Enfrentamos la anestesia tecnológica con
la sonrisa en los labios,
la mente distraída y el celular en la mano.
Las redes sociales se han convertido en la nueva anestesia del corazón que hasta nos olvidamos del dolor: el corazón deja de sufrir, de amar y de sentir. Eso se puede pensar de la anestesia tecnológica que vivimos o padecemos, pero con la sonrisa en los labios, la mente distraída y el celular en la mano.
En esa anestesia nos conformamos con lo que recibimos o “gestionamos de conocimiento” como se le llama ahora, pero en el fondo son migajas de la verdad, son cucharadas de posverdad y un postre de fake news que nos entretiene y roba nuestro tiempo y nuestra capacidad de abstracción que es lo más valioso que tenemos como seres humanos.
Se pudiera pensar que esto se ve con un pesimismo desmedido o desfasado de la realidad, que hay exageraciones catastrofistas o hasta teorías conspirativas, pero hay varios síntomas que indican que caminamos hacia una deshumanización y que en determinado momento podremos terminar con avatares que ilustren e iluminen nuestro camino y diversión. Se podría también calificar de fobia por la tecnología, pero repetimos que la tecnología no es buena ni mala, es neutra. El problema somos los seres humanos por el buen o mal uso que le demos. Algo similar sucede con los medios de comunicación masiva y las redes sociales: ni son inventos del diablo ni instrumentos divinos para condenar o salvar a los humanos. Son herramientas creadas por el hombre para su servicio y goce, el uso y abuso depende de la condición ética para perjudicar o beneficiar.
El problema es que parece que tecnología e ideología las hemos entrelazado para ir eliminando paulatinamente rasgos y principios humanos. Desde hace años empezaron los intentos por ir desapareciendo las disciplinas filosóficas a nivel global y en México en la educación media superior como lo ha estado denunciado reiteradamente el Observatorio Filosófico de México. Esa propuesta del gobierno federal “incluye la desaparición de las disciplinas filosóficas, para sustituirlas por un proyecto de transdisciplinas integradas al área de humanidades” según argumentan los teóricos del nuevo “marco curricular común (MCC)[1]
Y justo, en la etapa de la adolescencia, cuando “adolecen” de una madurez por la etapa de desarrollo y el paso de la niñez a la juventud. Es cuando más requieren del apoyo y respaldo psíquico y espiritual para enfrentar el reto de asumir responsabilidades como jóvenes. Es el crecimiento con dificultades y confusiones por el cambio y desarrollo hormonal y mental.
El adolescente requiere de un cuerpo de conocimientos de bases y antecedentes de la filosofía, ética, lógica o estética para comprenderse a sí mismo y a los demás. En el Observatorio Filosófico se sostiene que en un mundo donde los “avances tecnológicos y la inteligencia artificial imponen nuevos desafíos éticos, principalmente a los jóvenes no se puede soslayar que las humanidades y la filosofía ocupan un papel central, fundamentalmente para contrarrestar sus posibles efectos negativos, pero también para la construcción de un pensamiento crítico, por lo que como disciplinas no pueden desaparecer del plan de estudios”.
Sin esos recursos académicos, los jóvenes estarán desprovistos de elementos para distinguir la verdad de la falsedad, lo bueno de lo malo en momentos en que la desinformación ha crecido como nunca por la incursión de la inteligencia artificial. Sería excelente como deseable y conveniente que a la par de cursos para conocer recursos de la inteligencia artificial como herramienta para promover y aumentar el conocimiento, también se implementen cursos de filosofía, ética, lógica o estética para indagar sobre nosotros mismos, para conocernos, comprendernos y comprender a los otros.
Las humanidades no están divorciadas de la tecnología, pero el hombre debe estar y seguir por encima de las máquinas.
