El horror del predio Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, activó la discusión pública sobre violencia, desapariciones y narcotráfico. Es una espantosa tragedia que sacudió la conciencia social de muchos mexicanos, pero no de la senadora por Chihuahua, Andrea Chávez, del partido oficial. Ella entró al debate con una declaración cínica e inhumana; responsabilizó al ya lejano pasado calderonista, politizando el dolor de las familias enlutadas: “Andrés Manuel López Obrador y la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, de manera consecuente, muy responsable, desde muy temprano todos los días, están intentando apagar el fuego que un pirómano llamado Felipe Calderón incendió, siendo presidente de la república”.
Estarán intentando apagar el fuego de la violencia y el crimen organizado a cubetazos de gasolina, porque los muertos en el sexenio de Calderón cerraron en poco más de 122 mil, pese a la guerra feroz que desató. En cambio el criminal abrazos no balazos de López Obrador, mantenido contumazmente contra todo sentido común y de responsabilidad, completó casi 200 mil muertos y cincuenta mil desaparecidos. Ha sido la mayor cifra, por mucho, desde que existen registros oficiales.
El fuego del que habla la senadora está encendido y avanza quemando amplias franjas del territorio nacional. Lo visto en Teuchitlán es una muestra espantosa de la descomposición nacional alcanzada en sólo seis años, pero no es la única. En noviembre del 2023 buscadores encontraron otro predio a unos kilómetros de Reynosa, Tamaulipas, donde sacaron “kilos y kilos de huesos”. Ese fuego del crimen se expandió, literalmente, a cada rincón del país, incinerando la tranquilidad de millones y dejando enlutados a cientos de miles.
¿Cómo se atreve la senadora a decir que lo están apagando, si nunca estuvo más avivado que ahora?. Es porque forma parte de la pandilla cómplice. Hay registros de otras declaraciones de cinismo absoluto, durante la discusión en comisiones sobre reformas a la Ley de la Guardia Nacional, defendió la cultura de muerte intentando negar los hechos más evidentes: “¿Acaso estamos en una situación similar (a la de Felipe Calderón)? Claro que no. Se habla de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, tortura, pero eso ya no sucede en nuestro país”.
Volvemos a lo mismo, ¿desapariciones forzadas? Pues nada más cincuenta mil en el gobierno de López Obrador, senadora; ¿ejecuciones extrajudiciales? Casi 200 mil, entre ellas la de un diputado federal por Morena, Melesio Cuén, atribuida a un gobernador también de su partido, así como decenas de candidatos a cargos de elección popular, presidentes municipales en activo, militares, miembros de la Guardia Nacional. Nada menos ayer sicarios del mal emboscaron y asesinaron a cinco militares. Pero eso ya no sucede en nuestro país, según la senadora Chávez. Quién sabe en qué país viva ella, pero en el México real la cultura de muerte por los abrazos sigue lastimando a la sociedad, todos los días.
¿Cómo es que una joven senadora con todo el futuro por delante, hasta donde se todavía no cumple 30 años, se atreve a dejar constancia pública de tamañas estupideces, sabiendo que sus palabras son mentiras evidentes y que, además, la gente sabe que miente?. Sólo tengo tres explicaciones racionales: o por ignorancia de feligrés devota, que ve un México de maravillas donde hay muerte y dolor: o es cómplice de la criminalidad que pretende negar a costa de su propio descrédito; o se ha prestado al peor juego de la facción que representa, esperando verse recompensada con mejores cargos.
Me inclino a pensar en la tercera opción, complicidad con la facción. Ella quiere ser gobernadora de Chihuahua y encontró que su camino para lograr el objetivo es agradar a quienes la han llevado de la mano en su carrera política, importándole tres cacahuates lo que piensen los chihuahuenses. En Chihuahua y sobre todo en Juárez, como en el resto del país, sufrimos por la violencia de las organizaciones criminales concentradas en su campaña de muertes, secuestros, extorsiones, asedio en ranchos, negocios ¡y la senadora niega la espantosa realidad en debates públicos¡. ¿Cómo?.
Sin darse cuenta, Andrea Chávez quedó atrapada en un juego perverso que la supera y del que ya no puede sustraerse. El grupo al que pertenece Adán Augusto López, su protector y estratega de campaña, decidió enfrentar a la presidenta Claudia Sheinbaum, temerosos de que ceda a las exigencias de Trump sobre la entrega de narcopolíticos. En la lista de políticos extraditables, se dice, está nada menos Adán Augusto. Lo entregan o pierde la coordinación y los planes de la senadora Chávez desaparecen como pasto seco consumido por las llamas. Es el mismo grupo que López Obrador dirige desde las sombras, por conducto de su hijo Andrés. En esa feroz confrontación de las alturas quedó en medio la senadora Chávez, fatalmente obligada a satisfacerlos incluso negándose a sí misma. Ambición incontenida.