A unos cuantos días de que se venza el plazo legal para efectuar reformas al marco electoral vigente, el equipo gobernante, jefaturado por el gobernador Javier Corral, anunció que propondría la realización de elecciones primarias, a realizarse de manera simultánea en todos los partidos, para elegir a los candidatos del próximo proceso electoral, el del 2021.
Sin existir propuesta presentada al Poder Legislativo, el dirigente del PRI, Omar Bazán, presentó una iniciativa, cuya principal propuesta es la de efectuar una segunda vuelta electoral a fin de que los candidatos triunfadores cuenten con un amplio respaldo electoral.
Semanas atrás, el grupo Wikipolítica había externado que pretendía que los regidores se eligiesen por vía directa, sin formar parte de las planillas presentadas por los partidos y candidatos independientes a las alcaldías.
Ahora sabemos que los diputados de Morena, ante el rechazo de Corral para presentar la propuesta de Wikipolítica, la hizo suya, con la salvedad del diputado Gustavo de la Rosa, quien expresó su simpatía por la aprobación de las elecciones primarias, pero a cambio de efectuarlas en todo el país.
Sorprenden las preocupaciones del grupo gobernante, sin siquiera discutirlo con los diputados de su partido, sin buscar el consenso con otras fuerzas partidarias, el gobernador Corral anuncia esa medida que de inmediato desató la discusión interna en el PAN, tanto que llegó hasta el grado de que el Jefe del Gabinete de la alcaldesa Maru Campos Galván, Mario Vázquez Robles, emitió un serio rechazo a tal propuesta y anunció que la combatirían en el seno del Consejo Estatal del blanquiazul.
La postura de Vázquez es, sin duda la del equipo que dirige Campos Galván y abrió públicamente lo que era una soterrada lucha por la definición de las candidaturas al interior del partido gobernante en Chihuahua.
¿En serio está haciendo esa propuesta el mandatario chihuahuense? ¿Cómo hacerla sin tomar en cuenta, ya no a las estructuras formales de su propio partido, sino a sus militantes, pues el que más ha postulado la idea de que sean sus militantes los que resuelvan sus propias candidaturas, actitud nacida de las concepciones primigenias del blanquiazul?
Ahora bien, la sola presentación de tales propuestas, que, por el anuncio del mismo Corral, la haría dentro de alrededor 10 días, se ubicaría en los días en que vencería el plazo para efectuar modificaciones electorales y, por tanto, sin pensar, en absoluto, en la posibilidad de que los ciudadanos interesados pudiesen emitir sus posturas respecto de la propuesta.
Todo a espaldas de la sociedad.
De este modo, el gobernador Corral actuaría como la mayoría de sus antecesores, efectuando reformas, no al modo de la sociedad, sino al de sus propias conveniencias pues no es una novedad asentar que pretende ungir como candidato al senador Gustavo Madero o, quizá, a cualquier otro, siempre y cuando no sea la alcaldesa de Chihuahua a quien, por otra parte, favorece, -al interior del panismo- con estas maniobras y consolida lo que es un hecho, el de que la mayoría de los panistas -por las evidencias políticas hasta ahora mostradas- favorece a la alcaldesa para que sea la abanderada. El próximo año.
Pero todo puede ser una simple estratagema electoral que le permita al gobernador negociar las candidaturas, las del gobierno del estado, las de las principales alcaldías y diputaciones federales y estatales, a fin de que varios de sus más cercanos obtengan algunos de esos espacios.
Y no les va a quedar de otra, el corralito y el campismo están obligados a negociar las candidaturas para no enfrentar en condiciones desventajosas a sus adversarios, en una contienda que se aprecia, en estos momentos, muy apretada, entre el PAN, Morena y el hipotético candidato independiente que se postulara.
Están a tercios en las preferencias electorales, de acuerdo con las diversas encuestas hasta ahora realizadas y que coinciden con lo que se recoge en las percepciones de distintos analistas.
Más allá de lo que arrojan los ejercicios demoscópicos realizados, hay un resultado que no han mostrado, absortos en mostrar solamente las supuestas preferencias electorales prevalecientes entre los chihuahuenses, en las cuales el senador de Morena, Cruz Pérez Cuéllar, y la alcaldesa panista, Maru Campos, van a la cabeza en ellas.
A su vez, el morenaje chihuahuense se muestra feliz porque su partido aparece en el primer lugar de las preferencias, al igual que en el resto de las entidades en las que se realizarán elecciones el próximo año, con la excepción de Querétaro.
Pero las encuestas no han mostrado, en público, uno de los factores más importantes en la definición de los triunfadores, el voto de rechazo.
Ahí aparecen las malas noticias, en primer lugar para Morena, pero también para el PAN. En ambos casos, la actuación de sus respectivos gobernantes arroja saldos negativos, en una cuantía superior a la de sus expectativas de triunfo.
