Un país de vileza y cinismo incuba decadencia política, en decadencia prospera la corrupción; la corrupción exige complicidad y la complicidad se forja en la impunidad. En ese círculo de perversidad aviesa cayó México cuando el expresidente, hoy radicado en Palenque, decidió institucionalizar la corrupción y el cinismo como elementos sustantivos de su gobierno. Las consecuencias han sido catastróficas para millones de mexicanos, de satisfactoria dádiva para otros tantos. Nos dejó atados a su egolatría de perfecto decadente, orgulloso de la peor deuda pública desde que tiene registro la Secretaría de Hacienda, 131,738 mil pesos cada mexicano, y congratulado en su complicidad con los criminales. Es la herencia que recibió Claudia Sheinbaum Pardo, el testamento que ordena continuar con el plan de la destrucción nacional. Es la maldición de un país arrastrando instituciones desvencijadas, de una sociedad timorata y confrontada.
Hoy que el Imperio amenaza con hacer colapsar nuestra economía, debemos aceptar que Donald Trump tiene plena razón cuando dice que “Las organizaciones mexicanas de narcotráfico, principales traficantes de fentanilo en el mundo, operan sin obstáculo debido a una relación intolerable con el gobierno de México, que les proporciona refugio seguro para su negocio de las drogas”. La presidenta CSP rechazó y desmintió la grave acusación, haciéndose la víctima. Hace bien en rechazarla, pero no puede desmentirla, es una verdad evidente a los ojos de todo mexicano libre con el menor sentido de critica. En su vehemente desmentido ignora otra verdad incuestionada, el origen de los señalamientos que hacen la Casa Blanca y el presidente Trump está en denuncias previas de López Obrador. Fue primero en decir que México es un narcogobierno, lo dijo reiteradamente cuando el presidente era Felipe Calderón.
En esa debilitada posición dejó a la presidenta CSP, atrapada entre el deber ser de su compromiso con los mexicanos y la complicidad política de verse obligada a protegerlo contra todo sentido racional. El gobierno de los Estados Unidos lo ha dicho de diversas maneras y a través de varios voceros; los aranceles no son por una guerra comercial, es decir están cómodos con el TMEC, son una exigencia para que el gobierno de México actúe contra las organizaciones criminales y sus cómplices en el gobierno. La presidenta entiende la exigencia y sabe cómo satisfacerla, no puede hacerlo por que implicaría detener y entregar a los Rocha Moyas, a los Adanes, a los Rutilios, a los Salgados, a los Blancos y a una larga lista de gobernadores y políticos encumbrados del régimen, asociados con las bandas criminales al amparo de López Obrador.
No puede, CSP, ni tan sólo entrar a la discusión pública sobre el tema. Es la mejor descripción del pedo en la sala; todos lo huelen, todos se incomodan, todos cruzan pícaras miradas pero todos fingen ignorarlo porque lo atribuyen a la dueña de la casa. En vez de actuar como Jefa de Estado, ella decidió acogerse a la estrategia que satisface al expresidente; la politiquería populista de un mitin de acarreados en el Zócalo, arropada en la socorrida narrativa patriotera desde que iniciaba la crisis. ¿Que arreglará el domingo del mitin? Nada, absolutamente nada y lo sabe, sólo que necesita abrazarse de la Bandera y entonar enjundiosa el Himno Nacional como reivindicación de su nacionalismo, en sustitución de obras concretas que apacíguen al acosador. Está políticamente incapacitada para actuar contra los narcogobernadores del obradorato, hacerlo significa levantar las enaguas y dejar expuesta la inmundicia del líder del Movimiento que la encumbró hasta la presidencia del país.
Sin embargo, la carga hace andar al burro, la presión del Imperio sube cada día de intensidad. Pronto llegará el momento en que la simulación sea imposible, entonces tendrá que adoptar una decisión definitiva; o sigue protegiendo al responsable de “la relación intolerable” o cumple con los mexicanos. Si opta por seguir defendiendo a López Obrador, habremos iniciado el camino sin retorno a Venezuela. Entonces, en vez de cantar el Himno e invocar los vanos conceptos de soberanía, responsabilizará a Trump y a los Estados Unidos de todos nuestros males. Sigo pensando que hay espacio para la esperanza, no depende de Trump, sino de Sheinbaum.
Rompeolas
Los políticos del régimen gozan regodeados en la mediocridad, intentando construir una sociedad de incompetentes, donde esfuerzo, disciplina, dedicación, capacidad sean inadmisibles como instrumentos de movilidad social. En Ciudad de México el sistema Bachilleres aplica una prueba piloto según la cual los alumnos son aceptados o rechazados por el método de la tómbola, despropósito que pretenden llevar a todo el país y después a las universidades públicas. Aquí en Chihuahua una diputada de Morena propone eliminar el examen de admisión en Bachilleres, con la estupidez de que no define las capacidades del alumno. Esta diputada de apellido Rentería defiende su derecho a la ignorancia y encima quiere rebajar a los estudiantes a categoría de burros. Difícil entender esas mentes retorcidas y lo peor de todo es que ponderan su estupidez como si fuese virtud.
…………………….
¿Cuánto vale Canaco?, pregunto porque algún valor debe tener si Maurilio, Omar Rentería y un reducido puñado de consejeros pelean la presidencia como los perredistas la única pluri que tenían. Sentados sobre los estatutos y haciendo uso de triquiñuelas conocidas, intentan sacar a Alejandro Lazzarrotto como candidato de “unidad”. ¿Unidad de quién?, pues de esa pequeña mafiecilla que se apoderó de la Cámara años atrás y desde entonces la maneja como si fuese de su propiedad. Sahír Rentería, aspirante a la presidencia, denunció el intento de albazo con la esperanza de que abran la elección a una competencia democrática. Difícil, los pequeños hacen pequeñeces y ese grupito está muy feliz destrozando la credibilidad e importancia que alguna vez tuvo Canaco.
…………………….
Es triste ver como los edificios públicos son cubiertos para evitar que los destrocen las activistas del M8. ¿En qué momento se perdió la autoridad de contener los impulsos vandálicos hasta en Palacio de gobierno (hace dos años casi lo incendiaron)?. El movimiento anárquico y violento de un puñado no contribuye a dignificar ni proteger a la mujer, ni siquiera es genuina expresión feminista. Más que todo es un desahogo de las “vestales” superiores contra la gobernadora Campos, a quien no perdonan el hecho de haber ganado la gubernatura contra ellas. ¿Alguna vez tocaron Palacio de gobierno durante la administración de Corral, quien les permitió cogobernar a su lado?. Nunca, entonces las jóvenes eran muy bien portadas y las vestales felices apoltronadas en el presupuesto estatal.