Existen cosas muy ásperas como la lija, el tronco de un árbol etc. Al tacto resultan rasposas y causan una sensación desagradable. También existen personas que no son amables, de trato desagradable y agresivo, diríamos, son de corazón o mente áspera. Por otro lado, la vida suele crear situaciones estresantes por muchas razones, que hacen la vida áspera.
Saulo de Tarso, creció dentro de una familia fiel a la religión judaica. De joven aprendió el oficio de hacer tiendas. Creció dentro del rigor de los fariseos y se convirtió en defensor de sus creencias. Su gran celo le llevó a perseguir a los cristianos, les consideraba una secta que amenazaba todo aquello en lo que él había creído. Y fue muy áspero, muy duro, con la iglesia, tanto que los perseguía sin piedad.
Pero la vida de Saulo no volvió a ser igual después de su encuentro con Cristo. De perseguidor pasó a ser un fiel seguidor de Jesús. Ese mismo celo que tenía antes por perseguir a los cristianos lo usó para hablar de Dios, del sacrificio de Jesús, y del cambio que había experimentado. A muchos cristianos les costó aceptarle como parte de la iglesia, sospechaban de él. Pero Saulo, ahora Pablo, continuó fiel sirviendo a Dios y ayudando a expandir el mensaje de salvación. No solo fue un hombre áspero en su momento, tuvo también una vida áspera, lo encontramos en 2 corintios 11:23-29. En medio de enfermedades, de azotes, cárceles y persecuciones, Pablo continuó fiel a aquel que había perdonado sus errores y le había dado la oportunidad de enmendar el daño que había hecho.
Mientras caminaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos, uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Estaban echando la red al lago, pues eran pescadores. «Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres». Al instante dejaron las redes y lo siguieron (Mat. 4:18-20) Desde ese momento Pedro pasó a ser uno de los doce discípulos de Jesús. Él era más bien tosco y de temperamento impulsivo, características que se reflejan en varios pasajes bíblicos. Su impulsividad le llevaba a hablar o a actuar antes de pensar y a que Jesús le llamara la atención.
Las personas que tienen una vida áspera, sufren, y muchas veces lo hacen en silencio. La misma aspereza por la que atraviesan, en muchas ocasiones les llevan a tomar no las mejores decisiones y actuar de una manera desagradable a la vista del mundo. La aspereza de su vida puede ser causada por cualquier situación, aún desde la infancia, tales como burla, maltrato, abandono, bullying etc. Cuando somos personas ásperas, o, hemos tenido una vida áspera, Dios nos habla por medio del profeta Isaías “…lo áspero sea allanado…” (40:4) es decir, la vida, el carácter, la conducta sea suavizada, sea aligerada la carga. Y en Mateo 11:28 Jesús dice: “Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar” De lo que se trata es de que lo áspero, lo duro de la vida sea allanado, suavizado, que las cargas sean aligeradas y encontrar alivio, descanso en Jesús. Lo hizo con infinidad de hombres y mujeres, o que eran ásperas, o habían vivido una vida difícil. Lo hace ahora y lo seguirá haciendo en todos aquellos que nos acerquemos a Él con fe.
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.
Reflexión semanal