Nos hemos aliado conSatanás para vencer a Lucifer…:Rafael Tarradas Bultó
Podemos conceder el beneficio de la duda a la expresión de que el 5 por ciento de las personas son buenas, otro 5 por ciento son malvadas y el 90 por ciento son borregos. La condición humana, de los que mandan y los que obedecen, ha sido motivo de estudios de filósofos, psicólogos, historiadores y estudiosos del comportamiento que han reforzado la teoría de dominantes y dominados.Al menos, la historia, maestra de la naturaleza humana, también ha dejado testimonio de lo anterior. En diferentes épocas, con distintas circunstancias y con personajes particulares, muchos hechos históricos son prueba de que las grandes masas no tienen motor propio ni son entes dotadas de voluntad, pero si gozan de la fuerza al ser arrastradas por líderes carismáticos o perversos que engañan y mienten. Pero indudablemente, las grandes concentraciones humanas son las manipuladas.Los cauces o formas de expresión de las masas han sido diversos. Si antes era en un conglomerado de personas afines convocadas por una creencia o secta, por un gurú o encantador de serpientes, por un hábil político en el dominio de la retórica verbal, del engaño emocional y el alma sofista hasta aplicaciones electrónicas en dispositivos que nos enganchan a incorporarnos a la nueva masa digital.Antes era por un oráculo en la época de la antigua Grecia, donde los griegos consultaban sobre el futuro o sus decisiones a los dioses que eran respondidas por sacerdotisas como intermediarias con expresiones ambiguas sujetas a la libre interpretación y por supuesto, tratando de acomodarlas a lo que sucedía posteriormente en la realidad.
Después los astros fueron los relevos de los oráculos a través de horóscopos para vaticinar, endulzar o amargar la vida a quienes consideran que su destino está en la fecha de nacimiento y que los signos zodiacales tienen la potencia de atraer o retirar amoríos, riquezas o simplemente determinar acciones en la vida cotidiana.A medida que una sociedad pierde la fe y certeza de una vida posterior a la muerte, a la existencia de un Ser Superior y al papel del lado metafísico del humano, brotan como hongos creencias absurdas o aberrantes. La lectura del tarot, de cartas, consultorios de videntes y brujos, una moneda “tibetana” o de amarrar moñitos rojos en plantas como la sábila y la llamada planta de la abundancia van perfilando una sociedad incrédula en lo espiritual pero fanática en lo material. Nos hemos aliado con Satanás para vencer a Lucifer, parece ser la nueva estrategia, de combatir el mal con el mal y no con el bien.De una cultura y tradiciones mexicanas que se autoconsideraban guadalupana se está dando un contraste chocante, radicalmente adverso y peligroso. Los estudiosos del tema le llaman “sincretismo” religioso, para describir el fenómeno como una amalgama o adaptación “dialéctica” donde confluyen varias ideas y principios, aparentemente contradictorios, pero que la transformación cultural los ha hecho cohabitar como agua y aceite en una atractiva envoltura y manifestaciones, que da al traste a lo que era una identidad nacional. Lenguajes nuevos, que van contra la gramática, pero que pretenden satisfacer gustos minoritarios, respetables, pero impositivos e intolerantes.¿Cómo concebir una sociedad guadalupana, que presumía que la virgen de Guadalupe representaba el mestizaje y la fe de una Nación, ahora tenga gran presencia el culto a una calavera en todos los rincones de México, principalmente donde el crimen organizado y el tráfico de drogas ha sentado sus reales? ¿cómo entender que en lugar que se edifiquen templos de auténtica fe cristiana, abundan altares a la santa muerte, a la “señora blanca” que se invoca por los criminales para tener éxito en sus operaciones ilegales.
Algo muy serio está sucediendo frente a nuestras narices y el humo que llega es señal clara que se está incendiando una cultura, pero ni aún asi reaccionamos. Solo llegamos a mencionar que huele a mal y no buscamos el origen del fuego.El humo de ese fuego ha ido invadiendo todos los rincones y hogares. Hasta en pequeños poblados, que antes tenían a la venta los productos indispensables, necesarios y modestos, hoy sufren las modalidades de la narcocultura. Vaya, ya han incorporado a la dotación de velas de cera, velas en frasco de la Santa Muerte y otras para deshacer “amarres”, que al final es simple brujería.Y de la magia y hechicería el brinco fue a la robotización de la voluntad. Antes una bruja decía influir en nuestras vidas y hoy nos entregamos a un robot, a una aplicación tecnológica con voz de mujer, que llamamos Alexa, Siri u otro nombre de voz robotizada y les consultamos como si fuera un oráculo que debe orientarnos qué hacer, por dónde ir y dentro de poco, qué pensar y cómo pensar. Hay aplicaciones para conseguir pareja, para sexo o para casarse; ante cualquier duda recurrimos a redes sociales a pesar de la invasión de desinformación y falsedades que habitan en esos lares.
Asi ha sido el tránsito del mito al rito, del rito al ilícito y ahora al momento parásito donde esperamos que todo nos lo resuelva un robot. Lo que sigue son los confesionarios o consultorios con un robot al que le platicaremos lo que sentimos o nos duele, esperando una solución y receta, consuelo emocional, propuestas sentimentales o un nuevo chip y cambiar de aplicación, mientras el problema de la violencia no la consideramos dentro del mal, sino la vemos normalizada e incorporada a una seudocultura. Solo nos recluimos en las redes sociales, como el avestruz esconde su cabeza para no querer enterarse de lo que sucede afuera, en las ciudades, pueblos y en la sociedad en general.Por un lado, hay esfuerzos de Núcleos de Paz, eventos de firmas del compromisos para la paz, jornadas para la paz, programas y diplomados de cultura de paz. Supuestamente en los festejos navideños -los auténticos- se invoca la paz a los hombres de buena voluntad o en las ceremonias religiosas, durante todo el año, se promueven saludos de pazPero, a contrapelo y en esa misma sociedad que dice anhelar la paz, se desgañitan y hacen enormes filas para presenciar a cantantes que elogian la violencia y la muerte. Con el mismo círculo vicioso y de burla a disposiciones legales, que como todo crimen organizado está fuera de la ley, se presentan narcocantantes que depositan una cantidad de dinero como garantía de no interpretar canciones de enfrentamientos violentos y de la vida del mundo del narcotráfico y claro que las entonan porque, justamente, son para promocionar y difundir la vida violenta.
Ahora, los niños ya no anhelan ser sicarios, sino narcocantantes porque ganan mucho dinero, los aclaman las grandes masas, los promueven en las redes sociales, se hacen famosos. Y los padres de familia los llevan a esos eventos, porque para entrar al recinto les piden a los menores de edad ir acompañados por un adulto pues en el interior venden bebidas embriagantes. La autoridad muy delicada en que no entren menores donde comercializan cerveza, pero no importa el veneno en el cerebro y el alma por los elogios a los narcotraficantes. Qué contradicción y que negociazo.No podemos ni debemos atacar el mal con el mal porque solo lo potenciaríamos.El día en que una sociedad decida mejorar el rumbo, será cuando asuma una responsabilidad, compromiso y sacrificio.Las cosas buenas tienen su costo y eso lo lograremos hasta el momento de tener la decisión de preocuparnos por el ambiente, cultura y fe que le heredemos a nuestros hijos y nietos. Hoy, solo vemos por nuestra comodidad, gusto, placer y disfrute.