En Buenos Aires hay esfuerzos por enfrentar la desinformación con proyectos como Hackathon-Hackea a la desinformación resaltando que “existe una desagregación de los medios de consumo a través de buscadores donde estamos en una etapa de redes sociales que democratizan el consumo de información, al bajar el costo de comunicar y le permiten que a cualquiera que tenga capacidad de ser viral posicionarse y tener el mismo peso que los antiguos medios de la información. Si bien, no es algo malo, pero al mismo tiempo esto permite que actores conocidos y desconocidos hablen directamente sin filtro, que digan cosas falsas o medias verdades que la audiencia toma como real”[2]
Ahora, ¿qué relación existe entre las redes sociales y el consumo de noticias en México?
Desde hace tiempo se dice de manera general que internet desplazaría a los medios convencionales o tradicionales de información y se dice porque se desconoce cómo se gestiona una noticia en los impresos o cómo se produce en los medios electrónicos.
Claro, pero no se decía que internet desplazaría varias funciones racionales y quizás ahora con la inteligencia artificial nos va quedando una nueva dependencia total y compulsiva. Claro, que debemos seguir siendo optimistas en la inteligencia humana, porque aún sigue estando detrás de la inteligencia artificial.
Más que verlo como un gran avance, debemos también considerarlo como un riesgo porque la primera víctima de internet fue la lectura que sigue siendo todavía el ejercicio cerebral que hacemos para mantener vivo el racionamiento, para conocer y entender el mundo y la realidad.
Por ejemplo, en el último Reporte de noticias del Instituto Digital Reuters 2024[3] se señalan los porcentajes del uso de plataformas online como fuente de noticias: el 50 por ciento en Facebook, 34 por ciento en You tube, 28 por ciento WhatsApp, 18 por ciento en Tik Tok, 14 por ciento en X (antes Twitter) y el 13 por ciento en Instagram.
Podría pensarse que se trata de una nueva cultura de informarse o de enterarse de varios temas que pasan alrededor del mundo. También se justifica que son los tiempos de la tecnología y que van cambiando las formas de conocer, aunque la verdad no puede ir adaptándose a modas o épocas. Lo que sucede es que los seres humanos pretendemos matizarla o incorporarla a nuestro staff de intereses y gusto lo que ha dado de resultado la llamada posverdad que es “mi versión” de las cosas, es otra alternativa a la verdad o simplemente son migajas de verdad.
Hace más de un siglo el escritor ruso Antón Chéjov, quien falleció muy joven pero con muchas novelas y obras escritas al hacer una reflexión sobre la naturaleza de las sociedades fallidas, expresó que “en las sociedades fallidas, hay mil tontos por cada mente exitosa y mil palabras torpes por cada palabra consciente. La mayoría siempre sigue siendo tonta y constantemente domina a lo racional. Si ves temas triviales al frente de las discusiones en una sociedad y personas triviales ocupan un lugar central, entonces estás hablando de una sociedad muy fallida.
Por ejemplo, millones de personas bailan y repiten canciones y palabras sin sentido, y la persona que escribió la canción se vuelve famosa, conocida y amada. Incluso las personas tienen su propia opinión sobre cuestiones de la sociedad y la vida.
En cuanto a escritores y autores, nadie los conoce y nadie les da valor ni peso. A la mayoría de la gente le gusta la mezquindad y el entumecimiento.
Alguien que nos droga para hacernos perder la cabeza, y alguien que nos hace reír con tonterías, es mejor que alguien que nos despierta a la realidad y nos lastima diciendo la verdad.
Por tanto, la democracia no es adecuada para sociedades ignorantes, porque la mayoría ignorante decidirá su destino.”
Y en ese entonces ni existía la televisión ni internet, ni las redes sociales y menos los influencer…
[1] POY Solano, Laura, (2024) Asignaturas de filosofía desaparecen del bachillerato “justo cuando los jóvenes más las necesitan”: especialista, La Jornada, p. 5, 28 de julio de 2024, México
[2] PERFIL, (2024) Hackathon, dos jornadas para crear herramientas contra la desinformación, 20 de abril de 2024, Sociedad, p. 40, https://www.perfil.com/noticias/sociedad/hackathon-dos-jornadas-para-crear-herramientas-contra-la-desinformacion.html