Reflexión semanal
El apóstol Pablo en 1 Corintios 11:26 dice que “cuando comemos e Pan y la Copa, la muerte de Jesús anunciamos hasta que Cristo venga”. Y precisamente, de lo que se trata estos días, es de recordar el anuncio de la muerte de Cristo. No es un anuncio cualquiera, es el anuncio de la muerte de Cristo. Es el anuncio de la muerte del Inocente por los pecadores, del que no tuvo culpa por los culpables, del Justo por los injustos. Es el anuncio de la muerte del Hijo de Dios para salvar la humanidad perdida. Entonces ¿cómo anunciar dignamente su muerte? O ¿Cómo vivir semana santa? Hoy quiero compartir algunas maneras prácticas de cómo hacerlo.
En primer lugar. Con una conciencia de nuestra profunda necesidad del amor y de la gracia de Dios en nuestras vidas. En verdad que sin su amor y sin u gracia estamos perdidos y sin esperanza en este mundo.
En segundo lugar. Amando a Cristo por lo que hizo en la cruz por nosotros. Manifestando ese amor no solo con palabras, sino con acciones concretas de devoción y fe que demuestren ese amor.
En tercer lugar. Con verdadero y profundo arrepentimiento de toda obra injusta de nuestra vida delante de Dios.
En cuarto lugar. Sentir muy profundamente el deseo del perdón de Dios por todas esas obras injustas, llamadas pecados.
En quinto lugar. Con una fe verdadera en la gracia y la misericordia de Dios Padre. Todo lo que tenemos, incluyendo la vida y el perdón de nuestros pecados, no es porque seamos merecedores de ellos, más bien son por la gracia de Dios, es decir, son un regalo divino que recibimos por pura misericordia de Dios.
En sexto lugar. Aceptando a Cristo en nuestro corazón, entregándole la totalidad de nuestra vida, sin reservar nada para nosotros. ¿Cómo podremos celebrar el anuncio de su muerte con el Pan y la Copa sin aceptar al Señor del Pan y de la copa? Es, simplemente imposible.
En séptimo lugar. Teniendo propósitos sinceros de enmienda y mejora de nuestra vida. Creo que lo más significativo e importante del anuncio de la muerte de Cristo, es el cambio que opera en la vida de aquellos que tienen un encuentro personal con Cristo, y el deseo verdadero de permanecer en esos cambios, para mejora de nuestra vida.
En octavo lugar. Manifestar de forma coherente y concreta nuestra gratitud a Dios por su amor y misericordia, al enviar a su Hijo Jesucristo al mundo a buscar y salvar, por medio de su muerte y resurrección, a un mundo perdido en el pecado y el dolor. Y una profunda gratitud a Cristo por tomar nuestro lugar en la cruz, y llevar en su muere el castigo que merecíamos por nuestros pecados y rebeliones a la voluntad de Dios.
En noveno lugar. Buscar, desde luego, no una semana de libertinaje y deseos carnales, sino más bien, estar en comunión intima, profunda y verdadera con el autor de nuestra vida y consumador de nuestra salvación.
En décimo lugar. El deseo de vivir no solo una semana sana, sino toda una vida santa. Y finalmente diría, manifestemos a otros el amor de Dios.
Me parece a mí, que si tomamos en cuenta lo mencionado, podrecemos seguramente celebrar semana santa, el anuncio de la muerte de Cristo, de una manera digna que agrade a Dios.
Estimado lector, Crea en Dios, sea feliz en este mundo, y un día valla al cielo.