Es el caso del presidente López Obrador.
En Chihuahua hay una extendida capa de la población de los estratos medios que lo rechaza, no sólo por oponerse a las medidas de su gobierno, sino por la acendrada identificación ideológica de derecha existente en ella y por ser una de las más importantes reservas del panismo en el país, especialmente la capital del estado, aunque en Juárez AMLO goza de una muy extendida simpatía, la que sufrirá una seria revisión en la elección de mediados del año próximo.
Poco cuenta, para términos cuantitativos reales, el hecho de que en el antiguo Paso del Norte se encuentre el mayor número de electores del estado, los índices de abstencionismo lo igualan con el de la capital y, además, contará decisivamente el hecho de que el PAN -en 2018, con Campos de candidata- ganó por muy amplio margen y en 2021 puede repetir tales resultados y, sobre todo, ya sin la presencia, en las boletas electorales, de López Obrador.
A su vez, los candidatos del PAN deberán cargar con los saldos del pésimo gobierno de Javier Corral a los que, además, deberá sumarse la posibilidad de que su principal promesa -la de encarcelar a César Duarte- no se cumpla.
¿Cuánto pesarán esos votos de rechazo en Juárez y las otras 10 ciudades en las que se concentra el resto de la mayor parte del electorado, exceptuando a la capital?
Pueden ser cifras mayores a las de la ventaja que pudiese obtener Campos -de ser la candidata- en la capital, lo que arrojaría el saldo de una competencia extremadamente reñida, si se suma el factor del candidato independiente, en caso de que quienes así se ubican -los alcaldes de Juárez, Armando Cabada, y el de Parral, Alfredo Lozoya- lograsen armar una sola propuesta y no, como hasta ahora parece, el parralense se encaminara a la candidatura por Movimiento Ciudadano.
De ser así, con muchas probabilidades estaríamos frente a una elección bipartidista Morena-PAN, que en muchos sentidos podría ser muy parecida a la que se presente en el 2024 en el país, en la que el PAN podría convertirse en la oposición más importante de Morena y López Obrador.
Obviamente, la propuesta de efectuar una reforma electoral, a fin de mejorar el marco regulatorio de los procesos electorales siempre será bienvenida, siempre y cuando, como es lógico esperar, sea del interés general de los partidos y la mayoría de la sociedad.
Y cumplir con esos requisitos es una de las materias a deber de la clase política, incluida la que ahora ocupa los distintos espacios del poder en Chihuahua, de todos los partidos.
El problema mayor que arrostramos es el de que, como empieza a reflexionar una buena parte de los analistas y académicos más preocupados sobre el devenir de la sociedad luego de la pandemia, es que los afanes autoritarios se han vuelto más fuertes en prácticamente todos los países.
Con distintos modos y ritmos, pero tal fenómeno será uno de los principales problemas del mundo post-COVID 19.
Las evidencias y casos nos llegan, a veces por racimos y otras aisladamente, así como los episodios en los que grupos de ciudadanos reaccionan airadamente frente a esos fenómenos, o que grupos sociales, inusitadamente, adoptan conductas verdaderamente inapropiadas.
Todo lo anterior, dicho de manera tan compacta seguramente formará parte de los análisis que se hagan de las conductas sociales frente a una de las epidemias que más consecuencias negativas generarán en la sociedad.
La Organización Mundial de la Salud lo dijo casi como una mera indicación sanitaria, y luego, distintos gobiernos la adoptaron como una especie de proclama, pero la “nueva normalidad” amenaza con convertirse en una frase más de las usadas por la clase política.
Ni siquiera en plena pandemia fueron capaces de efectuar acciones a favor de sus representados sin que dejaran de buscar el lucro político.
¿Cuántos, de nuestros políticos, se dedicaron a entregar despensas con un fotógrafo detrás de ellos, a la espera de que el resto de los ciudadanos viéramos tal gesto como la expresión de sus “hondas” preocupaciones por los “que menos tienen, menos tienen y menos pueden”?
En eso incurrieron todos ¿Cuál “nueva normalidad”?
N’ombre, lo mismo de antes, pero más revuelto…
En una nueva realidad, en la que la clase política le apostara a la cada vez mayor participación de la sociedad, hubiesen puesto a discusión sus propuestas de reformas electorales, pensando no en sus intereses, sino en los de la sociedad.
Y como en todo proceso de cambio, el partido emergente de él, Morena, es quien tiene la mayor responsabilidad; no tiene la dimensión que se necesita para efectuarlo, su fracción legislativa está inmersa en la politiquería de siempre, la de antes, la de siempre.
¿Dónde están los foros de discusión convocados por este partido para arribar a las propuestas que debieran impulsar en el Congreso?
En tanto, una sociedad entera se debate entre la angustia de la epidemia y los apretones económicos y la clase política por su rumbo.
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