El 26 de abril de 2010 Andrés Manuel López Obrador habló en un video acerca de una importante decisión del presidente Benito Juárez tras la restauración de la República: “Lo primero que hace el presidente Juárez al regresar del norte a la ciudad de México es ordenar a los militares que entreguen de nuevo el poder a los civiles… Esto generó mucha molestia de los militares. Sin embargo, el presidente Juárez sabía que no podíamos apostar a una República militar, sino a una República civilista. Esto es una enseñanza mayor. Hay que cuidar a esa institución que es el Ejército, que no se utilice para suplir las incapacidades de los gobiernos civiles”. López Obrador dijo entonces que hablaría con los legisladores de izquierda para evitar la militarización de la policía.
Ahora, como presidente, López Obrador ha tomado una decisión radicalmente distinta. No solamente ha mantenido a las Fuerzas Armadas en funciones de policía, sino que les ha dado responsabilidades cada vez más importantes que no tienen nada que ver con su papel de salvaguarda de la soberanía. Empezó con la edificación del nuevo aeropuerto de Santa Lucía, pero siguió con la construcción de dos tramos del Tren Maya, la distribución de fertilizantes, la custodia de la distribución de recursos para programas sociales, la remodelación de hospitales, la inspección de puertos y aduanas, la construcción de sucursales del Banco del Bienestar y ahora la provisión de equipos para estas sucursales bancarias. Parecería que el Presidente le está apostando a una República militar antes que a una civil.
Entiendo la necesidad de mantener a las Fuerzas Armadas en funciones de seguridad pública en el corto plazo. Los gobiernos anteriores fracasaron en el esfuerzo por crear una Policía federal confiable y eficaz. Lo vemos en las recientes detenciones de excomandantes y funcionarios de las policías federales en el Gobierno de Enrique Peña Nieto, como Jorge Orta, y del propio exsecretario de seguridad pública Genaro García Luna bajo Felipe Calderón. Los militares, sin embargo, no han quedado exentos de acusaciones cuando han ocupado cargos de policía. El general José de Jesús Gutiérrez Rebollo, jefe del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas con Ernesto Zedillo, fue encarcelado por recibir sobornos del crimen organizado.
En el contexto latinoamericano, nuestras Fuerzas Armadas han tenido un comportamiento ejemplar. Han sido leales a las instituciones civiles, no han realizado golpes de estado desde hace cuando menos un siglo y han colaborado con todos los gobiernos sin importar su origen partidario. Pero esto no significa que debamos cargarlos de responsabilidades que no tienen nada que ver con su función constitucional ni con su vocación.
Lo peor es que muchas de las nuevas responsabilidades tienen como propósito evitar licitaciones públicas o transparencia en el gasto. Este es el objetivo de que se le hayan entregado al Ejército los proyectos de construcción que hoy están realizando.
Yo coincido con el presidente Juárez y con el Andrés Manuel López Obrador del pasado. Puedo entender que las Fuerzas Armadas tengan responsabilidades en seguridad pública durante un tiempo limitado. Pero México debe apostar a construir una República civilista y no militar. Los gobiernos civiles no deben utilizar al Ejército para suplir sus propias incapacidades.
100 mil millones
Hay una reserva de hasta 100 mil millones de pesos para comprar vacunas, dijo ayer el presidente López Obrador. ¿Dónde los tendrán guardados? El presupuesto total del 2020 para la Secretaría de Salud es de 128 mil 600 millones de pesos.