Reflexión semanal
Es seguro que todos tenemos una y mil razones para desfallecer y no tener el ánimo de seguir adelante. En la biblia encontramos la historia de un hombre que tenía varias razones que pudieran “justificarlo” para desfallecer y no seguir adelante en la vida. Su nombre, José.
La historia de José, llamado el soñador, nos enseña a no desfallecer cuando pasamos tiempos difíciles. Vivió experiencias muy fuertes a lo largo de su vida que, quizá a otros los hubieran desanimado a seguir adelante. Sus hermanos lo odiaban a causa de sus sueños y la preferencia de su padre. Lo privaron de su libertad al meterlo en una cisterna. Fue vendido como esclavo en dos ocasiones. Fue acusado injustamente y echado a la cárcel.
Muchos pasamos por momentos terribles y dificultades alguna vez en la vida. Con ellas llega el quebranto que puede parecer imposible creer que hay esperanza. En esos momentos solemos buscar, cuando menos, una razón para no desfallecer. Hoy le quiero compartir no una, sino, tres razones para no desfallecer.
En primer lugar, esas temporadas de quebranto suelen ser acompañadas por el sentimiento de soledad, de abandono. La verdad es que Dios no te ha abandonado. Dice su palabra: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá” (Sal. 27:10) Puede ser que como a José todos te traicionen y te den la espalda, pero recuerda, Dios está contigo, ¡jamás te abandonará! Él ese “Divino Compañero del camino” que siempre está a nuestro lado.
En segundo lugar, como un rayo tormentoso apareces el pensamiento, “hasta Dios se ha olvidado de mi” El rey David tubo ese pensamiento (Sal. 42:9) Jesús mismo en la cruz experimentó el mismo pensamiento (Mat. 27:49) La verdad es que Dios no se había olvidado de David, ni de Jesús, y tampoco no se ha olvidado de ti. ¿Ves todo oscuro? Tranquilo pronto viene un nuevo amanecer (Sal.42:8) Dios tiene todo listo y está trabajando para ti. Él dice: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti” (Isa. 49:15)
En tercer lugar, pon tu fe y esperanza en Dios y confía que Él puede reivindicar tu vida. En un solo día, Dios puede poner tu nombre en alto y dar testimonio de ti, tal y como lo hizo con José: “Y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú” (Gén. 41:38-39) Pero al igual que José, cuando sientas que estás metido en un pozo, no mires lo oscuro ni lo profundo del pozo, maten tu mirada y tu confianza en Dios.
Después de esa mala temporada en la que José no desfalleció, Dios le dio una esposa y dos hijos. El primero de ellos se llamó Manasés, que significa: “Dios me ha hecho olvidar” El segundo Efraín, que quiere decir: “Dios me prosperó” Confía en que así como a él, Dios puede en un solo día hacer un cambio en tu condición, y después de esto olvidar tu aflicción y traer prosperidad en la tierra de tu aflicción.
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo