Los domadores en la jaula de leones inician sobrados el acto de dominio sobre las fieras y a medida que transcurre el espectáculo van perdiendo control, hasta que cierran apurados con el último azote, antes de perderlo por completo. Es parecido a la temporalidad del poder; los presidentes suelen abrir muy fuertes y al paso del tiempo su poder va deteriorándose, hasta perderlo casi por completo antes de entregar. En esa condición de política y poder está inspirado el mito de las tres cartas, evito citarlo por ser ampliamente conocido.
Claudia Sheinbaum Pardo presenta una condición atípica, inició su sexenio como una extensión del anterior, dando continuidad forzada a la herencia del ex presidente. La cascada de reformas constitucionales, algunas que le resultaban incómodas, como la Judicial, le llegaron impuestas del pasado. Su versión de Segundo Piso es, en realidad, el acatamiento voluntario u obligado del planes y proyectos ajenos, en tanto que son de otro no de ella.
Siguiendo por nota las instrucciones recibidas por el ex que la impuso estuvo hasta el martes cinco de noviembre del año pasado, cuando Donald Trump ganó la presidencia de los Estados Unidos y ratificó la narrativa electorera de odio contra México y su gobierno, acentuado hasta el delirio a partir del 20 de enero, cuando juró el cargo en una ceremonia donde ratificó sus ideas supraracistas. Entonces impuso agenda en México y parte del mundo, siendo nuestro país uno de sus villanos favoritos.
Es una tragedia política para la primera presidenta, con A, del país. Las primeras semanas concentrada en cumplir con el pasado reciente, a partir de noviembre y más específicamente de enero acosada por el nuevo líder del Imperio. Es decir, primero le impuso agenda el tlatoani tabasqueño y después el arrogante misógino del Norte, quedando ella entre los dos populistas demagogos de perfil autoritario, sin márgenes que le permitan actuar a plenitud como presidenta de todos los mexicanos.
Ningún presidente de México inició su sexenio en situación política tan precaria como CSP. A Zedillo, y al país, se le vino el mundo encima tras los llamados errores de diciembre, provocados por la soberbia de Salinas y la inexperiencia de Serra Puche, su primer secretario de Hacienda. Pero tuvo la habilidad de sobreponerse admirablemente rápido y aunque nos heredó el infame Fobaproa, en tiempo record sacó al país de la crisis y lo hizo crecer económicamente. Recompuso radicalmente de una manera ejemplar, considerando la crisis con que arrancó.
Para lograrlo enfrentó a Salinas obligándolo a guardar silencio y exiliarse en Irlanda, tras un ridículo intento de huelga de hambre, y su hermano Raúl pasó varios años en prisión, acusado de corrupción. Zedillo supo sobreponerse a las circunstancias adversas tomando decisiones valientes y oportunas que frenaron la veloz caída económica del país, de modo que hoy es el expresidente mexicano con mayor credibilidad internacional y autoridad moral en nuestro país. Supo hacer valer el poder del “Águila”, como le llaman los políticos chilangos.
¿Qué ha hecho la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo para rescatar su presidencia, mejor dicho, para iniciar su presidencia? Me causa pena reconocer que nada. Al contrario, parece satisfecha en papel de actriz secundaria: dejó que el jefe de la propaganda lopista coordine sus mañaneras, aceptó sus recomendados a los principales cargos del gabinete, le cedió el poder de las cámaras legislativas y el manejo de los partidos oficiales, principalmente Morena, y lo más abyecto, hizo suyas las herencias nauseabundas de complicidad con el crimen. Respeta de tal manera al expresidente que su conducta más que de agradecimiento parece de temor.
Con el soberbio y abusón de Trump no encuentra orilla, reaccionando forzada a cada uno de sus impulsos destemplados, y sin embargo es pertinente afirmar que le ha ido mejor. La deportación no es lo que describe su narrativa, los aranceles están sujetos a lo que haga contra las organizaciones criminales y sobre declarar organizaciones terroristas internacionales a los carteles de la droga no han hecho más. Mañana podrían desencadenar la tormenta, tiene suficiente poder para hacerlo valer cuando quiera, pero en los primeros días ha sido más verbo de odio que acción.
Triste papel de nuestra señora presidenta, empezó bailando al son tabasqueño y, sin haber impuesto su propio ritmo, la obligan a bailar polkas norteñas, advertida que de no bailarlas así le va.
Rompeolas
Uno pensaría que Canaco llegó a su nivel más bajo con un presidente autista e incompetente como Omar Armendáriz, probablemente el peor de las últimas décadas y vaya que ha tenido varios muy malitos. Pero hay evidencias para suponer que todavía puede caer más. En la cena de hoy para reconocer a empresarios destacados están los nombres de Daniel García Coello, Octavio Vázquez, Guillermo Luján Peña y Maurilio Ochoa Molina, todos empresarios exitosos y bien justificado el reconocimiento. El diablo está en que Armendáriz y un minúsculo grupo que se asume dueño de Canaco quiere impulsar para presidente a Maurilio Ochoa hijo, a quien tienen por responsable principal en la quiebra de sus negocios familiares y quien ocupó el cargo años atrás, generando sospechas de corrupción. ¿En serio Maurilio para presidente? ¿En serio una cena para promoverlo?. Es un tema que iré desdoblando de a poco, de ser el caso Canaco estaría convirtiéndose en chunga.
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Por repetir como perica guiones no ensayados, la principita en oficio de senadora tropezó con su lengua, feo. Quería exhibir a los “conservadores” con una exdiputada local del PRI hermana de un jefe criminal pariente del chapo detenido días atrás, preguntando con cara de ingenua ¿qué estuvieran diciendo ahorita los conservadores si esa diputada fuese de Morena?. Ahí mismo le aclararon: senadora, ¿se refiere a María Eugenia Medina? Si, a ella. Bueno pues es de Morena, ya se fue a Morena, le respondieron. Bueno, mire, es que, bueno, yo no se a donde se fue. Yo si, a Morena, dice la misma voz. Ahí se calló nuestra campeona virtual. Eso de hablar por encargo tiene sus consecuencias. Busquen el video en redes, está de risa.