Tal como lo refiere la ONU, históricamente -y culturalmente-, la diplomacia ha sido considerada como “cosa de hombres”. Sin embargo, las mujeres han desempeñado un papel fundamental en la diplomacia durante siglos y muchas de sus contribuciones se han pasado por alto.
“Es hora de reconocer y celebrar las formas en que las mujeres rompen estas barreras y contribuyen y mejoran el campo de la diplomacia”, dicen las Naciones Unidas. Y sí, definitivamente ya era hora porque ya se habían tardado. Pero bueno, como dice el dicho, mejor tarde que nunca.
Entonces, en reconocimiento a la importante contribución que hacen las mujeres a la diplomacia, en 2022 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de junio de cada año “Día Internacional de las Mujeres en la Diplomacia”, confirmando así que la participación activa de la mujer, en pie de igualdad con el hombre, en todos los niveles de la adopción de decisiones es indispensable para el logro de la igualdad, el desarrollo sostenible, la paz, la democracia y, por supuesto, para la propia diplomacia.
El meollo del asunto es que la resolución de la Asamblea General de la ONU también dice -con otras palabras, pero lo dice- que la celebración Día Internacional de las Mujeres en la Diplomacia no se trata de celebrar por celebrar, sino de celebrar para reforzar los logros alcanzados en el entendido de que la representación de las mujeres en la diplomacia todavía es insuficiente y que todavía falta mucho por hacer para que sea suficiente.
En ese sentido, la ONU Mujeres enfatiza que la participación y el liderazgo de las mujeres en la política y la vida pública en igualdad son fundamentales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) antes de 2030. Sin embargo, los datos muestran que la representación de las mujeres es insuficiente en todos los niveles de toma de decisiones del mundo y, por lo tanto, la paridad de género en la política está aún lejos de ser alcanzada.
Por eso y muchas cosas más, el Día Internacional de las Mujeres en la Diplomacia no es un día para celebrar por celebrar sino para promover la paridad de género en todos los ámbitos y niveles de la diplomacia porque, como bien lo dijo Amina J. Mohammed, el futuro que queremos requiere más mujeres en la diplomacia; es decir, porque, en definitiva, sin la contribución de la mitad de la población mundial no se pueden desarrollar políticas que funcionen para todos.
Y entonces, dice la misma Amina, cuando finalmente consigamos una representación plena y justa, estaremos más cerca de una sociedad inclusiva, justa y próspera, una sociedad que sea más pacífica, sostenible y equitativa, que contribuya al cumplimiento de los ODS y refleje el futuro que todos deseamos -y merecemos-.
A modo de reflexión sumativa, finalizo citando lo dicho no hace mucho tiempo por la actual embajadora del Paraguay en el Vaticano, Leticia Casati: Me gusta pensar en una diplomacia en femenino, en la que las mujeres ponemos nuestras habilidades específicas para crear puentes y alcanzar entendimientos.
Aída María Holguín Baeza
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