Reflexión semanal
En los seres humanos el soporte principal de nuestro cuerpo, lo que nos hace estar firmes, lo que nos permite caminar y realizar una gran cantidad de movimientos es nuestra columna vertebral. Lastimosamente en nuestro cuerpo la columna vertebral puede sufrir daños severos que afectan grandemente la vida. Esos daños pueden ser causados por caídas, puñaladas, disparos, accidentes de tránsito, enfermedades degenerativas, etc.
De la misma manera, nuestra columna espiritual que nos permite estar de pie y movernos en este mundo de sin sabores, también puede sufrir daños por causas muy similares: Las caídas, cuando caemos en pecado nuestra vida espiritual es afectada pues muchas veces nos impide venir a Cristo o nos aleja de Él. Las puñaladas, el enemigo de nuestra alma es astuto y muchas veces utilizará personas que apuñalen nuestro corazón con sus palabras, con sus burlas, con sus comentarios hirientes, con sus chismes, murmuraciones, pues siempre satanás tratara de matar nuestra fe y derribar nuestra convicción para que nos apartemos de los caminos del Señor. (Salmo 64:3) Las Enfermedades, hay un virus que afecta grandemente nuestra columna espiritual, que afecta nuestra comunión personal con Dios, ese virus se llama: “Afanes de este mundo” (Lucas 10:40-42)
Cuando la columna vertebral de nuestro cuerpo se daña, esto puede traer serias consecuencias a nuestra vida, por ejemplo: dificultad para caminar, parálisis parcial o total, pérdida de la sensibilidad en los miembros inferiores, etc.
Igualmente, cuando nuestra columna espiritual es afectada, cuando dejamos de congregarnos, cuando descuidamos nuestra lectura Bíblica diaria, cuando no hablamos con nuestro Dios por medio de la oración, esto también trae a nuestra vida consecuencias. Un cristiano que ha dañado su columna espiritual se vuelve paralitico espiritualmente, no avanza, no crece espiritualmente, se estanca en la vida (Hebreos 5:12)
La parálisis es una condición donde la persona quiere moverse pero no puede. Pasa exactamente lo mismo en la vida, mientras todo mundo sigue adelante con su vida, tú te sientes paralizado, no puedes avanzar aunque lo deseas. Sabes exactamente qué es lo que necesitas para seguir adelante, pero tu espíritu, tu alma no responden. Un día se parece al de atrás y al de adelante, hasta que llegas a pensar que nunca nada va a cambiar. No importa si vives en una choza o en una mansión, mientras estés paralizado sin avanzar, lo mismo parecerá una prisión. La parálisis te inmoviliza, no te permite seguir adelante en busca de lo que necesitas.
Sea cual sea la parálisis, Jesús tiene la solución, niégate a seguir un día más paralizado y como le dijo Jesús al paralitico de Juna 5 “…Levántate toma tu lecho y anda…” Imaginemos al paralítico de está historia: Sus pensamientos cuando todos los que te rodean consideran que no tienes remedio, que estás desahuciado, que nunca podrás volver a caminar. Su diaria rutina de dependencia y ayuda por parte de los demás, su tristeza al ver como todos caminan, saltan y danzan y él no. Pero ese día de su encuentro con Cristo, su parálisis llego a su fin. Así mismo a nosotros, un encuentro verdadero con Cristo pone fin a la parálisis de la vida. ¡Vamos, sí se puede avanzar! ¡Con Cristo es posible! Así que sea la que sea la razón que te puedas sentir paralizado en la vida, Jesús te dice “Levántate toma tu lecho y anda”
Estimado lector, crea en Dios, sea feliz en este mundo y un día vaya al cielo.