Yo te amo y siempre voy a estar contigo.
Si tu marido no te quiere aquí estoy yo.
Te quiero y para toda la vida”
MENSAJE A GUADALUPE
Martín llegó a su casa, cansado y con antojo de cenar algo ligero y ponerse a descansar. Venía de trabajar y al abrir la puerta, lo primero que vio fue a su esposa Guadalupe, con varias maletas de viaje listas para abandonar el hogar.
El marido no entendía lo que veía. No habían tenido alguna discusión fuerte o diferencias que pusieran en riesgo su matrimonio después de varias décadas de vivir juntos. Ella de 63 años y Martín de 65, a punto de retirarse jubilado tenía planeado que viajarían a varias partes del mundo para disfrutar de su edad adulta, de recibir un pago mensual y sobre todo, disfrutar de la compañía mutua.
Guadalupe, frente a él, con la bolsa de mano colgando, empezó a hablar con decisión, sin tener el valor de verlo de frente, a los ojos. Cabizbaja, un poco avergonzada, pero decidida a cambiar radicalmente su vida al lado de otro hombre. La presión y el revoloteo de mariposas en el estómago lo tenía casi cerca de dos años sin poder revelarle a su esposo el secreto. Cada día, se prometía que ahora si le diría a su esposo lo que pasaba en su corazón y ya no resistiría un día más con el pecho que se le reventaba por salir corriendo a los brazos de Enrique.
Eran horas, en ausencia de su marido, que no se desprendía de la computadora y otras veces por el teléfono celular se intercambiaba mensajes amorosos con Enrique. Esa relación amorosa virtual ya tenía cerca de dos años con intercambios de promesas de amor, de fotos y de te amos y deseos de vivir contigo para siempre.
Martin no lo había detectado porque casi siempre estaba en la casa, sola y entretenida con el celular, pero sin nada que sospechara de una cruel infidelidad o que se viera a escondidas con otra persona, fuera de la casa.
Por eso, casi quiso desvanecerse cuando su esposa Guadalupe, se lo soltó de sopetón: me voy de la casa para casarme con Enrique. El grado de enamoramiento era tal que no le importaba deshacer su matrimonio con Martín, dejar el hogar y rehacer su vida al lado de Enrique.
Enrique ya le había prometido que vivirían juntos en una gran casa e inclusive le había mandado una fotografía con el anillo de compromiso que le entregaría. Recordaba que en un mensaje enviado había quedado escrito textualmente “yo te amo y siempre voy a estar contigo. Si tu marido no te quiere aquí estoy yo. Te quiero y para toda la vida”.
Por eso, la decisión de Guadalupe era firme y segura.
Afortunadamente Martin no se quedó con la duda y le dijo de manera tranquila que, si de verdad estaba enamorada de Enrique y estaba ilusionada, pues que adelante pero que antes quería saber más de ese hombre que le había robado el corazón de su esposa, corroborar de las buenas intenciones y propósitos de él para con su enamorada esposa, antes de llegar a la total resignación de haberla perdido.
En Instagram, efectivamente, estaba el perfil de Enrique Iglesias el cantante, su código de área correspondía a Nigeria, del continente africano y una persona -hombre o mujer- se hacía pasar como el cantante y ese supuesto Enrique Iglesias ya había recibido tarjetas de regalo, le habían llegado más de 3 mil dólares. A lo único que no accedió fue a enviarle fotografías desnuda, a pesar de mucha insistencia.
Pues sí, el hombre que había hecho perder la cabeza a Guadalupe era el supuesto Enrique Iglesias, el cantante español de 49 años, hijo del también famoso Julio Iglesias. Todo había empezado cuando Guadalupe se unió a un club de fans del cantante. Al poco tiempo recibió un mensaje privado a su teléfono con la voz de un hombre que le aseguraba ser el intérprete del tema Por amarte e iniciaron el romance virtual por redes sociales.
Esta historia apareció en el programa de televisión Primer Impacto y la publicó la revista People en Español, e invitaron a Guadalupe y Martín a compartir su desafortunada y engañosa experiencia. Todavía, frente a las cámaras, Guadalupe no se resignaba a aceptar que todo había sido un engaño e invitaba al aire a Enrique Iglesias a que “si me estás viendo, lo que siento es sincero. Mi matrimonio se está yendo porque estoy enamorada de ti”, le soltó entre lágrimas de tristeza y desengaño.
E insistía como último esfuerzo de aferrarse a que todo hubiera sido real: “quisiera saber si eres tú para arreglar esto; si me estás diciendo que me vaya contigo y todo eso, que te vas a casar conmigo, di. Si no, también dime la verdad si no, para quedarme ya en paz con mi matrimonio”.
Martin, delante de las cámaras, le dijo a su esposa: “si es el verdadero Enrique Iglesias, adelante”. Y Guadalupe, sin perder la última esperanza le dijo al aire que quería ver cara a cara a Enrique Iglesias para que se convenciera del engaño.
El amor es uno de los mejores sentimientos que dan sentido, entre otras cosas, a la vida. Encontrar una pareja que nos emocione y altere el ritmo cardiaco constituye una feliz experiencia.
Si bien, se dice que para el amor no existe edad, ni condición o distancia y lo que importa es dar y darse, que el amor despierta ilusiones, alborota el estómago y nos hace tomar decisiones arriesgadas o atrevidas para demostrar que el corazón realmente siente y consiente, que el cuerpo se estruja y las emociones brotan a borbotones como chorros de agua a presión.
No importa la edad. Una persona joven puede encontrar la felicidad con una persona madura y a la inversa. Lo importante es la disponibilidad y deseos de querer queriendo.
Pero en tiempos de redes sociales, el engaño y fraude está a la vuelta de la esquina o al primer parpadeo en el celular.
La estafa clásica de suplantar la identidad es por medio de la creación de falsos perfiles en las redes para convencer de que les compartan datos personales y financieros. Juegan con el anhelo de enamorarse de personas famosas, con supuestas grandes inversiones y negocios que los pueden hacer millonarios de la noche a la mañana, de recibir beneficios de grandes cuentas que no pueden retirar de bancos o de donaciones para obras de caridad.
Y lamentablemente, cada día se amplían las relaciones a través de redes sociales a pesar de lo vulnerable, engañoso y mal uso de personas de mala fe que buscan y rastrean cuentas y personas para burlarlas y estafarlas.
Por lo pronto, Guadalupe se quedó sin lograr su ilusión de vivir un nuevo amorío increíble al lado de uno de los cantantes españoles más famosos de la música pop y con ello la frustración de no haberse casado con Enrique Iglesias.
Cosas del amor, desengaño y fraudes en tiempos de las redes sociales.