Los adolescentes ya no son
los hijos de familia,
son hijos del celular
¿Sabemos qué está pasando en el espacio digital de nuestros hijos? Entre la etapa de migración de niños a adolescentes, ¿qué tienen entre sus manos, o mejor dicho en los celulares que tienen entre sus manos?
Como padres de familia o maestros ¿estamos conscientes de la facilidad con que los adolescentes pueden ser atraídos por la llamada ideología incel? O tal vez ya están enganchados y ni siquiera pasa por nuestra mente los riesgos y consecuencias de esas posturas, angustias y hasta violencia a que están sometidos en los chats de sus amigos, grupos de escuela o en las redes sociales
Pero, ¿qué es eso de incel?
Estamos viviendo en un mundo del cual no tenemos la menor idea de lo que sucede a nuestro alrededor, menos lo que sucede alrededor de nuestros adolescentes. Nos sentimos muy progres y posmodernos, sin ataduras ni supersticiones, con una mente abierta a cualquier tipo de pensamiento o postura ideológica y despreciamos y atacamos a quienes no piensan así.
Sin embargo, ha surgido una galaxia en las redes sociales donde habitan, cohabitan y mueren grupos de adolescentes que han convertido a esas redes en sus espacios para generar una cosmovisión, actitudes y movimientos donde expresan sus emociones, soledades, depresiones y hasta su sexualidad.
Un número importante de adolescentes organizan su vida en torno a las redes -como Instagram- y cuando apenas pasaron de la etapa de infancia a la adolescencia ya adquirieron una dependencia o adicción, donde todas sus actividades giran en esa galaxia. Sus amistades, entretenimientos, dolores, frustraciones y retos están contenidos en los dispositivos electrónicos.
La edad ya no marca ningún límite del acceso a las redes sociales, porque nadie quiso enfrentarse a regular el uso a menores de edad. Ni los padres de familia, maestros e instituciones tuvieron la entereza y valor para moderar y evitar que fueran devorados. Se justificó que deberían de tener contacto con la tecnología, pero no pusieron reglas ni acuerdos. Nadie quiso confrontar a los adolescentes y ahora, su despertar hormonal, rebeldía natural y su característica de las cuatros “i” les impide enfrentar la realidad y el mundo.
El comportamiento de los adolescencia está caracterizado por cuatro “i”, porque se sienten Inmortales, siendo temerarios para varias cosas, pensando que la muerte no existe para ellos; se sienten Infértiles, creyendo que los embarazos no se pueden dar en las relaciones sexuales; Indestructibles, con la falsa seguridad que nadie los puede vencer y no les pasará nada, e Independientes, con la idea de que no dependen de nadie y pueden hacer lo que les venga en gana. Inmortales, infértiles, indestructibles e independientes son las “ies” que pintan a un número importante de jovencitos.
Los adolescentes han convertido las redes sociales en su mundo o galaxia, donde los padres de familia y maestros están totalmente ajenos. Ni siquiera sospechan lo que circula entre ellos, lo que gestionan y adquieren.
Mientras, los padres se sienten realizados y embobados con sus celulares haciendo compras en línea, participando en cuanto chat los invitan, buscando amistades por Facebook, viendo modas, vidas privadas, chismes, fake news, rumores y cuanta ocurrencia se sube por Instagram u otras redes, sus hijos adolescentes viven otra vida, desde la edad de los 12 o 13 años muchos de ellos ya están practicando el sexting -o sexo por teléfono-, han iniciado una vida sexual prematura, se refugian en grupos con otros jovencitos que se sienten frustrados o rechazados por amistades o parejas para tener sexo y luego desarrollan resentimientos y rencores que se pueden disparar en diferentes grados de violencia.
La serie Adolescencia se puso de moda en Netflix pero, sobre todo, ha empezado a abrir (o cerrar) los ojos a muchos padres de familia que no se imaginaban lo que pasaba por las redes sociales de sus hijos adolescentes, creyendo que, con dotarlos de un celular con muchas funciones, con un plan económico o fabuloso que les pagan, tenían la seguridad de que a sus hijitos nada les pasara porque los pueden localizar por teléfono.
Gran parte de la epidemia de salud mental que estamos viviendo se detonó con gran fuerza por el uso desmedido de las redes sociales. Los hijos ya no son los hijos de familia, sino son los hijos del celular.
Esta serie explora la influencia de los adolescentes de la vida digital, donde queda de manifiesto la nueva dependencia de las redes sociales y la “vida” en el mundo virtual que impacta en la vida real.
