Hoy más que nunca nuestra vida está llena de expectativas. Estamos en una constante búsqueda de saber qué hacer y qué dirección tomar en muchos asuntos de la vida. Estoy convencido de que Dios quiere lo mejor para cada uno de nosotros y espera lo más grande de nosotros, pero ¿Qué es lo más grande? Muchas veces pasamos los días en luchas sin sentido, tratando de encontrar significado en lo que está pasado. Creo que una de las más grandes paradojas de nuestras vidas es llenarnos de tantas cosas para ser “grandes en la vida” que, olvidamos lo más grande de la vida. En cierta ocasión le preguntaron a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento” (Mateo 22: 36 – 38) Muchos nos sabemos este pasaje de memoria, pero lo interesante es la pregunta que hacen: ¿cuál es el mandamiento más grande? ¿Qué es lo más grande que puede hacer un ser humano en su vida para que todo lo demás tenga significado? Lo primero es amar a Dios. Lo segundo es, con todo el corazón, con toda tu mente y con toda tu ser. Por eso, mi estimado lector, una las paradojas más grandes de la vida es que estemos tan ocupados que pasamos por alto lo más importante. Y digo, ocupados en cosas buenas. Ocupados en preocupaciones de cómo resolver los asuntos de la vida. Ocupados en pánicos cuando no sabemos qué hacer. Ocupados en cosas que nos mantienen lejos de lo más importante para nuestra existencia y nos impide estar enfocados en Dios. En 1 Tesalonicenses 5:16-18, el apóstol Pablo nos da algunas ideas que nos ayudan a estar enfocados en lo más grande: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” Dice que estemos siempre gozosos. Cuando no estamos enfocados en lo grande, tendemos a estar afligidos, tristes, viendo siempre todo lo negativo. Lo segundo es que oremos sin cesar, es decir, en todo momento. Si estamos distraídos y preocupados se nos olvida hasta orar. Lo tercero es dar gracias a Dios por todo. Es fácil dar gracias por lo que tenemos, pero cuando no estamos enfocados lo más importante, parece que es casi imposible dar gracias. Lo más importante es amara a Dios. Dios es amor, así que la máxima expresión de su deidad se evidencia en el amor. Este amor nos debe llevar a amarlo con nuestras emociones, pensamientos y voluntad. En pocas palabras a Dios se le ama con espíritu, alma y cuerpo, rendidos a Él en obediencia, respeto y honor. Cuando hacemos esto, las artimañas de la distracción son ineficaces. El amor a Dios nace del agradecimiento por todo lo que Dios es y ha hecho en y por nuestras vidas. El amor a Dios se demuestra dándole el primer lugar en nuestras vidas. Sabemos que necesitamos a Dios más que cualquier cosa de este mundo y de su gracia para vivir, y tenemos que tratar de vivir cada día entregándonos completamente en sus manos. Dice en 1 Juan 4:19 que “nosotros amamos a Dios porque Dios nos amó primero” Dios nos demostró su amor dando a Su Hijo Jesucristo para que poniendo nuestra fe y esperanza en Él tengamos vida eterna (Juan 3:16) En conclusión estimado lector, tengamos una mente, un corazón, un alma y un cuerpo enamorados de Dios. “…porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra” (Deut. 30:16)
Informes aseguran que el equipo de Trump planea un servicio de oración para la toma de posesión como presidente
El equipo de transición del presidente electo Donald Trump está organizando un servicio de oración interreligioso un día antes de su toma...
Read more