En nuestro caminar en este mundo, muchas veces nos vamos a enfrentar a situaciones muy difíciles. Sin duda alguna, hay ocasiones en que en la vida aparece un cruel torbellino arrastrando todo lo encuentra a su paso dejando un panorama triste y desolador tras de sí. En esos momentos parece que la guerra ha comenzado en nuestro interior, una lucha sin cuartel por sobrevivir y salir victoriosos, pero seguramente no sin daños colaterales, donde el enemigo que enfrentemos no duda en usar sus sucias armas, algunas como, dardos de vida pasada, dudas, depresión, soledad, desanimo, etc. Tal vez habrá momentos en que se llora sin cesar, preguntando una y mil cosas.
Tales situaciones no son propias de nuestros tiempos. Grandes personajes bíblico, de quienes parece que solo recordamos sus grandes momentos, también en algún momento pasaron por uno, o varios torbellinos en la vida. El rey David, por ejemplo, pasaba muchas veces esas situaciones en ocasiones. Qué decir del profeta Elías cuando se sintió amenazado de muerte por la perversa Jezabel y huyó atemorizado desenado mejor morir: Se internó en el desierto y, después de caminar todo un día, se sentó a descansar debajo de un enebro. Con deseos de morirse, exclamó: “Señor, ¡ya no puedo más! ¡Quítame la vida…! (1 R. 19:4) Los discípulos mismos en su transformación de hombres comunes a grandes apóstoles, entre otras experiencias de duda y temor una de ellas fue la barca en medio de la tormenta: “A sus discípulos les dijo: ¿Por qué tienen tanto miedo? ¿Cómo es que no tienen fe? Ellos estaban muy asustados… (Mar. 4:40-41
Sé que de la misma manera hay momentos que llega el pensamiento de decir “hasta aquí puedo aguantar” Si así es, entonces usted ha llegado al momento de comprender que Dios es el que tiene que actuar. El Salmo 143:7-12 refleja quizás esos momentos de torbellinos de la vida, y como Dios nos puede sacar de ellos, a la letra dice: “Señor, ¡respóndeme, que mi espíritu se apaga ¡No te escondas de mí, o seré contado entre los muertos! Muéstrame tu misericordia por la mañana, porque en ti he puesto mi confianza. Muéstrame el camino que debo seguir, porque en tus manos he puesto mi vida. Señor, líbrame de mis enemigos, pues tú eres mi refugio. Tú eres mi Dios; enséñame a hacer tu voluntad, y que tu buen espíritu me guíe por caminos rectos. Señor, por tu nombre, vivifícame; por tu justicia, líbrame de la angustia…”
¡Para Dios no hay nada imposible! Él tiene un orden y puede tomar el control de las cosas, si se lo permitimos. Cuando permitimos el control Divino en nuestras vidas, nuestra mente y corazón empiezan a retomar el rumbo de la solución. En cierta ocasión alguien dijo:” Si el problema se soluciona, ¿porque te preocupas? Solo espera y confía en Dios. Y si no se soluciona, ¿para qué te preocupas? Cuando Jesús dice al que cree todo le es posible, (Marcos 9:23) es palabra que debe GRABARSE en la mente y creerla con el corazón. En esos episodios de la vida que, es importante aprender a no ver con los ojos naturales, sino con los ojos de la fe, en Isaías 43:1-3 tenemos una promesa maravillosa: “No temas, porque yo te redimí; yo te di tu nombre, y tú me perteneces. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni las llamas arderán en ti…” ¿Se da cuenta? Solo descanse en Dios, confíe en Él y Él hará, y traerá paz en medio del torbellino.
Estimado lector crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo