*Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Marcos 10:21
* Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. Lucas 14:26
Ojinaga Chih.- El aceptar el Reino de Dios en nuestra vida, y que este crezca en nosotros una o varias disyuntivas debemos de tomar para salir bendecidos; Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. (Rom 14, 17)
Con estos y otros conceptos el apóstol David Corral cerró ayer en la Iglesia Restauración La Cosecha, una edición más de cielos abiertos 2022 como el hecho de ratificar diariamente nuestra vida ante el señor.
En la alabanza estuvo Ángel Rocha, “El hijo del Rey” con una singular presentación y formato de alabar al Señor donde indiscutiblemente la presencia de Espíritu Santo fue una realidad.
Los milagros que Jesús realizaba eran la prueba y la señal de la presencia y acción de Dios en Jesucristo. Es por ello por lo que la falta de respuesta en la conversión al mensaje y milagros de Jesús por parte de las ciudades impenitentes significaban rechazo a Dios y a su reino.
El reinado de Dios en nosotros comienza también por nuestra conversión a los valores del reino: santidad, verdad, justicia, amor y paz; frente a los del tener: dinero, poder, soberbia, dominio e influencia. En el interior de la persona es donde ha de germinar la semilla del reino, porque del corazón humano brota todo lo bueno y lo malo que vemos en el mundo, como lo anunció Cristo.
Solamente, si nos convertimos a los calores del reino abandonaremos los criterios del mundo y del hombre terreno, asimilando las actitudes básicas que proponen las bienaventuranzas de Jesús: pobreza, hambre y sed de fidelidad, fraternidad, solidaridad, no violencia, reconciliación, perdón y amor al hermano, incluso al enemigo.
Sin esta conversión en profundidad es imposible el cambio de estructuras en la familia y la sociedad, en la política y la economía; pues la trampa del viejo egoísmo se agazapará en la ley y situaciones nuevas, perpetuando así el desamor, la explotación del otro y la opresión del más débil. Únicamente la levadura que actúa desde dentro, es decir, la opción evangélica, puede transformar la masa entera y hacer efectivo el proyecto del reino en nuestra vida personal y nuestro ambiente.
Motivémonos pues, para crecer como personas y como cristianos; porque esa es la regla evangélica del juego y la ley del reinado de Dios, ley de crecimiento a todos los niveles. De lo contrario, estaremos limitados al raquitismo, las malformaciones y la esclerosis espiritual. Que el Señor nos abra los ojos para vernos tal como somos. Que Él nos conceda el espíritu joven del Evangelio para amar cada día más, para empezar la vida cada mañana.
Dios es muy espléndido; espera tan sólo un atisbo de generosidad por nuestra parte para darnos con creces y hacer fructificar nuestro esfuerzo hasta el ciento por uno. Para eso hay un secreto: vivir en perenne estado de conversión continua.