Si hubiéramos solicitado una oportunidad para apreciar el catálogo de las medidas a la mano del régimen para presionar a sus opositores a acatar alguna de sus disposiciones, medidas que, obviamente, no se inscriben en el marco de las disputas democráticas y que lindan -algunas sí lo hacen francamente- con las usadas por el crimen organizado, la aprobación de la reforma judicial en la Cámara de Senadores nos lo ofreció en toda su magnitud.
La fuerza del Estado mexicano fue usada sin miramientos para ‘motivar’ a los opositores a fin de que «accedieran» a concederle su voto a tan saludable reforma.
De todo echaron mano, de las amenazas del encarcelamiento, el otorgamiento de prebendas personales, de la cancelación de órdenes de aprehensión, de la liberación de esas órdenes en contra de los senadores o de sus familiares o de la promesa de cuantiosos recursos a las alcaldías en poder de sus compañeros de partido y grupo.
Los operadores fueron muchos. La inmensa mayoría fracasó.
En ellos deberá incluirse a la presidenta electa Claudia Sheinbaum, quien le llamó a la senadora michoacana, Araceli Saucedo, del PRD, para ofrecerle diversas prebendas a los alcaldes de los municipios gobernados por ese partido en tierras michoacanas. (Raymundo Riva Palacio, El Financiero, 11/9/24).
Y, claro, lo lograron con unos de los especímenes más representativos de la clase política mexicana, los Yunes, de Veracruz, jefaturados por su patriarca, Miguel Angel Yunes Linares.
Unos y otros se acusan de traidores, cuando no se apegan a lo que piensan o proponen; unos, sólo porque obtuvieron mayoría de votos, se erigen en los únicos representantes del pueblo y los otros, la minoría de las últimas dos elecciones, acusan de traidores a los morenos, porque éstos pretenden demoler lo construido en las últimas décadas, pero no solo por el bloque PRI-AN, sino también por los que, estando en Morena, contribuyeron a ello desde las trincheras del PSUM, PMS y PRD.
No, los Yunes no son traidores a la patria, ni los del PRI-AN, cuando se oponen a la reforma -en este caso, en el pasado reciente a la reforma eléctrica de AMLO- traicionan a la patria; unos y otros traicionan a sus electores, nada más.
Obviamente no es poca cosa, porque una parte del electorado de ambos votó por lo que sea que les parecieran sus candidatos y otra parte por algunas de las posturas expuestas en las campañas.
En el caso de los opositores, como la propia denominación lo dice, para oponerse a las reformas, propuestas y formas de gobernar del oficialismo.
En ese sentido, sí traicionan, a sus electores, tanto los Yunes, como los dos senadores del PRD, Araceli Saucedo Reyes y José Sabino Herrera Dagdug, senadores de Michoacán y Tabasco, respectivamente, y el senador campechano, Daniel Barreda, de Movimiento Ciudadano, aunque en éste caso se puede argüir, más que válidamente, que la presión la ejerció directamente la gobernadora Layda Sansores pues en la madrugada del martes su padre fue detenido y el senador se regresó a Campeche para exigir su liberación.
Se puede especular que la ‘oportunidad’ le cayó muy bien pues en los días previos se especuló intensamente que podría votar a favor de la reforma judicial del presidente López Obrador.
En eso de ‘traicionar’ a sus electores, Morena y el presidente no cantan mal las rancheras.
Pongamos un ejemplo, que es paradigmático, el de la creación de la Guardia Nacional y la terquedad en colocarla bajo la égida de la Secretaría de la Defensa Nacional, con lo que desaparecería la conducción de la seguridad pública por civiles, para dejarla en manos de los militares, algo que iba en sentido totalmente opuesto a sus posturas de toda la vida pues en campaña sostuvo, una y otra vez, que regresaría a los militares a los cuarteles.
Lo que nos falta por ver.
Después de lo dicho por Alejandro Moreno, presidente del PRI, preparémonos a ver muchas cosas más. Alito dijo que «La reforma judicial fue aprobada con las peores mañas, presiones y coacciones».
Columna de Plata de la Asociación de Periodistas de Cd. Juárez (APCJ): 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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