“Lo que se archiva en la nube
se imprime en el infierno”
Michael Shaw, The New Yorker, 2022
La mentira siempre ha existido y, por lo tanto, no es nueva. Mentimos por mentir. Mentimos por vanidad y envidia, por venganza y recelo. Mentimos por deformación del espíritu y del carácter. Es como una defensa, distracción y justificación por hacer lo que no debemos hacer. Es estrategia y arma de guerra, pero no deja de ser engaño hasta cuando recurrimos a las mentiras “piadosas” para no lastimar a una persona con la verdad cruda.
Mentimos con la mente, con la boca, con las palabras y ahora mentimos hasta con las manos, dejando nuestras huellas…huellas digitales. El mundo digital facilita con las herramientas y dispositivos electrónicos a producir, reproducir y magnificar las mentiras.
Extraño que el mundo de la mentira sea el ámbito de la posverdad. O, en otras palabras, la posverdad es la nueva expresión de la mentira.
Todos mentimos, es la primera afirmación de José María Martínez en su tratado sobre la ciencia de la mentira, y en la actualidad, “internet se consagra como la nación de la mentira, donde las noticias falsas, las llamadas fake news y multitud de delitos basados en la ocultación y la suplantación cabalgan con poco control. Se habla de nuevas dictaduras, basadas en la vigilancia y el control de la población a través de una eficaz propaganda, una dura represión y un uso intensivo de las nuevas tecnologías.
Puede decirse que nos encontramos en la sociedad de la posverdad, en la que mentir es habitual y el valor sustantivo de una noticia o un mensaje es menor que su impacto emocional”.
Destaca que existe la mentira individual y colectiva en internet, porque ahí radica parte de nuestra vida. Hemos depositado de manera voluntaria información y datos personales como si fuera un confesionario, desahogando pecados, penas y angustias. Mientras otros aprovechan eso para robar y traficar con nuestros datos y extorsionarnos en un juego peligroso y suicida.
Algunas personas aún se resisten a creer en los riesgos de internet, cuando no tenemos precauciones o no sabemos el uso adecuado y útil. El proceso es muy simple: internet no está regulado y “el anonimato de la red, parcial o total, favorece la desinhibición. Las personas suelen desenvolverse mejor en el anonimato con el que se sujetan menos a valores y principios morales generales. Se sienten más libres para expresarse y, más aún, para mentir y para hacerlo con impunidad, lo que incluye insultos y ataques para acosar, amenazar, denigrar o acusar falsamente. Cuanto mayor es el anonimato o la invisibilidad, más se miente y se miente más en internet que cara a cara”.
Martínez Selva destaca que entre los principales engaños o mentiras en la red, está la usurpación de la personalidad para cometer fraudes, vaciar cuentas ajenas, ocupando casi el 90 por ciento de los delitos informáticos. Luego, la búsqueda de pareja en la red, con el anzuelo de la idealización romántica de la persona que no se ha encontrado de manera física o presencial y creen que por internet la encontrarán creando verdaderas estafas en nombre del amor y la creación y difusión de noticias falsas en internet.
La usurpación de la personalidad en internet es una de las mejores evidencias de la mentira en las redes, donde “se emplean fotos de otras personas y datos inventados para hacer contacto con el objetivo del ataque, endulzados para captar la atención por distintos medios, como halagos u ofertas de negocio ventajosas. Cuando se quiere seducir a alguien, se presenta un perfil personal atractivo y se flirtea, siempre sin contacto directo cara a cara, hasta que se termina pidiendo una cantidad de dinero por algún motivo sobrevenido”.
La búsqueda de pareja por internet se ha convertido también en un gran engaño, salvo honrosas excepciones. El buscar amistades, relaciones sexuales o simples amigos por redes ha sido una de las principales mentiras para cometer fraudes y extorsiones. La tecnología es propicia para exagerar atributos físicos o espirituales que resultan falsos.
Sin embargo, seguimos mostrando una obsesión compulsiva subiendo fotos y datos personales que otros, los salteadores de la autopsita de la información, las usan para engañar a otros. Y otra forma de mentir es a través de falsas noticias que nos aderezan la vida y la conciencia.
Hace tiempo fue famosa la canción compuesta por Víctor Yturbe “Pirulí” titulada Miénteme, dedicada al desdén de una mujer que le mentía al decir te quiero. La mentira siempre se ha dado en todas partes: en las relaciones de trabajo, en el amor, la política, en nuestro comportamiento y el engaño se ha diseminado frontal y electrónicamente como sinónimo de ganar.
No nos hagamos clientes de la mentira, ni tengamos miedo a la verdad.
La primera mentira quedó plasmada en el Génesis cuando Eva y Adán cayeron en la trampa del engaño como una condición humana que dio paso a la imperfección. Todos, de alguna manera, hemos mentido de buena o mala fe, por ignorancia e inocencia, por maldad o venganza.
La mentira, que inició de cara a cara, a través de manipulación o con la creación de historias, chismes y rumores.
Hay dos expresiones interesantes del Papa Francisco sobre la mentira y la desinformación. Dijo que un error frecuente en la comunicación moderna, cada vez más veloz y poco reflexiva, es esa carrera inmediata a la solución, sin tomar en cuenta la urgencia de transmitir la complejidad de la vida real.
Primero, en 2014, en audiencia con trabajadores de la televisión de la conferencia Episcopal Italiana les dijo que la prensa estaba amenazada por tres pecados: la desinformación, la calumnia y la difamación. “Lo que hace bien a la comunicación es la parresía, es decir, la valentía de decir las cosas en la cara, de hablar con franqueza y libertad. Si estamos verdaderamente convencidos de lo que tenemos que decir, las palabras vienen. Si, al contrario, estamos preocupados de aspectos tácticos, el tacticismo, nuestro hablar será artificial, poco comunicativo, insípido, un hablar de laboratorio, y esto no comunica nada”.
Y recientemente en la 80 Asamblea Anual de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) celebrada en Argentina en 2024, el Papa, que aprovechó la presencia de representantes de medios de comunicación del continente americano, insistió en que la desinformación es uno de los pecados del periodismo, además de la calumnia, difamación y amor al escándalo. Señaló también que con los avances tecnológicos, como la inteligencia artificial, se pueden generar videos que parecen creíbles, pero tienen la intención de provocar a la guerra o promover el discurso de odio.
“No caigan en la tentación de la coprofilia que consiste en el amor a la cosa sucia, a los escándalos”.
La verdad de la mentira son las fake news o falsas noticias, seudoacontecimientos. La verdad de la mentira se llama posverdad que cabalga libremente por todas las praderas y montañas sinuosas de las redes sociales.
¿Qué hacer? Una de las recomendaciones es mantener una desconfianza sana sin caer en un escepticismo que conduzca a la nada. La alfabetización digital para tener una educación de cómo funcionan las redes, para qué son y cómo se pueden aprovechar para nuestro beneficio. Con eso, se establece una cortina de duda de lo que vemos en internet manteniendo distancia de ofertas tentadoras y ventajosas.
Total, sigue teniendo vigencia la regla muy antigua: duda y acertarás