Si usted, querida lectora, gentil lector, me ha leído, sabrá aquello sobre lo que he escrito y cómo reconozco que MORENA ganó en las elecciones del 2 de junio, pero que lo hizo de la única forma que podía hacerlo: con trampas. Una inequidad brutal, absurda, idiota, encabezada por esa basura humana que todavía nos gobierna, Andrés Manuel López Obrador.
Bien, pues más estúpidos que el presidente —quien se jacta de la elección “más limpia de la historia” de México, (idiota)—, resultaron los clasemedieros, empresarios e inversionistas que no se involucraron en la elección y que, tardíamente, reaccionan a los resultados del proceso.
En efecto, la reacción de estos actores sociales fue fulminante. Me explico: el día 2 de junio de 2024 (el día de la elección), el peso mexicano —muy robustito él— se cotizaba a 16.92 pesos por dólar; el 3 de junio, menos de veinticuatro horas después, se cotizaba en 17 pesillos; ya para el 4, en franco pánico de los mercados, rondaba los 17.75; y el 6, para las 2 de la tarde, alcanzó los 18 pesos; tuvo que venir el coordinador de los diputados de MORENA a decir que no, que todo iba a estar tranquis y, de inmediato, el mercado reaccionó favorablemente pues la cotización bajó a 17.52 pesos. Hasta ahí, parecía que la presidente electa había controlado la situación, peeero, peeero, no contaban con el viejito loco que mandó al carajo las declaraciones de su sucesora y de su coordinador de diputados y los puso en su lugar (el basurero), para demostrarles quién manda: orondo, AMLO declaró que su reforma va por que va.[1] ¿La consecuencia? El dólar subió a 18.40 pesos.
¿Los datos anteriores no le dicen nada? Eso puede ser por dos razones: porque usted es un trini (o sea, un tonto, resentido, ignorante, necesitado o interesado) o porque usted es un ciudadano común y corriente que no sabe de finanzas; a usted, ciudadano (los trinis son escoria), se lo explico: en esos pocos días, en menos de una semana, el peso cayó más de un 8%.
Otra vez puede ser que, por ser un trini (o sea, un perfecto imbécil, un envidioso, un ignaro, un muerto de hambre o un inescrupuloso) o un ciudadano ordinario, usted no entienda de qué va la cosa; otra vez, con muchísimo gusto, se lo explico: Nunca, jamás, en las últimas seis elecciones —es decir, en los últimos treinta años (de 1994 a 2024)—, el comportamiento de la paridad dólar-peso había sido tan desastroso.
En 1994, la pérdida fue de menos de .63%; por el contrario, en el 2000 hubo un incremento de 3.09%, al igual que en 2006, que fue de 2.98%; en el 2012 hubo otra vez un decremento de menos .23%; y en 2018, un incremento de 4.35%; pues bien, la flamante administración que recién arranca, se estrena con una caída de menos 8.14%; es decir, números más, números menos, la caída de este año fue de más de un mil 200%.
Es decir, la gente, dentro o fuera del país, que lee, que piensa, que razona, que sabe, entiende los alcances de la catástrofe que los trinis han provocado, auxiliados por el marranero originado desde la presidencia de la República, todo sea dicho, y solapado por ese mugrero que es, ya, el Instituto Nacional Electoral. Al país ya se lo llevó el carajo, las reformas pendientes son de cuño autocrático.
En nombre del pueblo se van a consumar la más atroz contrarreforma que nuestro país haya visto. Los débiles, tímidos, frágiles avances para transformar el país —que eran los correctos desde el punto de vista formal (consolidación institucional, democracia electoral, fragmentación del poder del ejecutivo, etc.)—, aunque en lo material dejaran mucho qué desear iban en el sentido correcto. MORENA viene a destruirlo todo, viene a afianzar su hegemonía social merced al apoyo popular, comprado con programas populares, y a mantenerse en el poder gracias a las bayonetas del Ejército y al crimen organizado.
No, querida lectora, gentil lector, no es cierto que éstas hayan sido unas elecciones limpias ni democráticas: miles de millones de pesos del Erario se usaron para cooptar voluntades, comprar consciencias —y funcionarios electorales (presidentes y secretarios)—, acarrear millones de muertos de hambre y movilizar al crimen organizado. Yo lo vi, yo fui testigo, nunca, jamás, había participado en un proceso electoral tan puerco.
Lo que viene es resistir los próximos seis años y luchar porque ésta no sea la última elección en México. Si por casualidad, usted fue uno de esos imbéciles que votó por MORENA, le pido que abra bien los ojos, que se saque la cerilla de las orejas y que empiece a analizar la información con la que cuenta: el PRIAN está en MORENA (recuerde el caso de Javier Corral), vea las condiciones de salud en el país (los cientos de miles de muertos por la pandemia), los índices de criminalidad, etc.; todo, para que dentro de tres año, no vaya a salir con la misma babosada.
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