Justamente al inicio de las campañas electorales al gobierno del estado y las diputaciones federales, los avisos dados por el gobierno estatal y el federal apuntan a que, en caso de no corregirse la creciente tendencia de contagios en el estado, nos llevarían a caer en el semáforo rojo de la pandemia.
Si esos indicios los hubiese realizado solamente el gobierno del estado podrían llevarnos a la conclusión -fruto exclusivamente de la especulación- de que el gobernador Javier Corral estaría tratando de incidir en el proceso electoral manipulando a su antojo el color del semáforo -aunque sería extremadamente aventurado afirmar quienes serían los beneficiados de tal medida-, pero la autoridad sanitaria federal se ha expresado en el mismo sentido.
La suma de los casos informados por el gobierno del estado a lo largo del mes de abril no dejan lugar a dudas.
De acuerdo a las declaraciones del Secretario de Salud, Eduardo Fernández, uno de los criterios para establecer medidas preventivas más estrictas es que los nuevos contagios rebasen la cifra de los mil a la semana.
Así, del 1 al 7 de abril, los contagios fueron 735; del 8 al 14, mil 581 y del 15 al 21, mil 602.
Por si fuera poco, los índices de movilidad, según distintos especialistas, han rebasado los existentes en octubre, mes en el que el número de contagios, hospitalizados y decesos alcanzaron las mayores cifras en el estado.
Del mismo modo, los porcentajes de ocupación hospitalaria van in crescendo:
En Juárez, “El hospital del ISSSTE está al 30% de su capacidad, el Infantil al 10%, el 35 del Seguro Social al 9% y el del Noveno Regimiento de Caballería Motorizado al 3%,…”. (Nota de Alejandro Vargas, El Diario de Juárez, 21/IV/21).
A su vez, “el Hospital Central Universitario es el que tiene el mayor porcentaje con un 84%, seguido de la clínica Lázaro Cárdenas del ISSSTE con un 82%; el hospital Morelos del IMSS un 44%; mientras que el Regional Militar reporta un 29% y el General Salvador Zubirán está en un 20 por ciento.
A nivel estatal el hospital número 22 del IMSS en Nuevo Casas Grandes tiene una “ocupación (del) 85%, al igual que el hospital General de Camargo; el Ramírez Topete de Cuauhtémoc está al 78%, el Regional de Delicias a un 75% y el Hospital General de Juárez se encuentra al 70%”. (Nota de Miguel Silva, El Diario, 21/IV/21).
No hay duda, de no aplicar restricciones a la movilidad, y a pesar de que la mayor parte de los adultos mayores de 60 años hayan recibido por lo menos la primera dosis de la vacuna, podremos estar en los albores de una nueva, y aún más peligrosa oleada del COVID 19 en Chihuahua.
A tales datos, sombríos de por sí, se agrega el hecho de que el gobierno norteamericano alertó a sus ciudadanos sobre el riesgo de visitar algunas zonas de Chihuahua, debido no sólo por la inseguridad -creciente-, sino, sobre todo, por la elevación del número de contagios detectados en las últimas semanas, que pueden llevar a que las autoridades estatales decreten medidas más restrictivas y que echará por tierra aquel prometedor anuncio efectuado por el presidente López Obrador, de que Chihuahua podría ser uno de los estados en los que se reanudaran las clases presenciales prontamente.
Si bien los promedios del período de incubación del COVID 19 han estado disminuyendo -la mayoría de los nuevos estudios ubican que la enfermedad podría presentarse, en promedio, a los 7 días del contagio- por lo que ahora estamos viendo en la entidad, especialmente en la capital, aunque no solamente, es que tales períodos pudieran ampliarse a las 2-3 semanas, lo que guardaría relación con el fin del período vacacional de semana santa.
Ante tal panorama, es urgente -y ojalá el gobierno de Chihuahua lo solicitara, y el gobierno de la república lo acordara- adelantar la aplicación de la segunda dosis de vacuna a los mayores de 60 años y así evitar una catástrofe peor.
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