el diputado presidente (de su mismo grupo parlamentario, cabe mencionar) señaló que, a juicio de la Mesa Directiva, se trataba de una palabra injuriosa, y como tal, debían abstenerse de usar cualquier palabra o expresión de ese tipo y, menos, normalizarlas.
No es pues que, como dicen los que defienden y justifican el actuar de la diputada García, los que criticamos su conducta nos asustamos con ciertas palabras nada más porque sí, o que, con ello, nos inmutamos ante las problemáticas sociales y políticas, ni que se trate de una reacción hipócrita y de doble cara. Lo que en realidad pasa, es que el actuar de la diputada García resulta indignante por la intencionalidad y significación de sus actos. Y es que, sin duda alguna, usó la palabra en cuestión consciente del significado vulgar, soez y -aunque lo nieguen- violento que tiene en México, y aun así decidió hacerlo; y eso, en definitiva, sí asusta y sí es hipócrita y doble cara (¿Dónde quedó pues el vámonos respetando?).
En esta ocasión, finalizo citando lo dicho alguna vez por el periodista y escritor indo-británico, George Orwell: El caos político está relacionado con la decadencia del lenguaje, pero probablemente se puede lograr alguna mejora comenzando por restablecer los valores perdidos en el fin verbal.
Aída María Holguín Baeza
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