AYER se presentó la Comisión de Recepción de María Eugenia Campos Galván, ahora sin ella tras la orden de Corral de no recibirla, en la Secretaria General de Gobierno, en un encuentro más o menos cordial, con sonrisas y caras largas.
Y es que al secretario de gobierno, Fernando Mesta Soulé, no le quedaba de otra, el tiempo se agota y se trata del área gubernamental, en donde por lo menos de manera indirecta, depende el resto del aparato burocrático.
Fuera de la foto oficial, cordial y conciliadora, llamó la atención que en equipo estuviera ahora al mando del exsecretario del ayuntamiento de la capital, César Jáuregui Moreno, lo que luego levantó naturales suspicacias de que él podría ser quien sustituya a Mesta.
Pero además, apareció otro exsecretario, como si Jáuregui necesitara refuerzos, Eloy García Tarín, funcionario con Marco Adán Quezada como alcalde.
García Tarín se sumó en la intercampaña al proyecto de Marco Bonilla Mendoza, colateralmente con la misma Maru Campos.
No obstante, el que más atrajo la atención, fue el coordinador de los diputados panistas en el Congreso local, Fernando Álvarez Monje, corralista y maderistas de hueso colorado.
El diputado dijo, juro y perjuró que iban a descarrilar a Maru Campos. Lo afirmó antes de la elección interna, antes de la campaña; ahora tras el triunfo pues ya no dice nada, por algo será.
Tal vez el reclamoso twitt del gobernador Corral, en contra de los desleales, traidores y busca chambas, incluye al converso legislador.
POR CIERTO que ayer en sesión de Cabildo local, se aprobó de manera unánime la separación definitiva de la alcaldesa con licencia y ahora gobernadora electa, María Eugenia Campos Galván.
La licencia implica que la alcaldesa en funciones María Angélica Granados, es oficialmente la presidenta municipal de la capital, por lo menos hasta el nueve de septiembre, cuando concluye el mandato de Ley y por lo tanto le entregará la estafeta a Marco Bonilla alcalde electo.
No faltó por ahí quien supuso que Maru Campos regresaría por tres meses a dirigir el ayuntamiento, lo que se antojaba imposible, salvó que haya sido derrotada en la campaña.
Dos meses y una semana, es un tiempo corto en demasía, para recibir el tigre con muchas rayas, sin pies ni cabeza, que le dejará Corral a su sucesora.
COMO dicen en el pueblo, algo se traen Alex Domínguez y Reyes Baeza, cuando se reúnen en privado en un lugar público y con la sucesión de la dirigencia priísta a 60 días.
Compas y priístas de larga trayectoria, cierto, pero en política las casualidades no resisten un análisis a casuístico.
Alejandro Domínguez, presidente interino del PRI, quiere continuar en la dirigencia y dejar el interinato, esa puede ser una buena razón para buscar el liderazgo del exgobernador en la región centro sur y en otras de la entidad.
La otra es que, el grupo de Reyes y Fernando Baeza, -exgobernadores- estén con la idea de que otro deliciense debe dirigir el PRI, después de que hace casi dos décadas lo hiciera Oscar Villalobos.
En esa hipótesis surge (de nuevo) el nombre de Guillermo Márquez Lizalde, a quien trayectoria le sobra y en las recientes campañas incluyendo la de la gubernatura, fue el coordinador general.
Así se mueve la sucesión priístas, sin descartar otros liderazgos que ya han levantado la mano.
Lo bueno es que hay para escoger y repartir, decía el filósofo de Rubio: El PRI gobernará desde las alcaldías, el 46 por ciento, en los próximos tres años. De ese tamaño es la querencia y valía de la dirigencias estatal.