• CONAGUA… entre la opacidad y la violencia.
• Esther Orozco… una chihuahuense ejemplar.
Pese a la serie de escarceos violentos y negociaciones políticas que se han dado en torno al conflicto por el agua protagonizado entre el gobierno federal y los productores agropecuarios de Chihuahua, la situación aún dista de resolverse luego de medio año en roces entre las partes. Ante el problema la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) se ha mostrado, por lo menos, tímida y carente de oficio político, pues en varias ocasiones los usuarios del agua para riego agrícola, así como algunos legisladores federales, se han quejado de la informalidad y el incumplimiento de acuerdos en los que ha incurrido dicha dependencia gubernamental.
Los hombres y las mujeres del campo de Chihuahua no están dispuestos perder el agua, cuya existencia y disponibilidad representan para ellos una de las principales materias primas de su actividad, y por ende, el sustento de sus familias. Los airados enfrentamientos con funcionarios federales y elementos de la Guardia Nacional, ocurridos de enero a la fecha, en la presa “La Boquilla”, y en los municipios de Delicias y Ojinaga, así como en la presa “Las Vírgenes”, del Municipio de Rosales, son evidencia de ello. Por su parte, el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador ha reforzado la presencia armada en las presas chihuahuenses mediante el envío de más elementos de la fuerza pública.
El supuesto meollo del problema es el compromiso de pago de agua a los Estados Unidos con base en el tratado de aguas internacionales firmado entre ese país y el nuestro en 1944. Los productores sostienen que el pago anticipado de agua no está justificado, pues afirman que conforme al tarado la entrega correspondiente a este año debe efectuarse a finales del mes de octubre. El Gobierno de la República no ha sido claro en su respuesta a la exigencia de los productores agropecuarios, pues solo ha dicho que México tiene que pagar ahora el líquido a su vecino, y que el abasto de agua para el actual ciclo agrícola está garantizado. Es necesaria una solución política, seria y eficaz, que surja del consenso entre las partes. Pese a que Chihuahua -y buena parte del país- enfrenta una sequía ante la escasez de lluvia, la CONAGUA ha continuado extrayendo millones de metros cúbicos a las presas de nuestra entidad. Mientras no se llegue a un acuerdo entre las partes en conflicto este seguirá a la deriva, moviéndose entre la opacidad y la violencia.
Una de las mujeres chihuahuenses que ha trascendido en virtud de su notable trayectoria académica y científica pública, es Esther Orozco. Con estudios de licenciatura en Química, y doctorado en Biología Celular, la doctora Orozco ha logrado dejar huella. Su currículum es amplio y relevante. Entre sus antecedentes se halla haber ocupado el cargo de rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. También ha sido objeto de reconocimientos a nivel nacional e internacional. Forman parte de sus sonados galardones el Premio Nacional Miguel Otero, de la Secretaría de Salud (1985); la Medalla “Louis Pasteur”, de la UNESCO y el Instituto Pasteur (1998); el Premio “Mujer del Año 2004”, en el área de salud, otorgado por la corporación Master Card y la revista Glamour (2004); y el Premio “Mujeres en la Ciencia” de la UNESCO y L’Oreal (2006).
Sin imponer obstáculos a sus derechos y aspiraciones personales, Esther Orozco también ha incursionado en el terreno político. En 1998 fue candidata al gobierno del Estado de Chihuahua, por el Partido de la Revolución Democrática. Hoy, la destacada científica chihuahuense de talla internacional, coordina a un grupo de 18 investigadores, quienes en representación de la ciencia en nuestro país se hallan trabajando dentro de un proyecto orientado a encontrar una vacuna contra el coronavirus. Esther Orozco es, indiscutiblemente, una chihuahuense ejemplar.