La mencionada serie trata de un caso de asesinato de un jovencito de 13 años que apuñaló a su compañera de escuela. A medida que se va develando el caso, ni los padres, maestros ni la misma Policía tenían la menor idea del motivo del crimen. El jovencito desarrolló un resentimiento contra la compañera de escuela por haber rechazado su oferta de una cita y después de que lo avergonzara en las redes sociales llamándole incel en Instagram.
Hay varios elementos que van ayudando a entender este fenómeno, desde la regla de 80-20. Este principio establece que al 80% de las mujeres les gusta o se sienten atraídas por el 20% de los hombres. El problema que se gesta es la reacción del 80% de los hombres que no resultan agraciados ni atractivos para las mujeres lo que, según esa teoría, desencadena en lo que se conoce como incel (acrónimo de involuntary celibate) que en español queda como celibato involuntario. Luego fue el asesinato. Cruda y dura la serie que debe verse con reservas.
Varias revistas especializadas y medios lo han estado publicando como Wired[1] que han despertado debates y analizan cuánto se debe permitir a los jóvenes de esa edad ver en internet. Ya hay países que están promoviendo la prohibición a los niños el acceso a las redes sociales hasta los 16 años. En el caso del periódico argentino Clarín[2] considera incel como una subcultura e ideología que va alimentando autocompasión e ira hacia la sociedad o hasta fascinación por asesinos en serie. Por su parte, CNN[3] establece que incel en su forma más básica describe a alguien. Normalmente un hombre, que se siente frustrado por su falta de experiencias sexuales. También lo califican como un oscuro movimiento, porque revela una “sensación de insatisfacción ante el supuesto derecho a tener relaciones sexuales que las mujeres les niegan. Algunos incels abogan por la violencia contra las mujeres, así como contra los hombres que tienen la suerte de tener relaciones felices”[4], lo que explica cómo en las redes sociales se gestan actos de violencia contra mujeres y hombres.
El riesgo es que adolescentes son quienes participan en esos foros de las redes sociales “en los que se habla de soledad y lo que se encuentran es con un grupo de hombres molestos que creen que salieron perdiendo en la lotería genética y que no hay nada que realmente puedan hacer sobre eso. Los incels creen que el sexo, el amor y la felicidad son inalcanzables para ellos, pero sí están disponibles para otros”[5].
Esos grupos han generado el desprecio a sí mismos por sentirse rechazados o no correspondidos por una situación sentimental porque supuestamente son feos o no son parte del 20% de los “afortunados”.
Los adolescentes son noticia desde diferentes ángulos. Desde esta llamada cultura incel, que se ha convertido en una cueva oscura y hostil de adolescentes en las redes sociales que se sienten frustrados por no tener respuesta a sus pretensiones sexuales hasta el llamado primer santo Millenials, Carlo Acutis, que es un adolescente italiano que murió hace 15 años de leucemia y su cuerpo permanece intacto en Asisi, el mismo lugar donde están los restos de San Francisco de Asís. Multitudes de fervientes creyentes, en estos días, veneran a este jovencito que vestía de manera informal y juvenil con su camiseta tipo polo roja y una mochila, llamado el Apóstol del internet porque evangelizaba a través de la informática.
Este joven sabía muy bien que los mecanismos de la comunicación y de las redes sociales pueden ser utilizados para volvernos seres adormecidos, dependientes del consumo y de las novedades que podemos comprar, obsesionados por el tiempo libre, encerrados en la negatividad”[6].
La serie Adolescencia debe servir como punto de reflexión y advertencia de lo que está sucediendo en los teléfonos de nuestros adolescentes, mientras nosotros permanecemos horas al día, sin levantar la cabeza, sin mirar a los ojos de nuestros hijos y, sobre todo, con una ridícula ignorancia de sus penares y sufrimientos.
[1] https://es.wired.com/articulos/el-escritor-de-adolescence-se-sumergio-en-la-manosfera-y-entendio-el-peligro-detras-de-la-fascinacion
[2] https://www.clarin.com/internacional/incel-caracteristicas-personas_0_ePGuHaDpGX.html?srsltid=AfmBOoqV8bonZ5t1FOa0iqBiyxk4Mb6sSODH9fFkxQosp6SI6lTvYeZR
[3] https://cnnespanol.cnn.com/2025/03/25/mundo/que-significa-incel-trax
[4] https://www.bbc.com/mundo/articles/cz9n75ygwxjo
[5] https://www.bbc.com/mundo/noticias-44112960
[6] https://www.eldebate.com/religion/20250403/libro-113-pedro-herran-biografia-adolescentes-carlo-acutis_284746.html