¡Un nuevo comienzo!
Ojinaga Chih.- Ayer en el segundo día de campaña la Iglesia “La Cosecha” ofreció el mensaje por medio del hermano Martin Ramírez, un evento que esta desarrollando la Alianza Evangélica Regional, y este domingo por la tarde a partir de las 7 se estarán adentrando en el tercer día de campaña para decirle una vez más a Ojinaga que Cristo Salva y Sana.
El término palabra se utiliza de diferentes maneras en la Biblia. En el Nuevo Testamento, hay dos palabras griegas que se traducen para “palabra”: rhema y logos. Tienen significados ligeramente diferentes. Rhema generalmente significa “una palabra hablada”. Por ejemplo, en Lucas 1:38, cuando el ángel le dijo a María que sería la madre del Hijo de Dios, ella respondió, “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra [rhema]” menciono Ramírez.
Logos, sin embargo, tiene un significado más amplio y filosófico. Este es el término que se usa en Juan 1. Por lo general implica un mensaje completo, y se usa principalmente en referencia al mensaje de Dios a la humanidad. Por ejemplo, Lucas 4:32 dice que, cuando Jesús enseñó a la gente, “Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra [logos] era con autoridad”. El pueblo estaba maravillado no sólo por las palabras que Jesús usó, sino por todo su mensaje.
Por otro lado, “El Verbo” (Logos) en Juan 1, se está refiriendo a Jesús. Jesús es el mensaje total — todo lo que Dios quiere comunicarle al hombre. El primer capítulo de Juan nos da una idea dentro de la relación Padre/Hijo, antes que Jesús viniera a la tierra en forma humana. Él preexistió con el Padre (versículo 1), Él estuvo involucrado en la creación de todo (versículo 3), y Él es “la luz de los hombres” (versículo 4). El Verbo (Jesús) es la completa expresión de todo lo que es DIOS (Colosenses 1:19; 2:9; Juan 14:9). Pero Dios Padre es Espíritu. Él es invisible para el ojo humano. El mensaje de amor y redención que Dios habló a través de los profetas, no ha sido escuchado por siglos (Ezequiel 22:26; Mateo 23:37). A las personas les resultó fácil el ignorar el mensaje de un Dios invisible y continuaron en su pecado y rebelión. Así pues, el mensaje se hizo carne, tomó forma humana y vino a habitar entre nosotros (Mateo 1:23; Romanos 8:3; Filipenses 2:5-11).