Ojinaga Chih. A nivel espiritual pasa algo similar. El hambre por Dios y por Su Reino es una reacción que tiene lugar en lo más profundo de nuestro ser, y que nos lleva a buscarle. El Salmista, de hecho, lo expresaba así: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Salmo 42:2). Dijo ayer por la noche el Pastor Luis Villa, ministro titular de la Iglesia Hefziba en la capital del estado al ser el predicador invitado de la Iglesia El Restaurador en el marco de los diez días de la campaña “Lo que el vino a buscar” evento organizado por La Alianza Evangélica de Ojinaga en su cuarto día de campaña ayer.
La verdadera hambre de Dios proviene de una revelación del temor del Señor. Cuando estás cimentado en el temor del Señor, quieres que tu vida lo bendiga, por Él, más que para tu propio beneficio. Nuestra hambre se alimenta sabiendo que Jesús es el centro de nuestra salvación y no nosotros mismos, explicó el Pastor Luis Villa.
Es al sentir hambre del Señor cuando buscamos conocerlo más, y Él nos revela de su persona, y nuestra sed por Él continúa creciendo. La paradoja es que el Señor nos satisface en todo momento, pero al mismo tiempo incrementa nuestra hambre y sed por Él. Entre otros conceptos.