De nuevo aparece esa extraña y nociva especie de juarenses que se oponen a todo y están a favor de nada
De nuevo aparece esa extraña y nociva especie de juarenses que se oponen a todo y están a favor de nada, esos mismos que, en repetidas ocasiones, han logrado bloquear numerosos proyectos, obras y programas en beneficio de la ciudad, los mismos que una y otra vez han impedido el desarrollo que una metrópoli como la nuestra merece.
Hoy, Ciudad Juárez ha perdido cualquier cantidad de importantes eventos, congresos internacionales, ferias y exposiciones de calidad mundial, mismos que ha ganado la capital del estado y todo por no contar con un Centro de Exposiciones y Convenciones (CEyC) de primer mundo, tan necesario para fomentar e incentivar la actividad económica en esta región fronteriza.
Es verdad que en sus inicios este importante y necesario proyecto se entrampó entre los intereses de algún gobernante estatal y empresarios afines, pero también lo es que, cuando todo parecía tomar un mejor cauce, aparecieron estos gitanos del “activismo social” dispuestos a dinamitar cualquier intento por sacar adelante el proyecto.
Enarbolando banderas de un supuesto orden ambientalista y defensa de los espacios públicos, han intentado envenenar la conciencia social con su visión de corto alcance, cortísimo, argumentando tremendas falacias que no se sostienen mínimamente, pero que les han servido para hacer el ruido y escándalos suficientes para que diversas autoridades intervengan en varios momentos frenando la construcción del CEyC, aunque después caigan en cuenta que todo se trató de mentiras, argucias y mala fe de esos grupos sociales.
Que si la tala de árboles en el Chamizal, que si los espacios públicos “arrebatados” a los juarenses, que si el “negocio” de los empresarios subsidiado con recursos del pueblo, y una sarta más de mentiras y falsedades con el único propósito de impedir el desarrollo económico de Juárez y de los juarenses.
Lo cierto, absolutamente cierto, es que en el intento más reciente por llevar a cabo dicha obra en el espacio conocido como Los Hoyos de El Chamizal, un espacio abandonado completamente desde hace décadas, y que además no forma parte de lo que es el Parque de El Chamizal (ahí no había entonces y no hay ahora un solo árbol sembrado), estos autodenominados “colectivos” que, bien a bien, nunca se sabe a quien representan ni quién les otorgó esa representación, hicieron tal escándalo que, con el apoyo del entonces super delegado Loera, lograron que la Semarnat volteara hacia Juárez tan solo para impedir la construcción de la obra.
El ahora senador de la República por Morena, Juan Carlos Loera, ha jugado un importante papel de kamikaze destructor de todo proyecto benéfico para los juarenses, no ha hecho nada por la ciudad, ni como super delegado, ni como diputado federal, ni ahora como senador, pero bien que ha impedido obras y programas que nos beneficiarían ampliamente. Parece que odia a los juarenses y a Juárez.
Recordemos su más reciente “obra maestra” al impedir que se construyera un puente elevado en la Vicente Guerrero, en la zona centro, aliándose incluso con sus odiados enemigos de la derecha panista para lograr su objetivo, una cuantiosa inversión que mejoraría notablemente la calidad de vida de los juarenses, al abrir un cruce que libra el bloqueo del ferrocarril en esa zona, pero que, gracias a los “buenos oficios” de Loera se canceló. Juárez perdió esa importante inversión.
Pero regresando al tema del CEyC, cuando se plantea una nueva opción en la sección oriente del Parque Central (hoy en completo desuso), estos “activistas” virtuales vuelven a la cargada con sus feroces críticas, denostando de todas, todas, el proyecto que revitalizaría de manera importante esa zona de la ciudad, sin más argumentos que el muy trillado del rescate de los espacios públicos.
La realidad es que esa sección del Parque Central no ha tenido un verdadero uso de espacio público por años, y la construcción ahí del Centro de Exposiciones y Convenciones sí que le daría esa calidad y por mucho, ya que el proyecto ejecutivo de la obra contempla un buen número de espacios libres y de actividades sociales para la comunidad, además de una muy importante reforestación de la zona.
Pero, además, resulta muy extraño y bastante sospechoso que estos “activistas” sociales solo voltean su mirada hacia un espacio de la ciudad, para “defenderlo”, cuando se plantea ahí la construcción de algún proyecto u obra importantes, solo así se fijan, antes de eso, ni en cuenta.
Tanto los Hoyos de El Chamizal como la sección del Parque Central tienen años abandonados y en desuso total, pero nunca estos “defensores sociales” hicieron algo por reclamar ese abandono, o por proponer algún tipo de obra o proyecto en esos lugares, hasta que alguien propone darles un uso real y benéfico para la sociedad, es cuando salen de sus escondites en las redes sociales y se manifiestan en contra de todo y a favor de nada, como siempre.
En la película “Django desencadenado”, un filme sobre la esclavitud y la persecución de los negros en el sur de Estados Unidos, donde trabajan Leonardo di Caprio y Samuel L. Jackson, hay un diálogo que me hace recordar mucho a estos “activistas sociales” juarenses.
Leonardo di Caprio lleva el personaje del amo blanco Calvin J. Candie. El actor Samuel L. Jackson interpreta el papel de Stephen, el mayordomo negro. Stephen, cuya ascendencia vino de África en los barcos negreros, carece de apellido. El negro adopta el apellido de su amo, Candie.
En la película, hay una escena donde “Stephen Candie” se pone furioso, al ver llegar a un hombre negro montado en un caballo.
Stephen Candie dice:
– Mire, amo, ese negro tiene un caballo.
Al escucharlo, el amo responde:
– ¿Y qué te importa? ¿Tú quieres un caballo, Stephen?
El negro responde:
– ¿Para qué quiero yo un caballo? Yo lo que quiero es que él no tenga uno.
“Yo lo que quiero es que él no tenga uno”, así de ruines, así de miserables, así de mezquinos como pinta Tarantino a estos personajes en su película, igual, así son estos “activistas sociales” juarenses, no quieren tener algo, solo quieren que los demás juarenses no lo tengamos.
Les molesta profundamente que se destine una propiedad o terreno del gobierno (del nivel que sea) para el desarrollo de una obra que traerá innumerables beneficios a todos los juarenses, ignorando por completo que ese es el esquema que se ha utilizado en la construcción de casi todos los centros de convenciones del país, grandes inversiones público-privadas que traen también grandes beneficios a la comunidad.
Tan solo como un ejemplo de muchos que hay, el Centro de Convenciones de la ciudad de Chihuahua, así se hizo en septiembre de 1998, en un terreno propiedad de Ferrocarriles Nacionales que el gobierno federal donó al gobierno del estado y, este a su vez, lo donó al fideicomiso que se creó para su realización, hoy va en su tercera o cuarta etapa de crecimiento y puede atender a más de 15 mil personas en forma simultánea en sus diferentes áreas o salones de eventos. Se cuenta entre los mejores 10 del país.
¿Y Juárez? ¡Nada! Seguimos atorados en la eterna inconformidad permanente de unos cuantos y perdiendo valiosísimas oportunidades de negocios, de empleo, de actividades culturales y artísticas, turismo y todo lo que un espacio así conlleva ¿Hasta cuándo?
Mientras sigamos prestando oídos a los que se oponen a todo nomás porque sí, pero que muy poco o nada han hecho por esta ciudad, seguiremos dejando ir muy valiosas oportunidades de crecimiento y desarrollo económico, la pregunta sigue siendo ¿Hasta cuándo?
Francisco Ortiz Bello