Una desordenada discusión está en marcha en mesas de café, políticos y politiquillos de oposición se preguntan sobre ventajas y desventajas de ir, otra vez, en alianza con el PRI. Unos cuestionan la utilidad electoral contra los negativos del partido más odiado por los mexicanos, en los últimos años consistentemente perdedor. Otros ven el detalle de los números, están convencidos de que todavía tienen clientela suficiente para hacer diferencias. Sin proponérselo, el planteamiento general da la impresión que están obligados a elegir entre dos males; es malo ir con el PRI, peor sin él. Un asociado incómodo.
Pienso que la discusión es prematura e impertinente, el PRI del 2027 no será el PRI del 2024. Muy probablemente lo veamos en acuerdo electoral, pero con el régimen. Y no digo lo anterior por las conversaciones esporádicas que Alejandro Domínguez pueda tener con Ariadna Montiel, Cruz Pérez Cuéllar u otros. Alejandro no toma decisiones así, es más ni siquiera las toma Graciela Ortiz, encargada de la franquicia local. Ambos acatarían sin preguntar la instrucción de Alejandro Moreno, alito, y él es capaz de vender las siglas al mejor postor sin reparar en sutilizas. De hecho, hay quienes aseguran que ya es otro colaboracionista del oficialismo, vean el comportamiento de ciertos senadores y la forma como se envalentonó contra Noroña, otro despreciable.
También sobre la conducta de alito es innecesario discutir, llegado el momento hará lo que a sus intereses convenga. No a los intereses del PRI, no a los intereses del país, a sus intereses personalísimos y tiene mucho que proteger. Apuntado lo anterior y partiendo de lo que hay, es decir la simulación momentánea de ir juntos, ¿que sería lo más conveniente para la sincera oposición anti populismo, representada por militancia o coyuntura en PAN?. Es difícil responder la pregunta, porque ambas posiciones tienen razón; los números objetivos son en favor de la alianza, el desprestigio social del posible aliado incuestionable. ¿Que pesa más al momento de contar los votos?.
Frente a las dos opciones en discusión, propongo una tercer vía: alianzas con lo que llamo el priismo no alineado y los liderazgos regionales activos de probada eficiencia. En este PRI marginado de la vida interna, están los tres gobernadores presentables, Baeza, Patricio, Reyes. Ellos han dado puntuales muestras de querer involucrarse en la batalla de Chihuahua contra el populismo y no pueden hacerlo al interior de su partido, alito y sus representantes locales les cerraron las puertas. Por su condición de “ex” reclaman, sin decirlo, que les dediquen tiempo y diseñen espacios adecuados de participación. Su aportación sería valiosa hasta de consejeros o promotores activos contra el autoritarismo, es interesante lo que pueden decir.
Pero no son los únicos, hay exdiputados, expresidentes municipales, ex presidentes del partido que ahora están inactivos pero su experiencia los hace invaluables. Muchos de ellos, decenas en todo el estado han sido ignorados por el PRI de las siglas y desaprovechados por el PAN, no conoce de sus capacidades. Podría citar de corridito diez, hasta veinte nombres de priistas valiosos, sinceramente comprometidos con la libertad y la democracia cuya participación sería de importancia en campaña, están probados en batalla.
Si algunos de ellos se hubiesen involucrado en la campaña anterior, lo primero que hubiesen hecho era cuidar las casillas, complicando los chanchullos del régimen, sólo por mencionar un ejemplo. Sí, Morena ganó por la elección de estado y los millones tirados en todo el país, pero la diferencia tan holgada sólo se explica en razón de que aprovecharon las casillas desprotegidas. En Juárez mínimo metieron votos o alteraron las actas en el porcentaje que creció la participación. Allá jamás tuvieron esos porcentajes de votación, son resultados atípicos y en consecuencia sospechosos de fraude.
Esos priistas no quieren nada, ni van a pedir nada. Quieren involucrarse en la campaña por el gusto de hacerlo, porque ven con sincera preocupación la deriva del país hacia el autoritarismo, reniegan cuando comentarios superficiales comparan a Morena con el viejo PRI. Estos son destructores de instituciones, ellos eran constructores; ellos promovían la movilidad social, los de hoy el empobrecimiento. Encontrando la forma de organizarlos, aportarían más que el PRI de las siglas, son decenas de activos esperando el llamado.
Busquen la forma de involucrarlos activamente en campaña, hagan alianzas fácticas en ciertos distritos, ciertas alcaldías y tendrán los votos del PRI sin el costo de miles y miles de chihuahuenses que nada quieren con ese partido. Pero si quieren tener éxito, lo cual es muy factible dado el resultado de la elección anterior (los 850 votos en un espejismo que ni los de Morena se creen) involúcrenlos ya, esperar hasta las fechas electorales no tendrá caso, harán dos o tres reuniones sin el menor impacto. No tengan miedo, recuerden que en la pasada campaña estatal los priistas decidieron su voto por Maru mucho antes de que Chela declinase. Son militantes muy politizados, los que se fueron al populismo ya están allá, los que resisten continuarán resistiendo. Solo necesitan calorcito, dénselos y verán como responden.