Descontrol pandémico -Se dijo; nada se hizo -Camioneros fariseicos -Deivid justifica pecados
NO SE TRATA de caer en el alarmismo y mucho menos provocar una psicosis colectiva, cuando se encendieron las luces ámbar el primer día del año con un registro 444 nuevos contagios; ayer, tres días después, la cresta pandémica, llegó a las 778 en un solo día.
Números de terror, sin intentar ser fatalistas. Son consecuencia de las pachangas en casa, las atracciones en eventos navideños propiciadas por los gobiernos, más la vendimia y el consumismo de temporada.
La cuarta oleada en Chihuahua con o sin Ómicron, debió ser contenida en la primera semana de noviembre, pero se le dio vuelo a la hilacha y nunca hubo un dique.
Todos somos parte de lo que ahora ocurre, sólo había que ver qué parte del pastel nos corresponde, por lo menos en sus rebanadas mayores, como sociedad y como gobierno.
A estas alturas del partido y con estas cifras de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos, sólo hay que esperar que la cifra aumente de manera muy considerable.
Los números actuales, que ahora se presentan, son parte de las posadas, la Noche Buena, con corte a Navidad.
Hay que esperar el Año Nuevo y hasta los Reyes Magos, para conocer la realidad, por lo menos la oficial.
El Sector Salud, lo advirtió en tiempo y seguramente en forma, lo cuestionable es qué si ya lo tenía en el presupuesto, no se actúo en consecuencia.
Lanzar temas de prevención y hasta alertas en esta emergencia sanitario, siempre será como pedirle al adolescente rebelde que deje de serlo, sin imponer medidas correctivas.
Para el caso se conoce que fueron decisiones políticas vinculadas a las económicas y pues ahí están las consecuencias.
Buscar responsables, ya es lo de menos, el odiado bicho estará en casa, sino no es que ya se encuentra.
El llamado y no es a misa es a que en lo individual, familiar y entorno laboral y de amistades nos cuidemos, no es mucho poder-hacer.
Eso equivaldría a echarle agua bendita al chamuquín disfrazado de virus, con tufo de azufre.
DICEN los concesionarios del trasporte urbano que ahora sí, se van a portar bien ante el incremento de contagios del coronavirus y sus variantes.
Casi firmaron el compromiso ante la Dirección del Transporte Urbano y la Subsecretaría de Gobierno, antes Gobernación, hace unos días cuando colocaron a la capital en color naranja.
El deseo es que los transportistas realmente se comprometan y cumplan, por el bien de los usuarios del transporte y sus familias.
Aunque hay una duda manifiesta, pues durante dos años fueron omisos. Nunca respetaron el aforo, la sanitización por cada vuelta la unidades, el uso del cubrebocas y la distancia obligatoria.
Por qué antes no cumplieron y ahora sí; es la pregunta dudosa de cajón.
Por lo pronto, ayer como siempre se observaron las rutas repletas de pasajeros, en asientos y de pie en los pasillos; además se cortaron a las 20 horas, provocando aglomeraciones de usuarios en las paradas.
La verdad de las cosas, ya no se sabe si existe una rebeldía entre los choferes, quien literalmente hace lo que quieren, tal vez, en complicidad en los propietarios de los camiones, o un en valemadrismo de ambos.
Por cierto que, el fenómeno de camiones sardina, también se observó en los camiones Bowí, esa ruta troncal que controla y opera el Gobierno del Estado.
Como lo señalaron varios quejosos usuarios, esa ruta -la troncal- es la que debería poner el ejemplo, pero no sucede así.
POR CIERTO que al retornado al más acá, otra vez como director de Trasporte del Gobierno del Estado, David Holguín, se le ha ocurrido la brillante idea de lo que los ciudadanos usuarios de los camiones, se organicen para que, con tiempo, aborden los camiones y eviten concentraciones masivas.
Muy buena idea, la cuestión es que el sesudo funcionario, no dice cómo se deben o pueden organizar.
Por lo tanto podríamos suponer, que por rutas laborales, por edades, estatura, por domicilio o por sexo.
Que una sociedad esté organizada siempre representa un avance, en todos los sentidos y actividades.
Pero por qué no organizar al trasporte público, para el caso, cuando el estado es el rector y tiene el sartén por el mango.
No sería más fácil poner orden en las 700 unidades que operan el la entidad el lugar de pedir a más de 400 mil usuarios que se pongan de acuerdo entre ellos.
Brillante idea del funcionario, con la que anticipa que, ahora tira el balón covidezco a la cancha de los pasajeros, o tal vez, pretende justificar a los camioneros.
Lo peor de caso es que busque justificar su ineficiencia, la que por cierto ya acreditó durante el corralato y certificó en estos tiempos pandémicos.