De la complicidad entre el expresidente anterior y las organizaciones criminales el episodio que más se recuerda es cuando, dándole trato de matrona, saludó a la mamá del Chapo Guzmán y mostró inusual confianza con el abogado del capo, quien lo condujo abrazado al vehículo de la señora. El otro gran episodio está relacionado también con el cártel de Sinaloa, el famoso culiacanazo, cuando aceptó en una mañanera que personalmente ordenó la liberación de Ovidio Guzmán, “para evitar más derramamiento de sangre”.
Pero la declaración más cínica sobre su complicidad con el crimen la hizo en mayo del 2022. En una mañanera dijo que también protegía “a los integrantes de las bandas, por que son seres humanos”. Lo hizo en el contexto de una vergonzosa persecución a elementos del Ejército, en Michoacán, por parte de criminales. En ese momento el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas puso al Ejército Mexicano en el mismo nivel que los sicarios del mal, quienes ciertamente son seres humanos, pero que asesinan, secuestran, envenenan, extorsionan a otros seres humanos. A ellos les dio trato de iguales con el Ejército. Era el cénit de su megalomanía, cuando podía hacer y decir cualquier estupidez y sus devotos aplaudían.
No viene al caso seguir reseñando episodios de complicidad entre el expresidente y los criminales del país, especialmente los del grupo Sinaloa, la historia de amor entre ambos está muy bien documentada. Dejó testimonio a lo largo de todo su sexenio, desde que empezó con aquella declaración de que se acabó la guerra porque ahora estaba buscando la paz. En cuanto inició su sexenio hizo una claudicación voluntaria renunciando al uso legitimo de la fuerza, sin exigir a las organizaciones criminales absolutamente nada, los empoderó como ningún otro presidente antes que él, teniendo el descaro de presumir su alianza con ellos.
Por eso causa pena ver a la presidenta Sheinbaum hacer malabares intentando responsabilizar a Felipe Calderón sobre la acusación de la Casa Blanca, de que el gobierno mexicano tiene una alianza con los cárteles de la droga y les proporciona refugio seguro para que trafiquen drogas ilegales. La presidenta se aventó la puntada en su mañanera pensando que tiene la misma credibilidad que tuvo el anterior, quien podía decir que el sol sale de noche, los cocodrilos vuelan, las brujas son palomas mensajeras y sus devotos lo daban por cierto. No, la presidente se ve ridícula, carece de carisma y credibilidad.
Aquí lo paradójico es que mientras el responsable de que México sea un paraíso del crimen y el gobierno socio activo de los cárteles, sigue mandando desde un lugar oculto sin atreverse a dar la cara, la presidenta tiene que lidiar con amenazas de incursiones militares de los Estados Unidos en territorio nacional y la imposición de aranceles que destruirían nuestra economía llevándonos a la época de la fayuca y la economía informal. Le dejó una herencia de muerte, el país a punto de la intervención extranjera y siguen dándole trato de líder moral. El síndrome de la mujer golpeada, pégame pero no me dejes.
Y el señor escondido, porque sabemos lo que hace Peña Nieto, cada día con novia nueva, sabemos que Calderón y Fox sacan la cara de vez en cuando jugando al demócrata, sabemos que Salinas viaja entre España y México atreviéndose a dar la cara muy rara vez, sabemos que Zedillo trabaja en Harvard, asesora empresas globales y de vez en vez endereza criticas contra el régimen. Pero el innombrable del pasado reciente permanece oculto a la opinión pública, negado a dar la cara y responder por el tiradero que dejó en el país. ¿Está en Cuba, en la chingada, en Palacio Nacional?. Nadie fuera de su círculo más intimo lo sabe.
En lo que él se esconde, en Sinaloa los muertos diarios se cuentan por decenas, el turismo está paralizado, la agricultura temerosa y un gobernador cómplice asido de un clavo ardiendo con tal de no renunciar. En su estado natal, Tabasco, las muertes violentas se incrementaron más del 300 por cinto y el gobernador actual responsabiliza al anterior, hoy senador de la república y su operador principal, de complicidad con los criminales. En Chiapas miles de familias han sido desplazadas por las bandas, con niveles de muerte y violencia mayor a los tiempos del zapatismo. El robo de combustible creció a tal punto que ahora es más redituable que el tráfico de fentanilo.
Así podemos seguir con todo el país, no hay un trozo de territorio nacional donde la mano del crimen esté ausente. Y es él, ese presidente cínico e irresponsable que abdicó de sus deberes de proveer seguridad a los mexicanos, el mayor responsable. No Calderón, no Peña, no Zedillo, no Fox, no Salinas. Calderón y los demás tienen su parte de responsabilidad, por supuesto, pero el que los hizo sus cómplices y les concedió impunidad absoluta para desplegar sus actividades delictivas es el expresidente cuyo nombre me resisto a mencionar, por el enorme daño que causó a los mexicanos.
No soy partidario de que intervenga el Imperio, siempre que lo hizo nos fue fatal. Pero si mañana, como han amenazado al decir que borrarán a los cárteles de la faz de la tierra, somos víctimas de nuevas expediciones punitivas, el primero y mayor responsable será quien hizo de las bandas sus aliados, socios, financistas y operadores electorales. Ese cobarde que se oculta a la vista de todos, pero deja sentir su presencia nefasta a través de testaferros anclados en Palacio Nacional, el Partido y las cámaras legislativas.