*Claudia Sheinbaum y la manipulación discursiva.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha adoptado al pie de la letra los modos, usos y costumbres de su mentor político e inmediato antecesor, el ahora expresidente Andrés Manuel López Obrador. La mandataria utiliza con insistencia la expresión humanismo, pues cada vez que puede, en sus narrativas mañaneras dice que ellos -los gobiernos de Morena- son humanistas y actúan en beneficio del pueblo. Viendo de manera objetiva y crítica la realidad actual de México, habría que formular varias preguntas: ¿Acaso es humanista lo que han hecho al reformar la Constitución para eliminar la división de poderes, y acabar con la imparcialidad de los nuevos jueces, magistrados y ministros a fin de que resuelvan -bajo consigna política- los juicios de amparo -cuya finalidad es servir a cualquier mexicano como medio de defensa jurídica ante violaciones a sus derechos humanos-?; ¿Es un acto humanitario reformar la ley suprema para eliminar al Intituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), y suprimir así el derecho humano de acceso a la información pública gubernamental, que nos asiste a todos los mexicanos?
¿Es un gesto de humanismo poner en riesgo a través de dichas reformas constitucionales la captación de inversiones, el empleo, el crecimiento de la economía y el bienestar de México – y de los trabajadores y empresarios mexicanos, y las familias de todos ellos-, pues tales reformas desalientan la inversión -nacional y extranjera- y contravienen al Tratado de Comercio de México con Estados Unidos y Canadá (TMEC)?. No, definitivamente no; éstos no son actos de humanismo, sino autoritarias y perversas decisiones basadas en ideas retrógradas, que vulneran la esencia del humanismo -cuya doctrina está constituida por los valores que dan sustento a: los derechos humanos, el Estado de derecho, las libertades cívico-políticas, la libre empresa y la democracia-. El gobierno está cancelando gradualmente estos valores en México, y mediante un discurso manipulado pretende hacer creer lo contrario.
La presidenta Sheinbaum también incurrió en dicha manipulación discursiva luego de que la revista Time la nominara como candidata a recibir el reconocimiento “Persona del Año 2024”, en virtud de ser la primera mujer en ocupar la Presidencia de México. El referido galardón no reconoce acciones colectivas sino cualidades individuales, por lo que no se otorga a corporaciones, partidos políticos o gobiernos, sino a personas físicas. Sin embargo -con el proverbial oportunismo político que tanto ella como su inmediato antecesor han demostrado al intentar acomodar (manipular) conforme a su interés ideológico cada circunstancia que se les presenta-, cuando fue cuestionada al respecto, la presidenta dijo que tal nominación no es un reconocimiento personal, sino al trabajo de ella y su equipo de colaboradores; y añadió que su gobierno pretende dar continuidad a un modelo de desarrollo basado en cercanía, honestidad y resultados. Astuta maniobra discursiva, sin duda, pero igualmente deshonesta.
Ante la superficialidad e inexactitud de estas últimas declaraciones, también es pertinente adoptar un postura analítica y crítica, para reiterarle a la presidenta que el citado premio se otorga a mujeres u hombres solo en virtud de sus particulares circunstancias personales, y no por el desempeño de las instituciones, gobiernos o partidos a los que representan. Asimismo, habría que recordarle a la mandataria, que no existe fundamento para afirmar que todo lo hecho durante el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador sea un modelo de desarrollo, o que sea digno de darle continuidad, o que tenga las características de cercanía, honestidad y resultados que ella le atribuye.
Para corroborar la inverosimilitud de esta afirmación que hace la presidenta, basta recordar los discursos de odio clasista entre los mexicanos, que pronunciaba a diario López Obrador, así como la corrupción, la opacidad, el sospechoso sobregiro presupuestal, el despilfarro, el sobreendeudamiento del país, el debilitamiento de las finanzas públicas, y el engaño y negligencia que marcaron a su administración, y fueron principalmente notorios en casos como el manejo de la pandemia de COVID-19; el fraude en SEGALMEX; el Tren “Maya”; la Refinería “Dos Bocas”; la Mega Farmacia del Bienestar; el INSABI y el desabasto de medicinas y equipo médico, y la obsolescencia de la infraestructura del sistema nacional de salud; el desmesurado aumento de la deuda pública, y el desbordamiento de la inseguridad, delincuencia e ingobernabilidad en todo el territorio nacional. ¿Es esto un modelo de desarrollo al que se deba dar continuidad? ¿Puede esto merecer la calificación de ejercicio gubernamental con cercanía, honestidad y resultados?.
Presidenta Sheinbaum: distorsionar la verdad -y mentir- para favorecer intereses político-ideológicos particulares es una grave falta de ética, y también una ofensa a la dignidad e inteligencia del público, sobre todo, cuando en ello se utiliza la investidura presidencial. El respeto al pueblo es la norma principal que debe regir la conducta de cualquier gobernante. Todas y todos los mexicanos merecemos respeto.
Miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua, A.C.