Podría anular la propiedad privada e instaura en su lugar la propiedad social o comunitaria; cancelar el voto ciudadano y declarar hereditaria la presidencia del país. Podría desaparecer el Estado de Chihuahua, adicionándolo a Sonora; abolir el derecho a la libertad e instaurar como pensamiento universal el ideario del tlatoani. Podrían desaparecer la religión católica y obligarnos a profesar el populismo como acto de fe. Podrían hacer eso y más, dejando en absoluta indefensión a los ciudadanos. Ejemplos extremos como los anteriores es lo que escuché, entre ayer y hoy, sobre las consecuencias de la “Supremacía Constitucional”, reforma propuesta por los coordinadores parlamentarios de Morena.
¿En serio así, estás seguro de que no exageran?, pregunté a un académico de la Universidad. Su respuesta fue inapelable: es cuestión de que idioteces como las anteriores sean elevadas a rango constitucional y ningún mexicano podría rebatirla legalmente. Es precisamente la esencia de lo que significa “Supremacía Constitucional”, quedaría escrito en piedra lo aprobado por diputados y senadores, pudiéndolo modificar sólo ellos mismos. Contra lo aprobado en la Constitución no habrá recurso legal, amparo o controversia constitucional que valga. Los amparos quedarían para las leyes secundarias, en consecuencia desaparecido el Tribunal Constitucional.
Juristas y observadores encuentran en esta iniciativa perversa un intento desesperado del oficialismo por anular, desde ya, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ni los tiempos de su tómbola están respetando, resolvieron que los ministros son el enemigo del pueblo y deben purgarlos antes de que contaminen el pensamiento puro. Desaparecerlos, es la consigna, recuerde que también amenazaron con someter a los ocho ministros no alineados a juicio político, en su caso un proceso inquisitorio. Refrendan así su vocación intolerante y autoritaria.
Tras estas acciones francamente dictatoriales, estaría el innombrable que prometió irse a Palenque. Se supo, todo se sabe, que la orden de acelerar la reforma de la Supremacía, un segundo candado o doble garantía hacia la dictadura, y la pretensión del juicio contra los ocho ministros surgió de una reunión de los coordinadores parlamentarios y presidentes de las cámaras con la dirigencia del partido oficial, Luisa María Alcalde y, ya sabe, Andrés Manuel López Beltrán, cachorro del populismo y representante plenipotenciario de su señor padre en Palacio Nacional, Congreso y Partido.
¿Hasta dónde querrán llevar la purificación social, el ideario populista establecido en el Foro de Sao Pablo?. Sólo ellos saben, ¿Brasil, Argentina, Bolivia, Venezuela, Cuba?. Hasta donde quieran y ningún mexicano libre podrá hacer nada para impedirlo. Es su santa voluntad. Lo dije ayer, en nombre del pueblo todo lo pueden, todo lo saben, todo lo justifican. Aquí cabe muy bien una clásica: “es el pueblo, estúpidos”.
Rompeolas
El lunes pasado escribí que Santiago de la Peña no tendría problemas durante la comparecencia frente a diputados. Lo hizo bajo el razonamiento de que no está contendiendo por ningún cargo y sobre todo porque se ha manejado muy ecuánime como secretario, concentrado en resolver problemas. Pero jamás esperé que saliese en hombros de la Torre Legislativa, aplaudido por diputados del oficialismo, usualmente renuentes a reconocer méritos de “los conservadores”. Específicamente Oscar Avítia celebró la diligencia del secretario para resolver el tiradero que dejó Corral con el transporte en Juárez y lo felicitó por sus buenos modales. Las diputadas Aguilar, Rentería y otros se sumaron a las expresiones de Avitia, sin que hubiese voces discordantes. Por eso el lunes dije también Santiago es la revelación del sexenio, pues además deslizó (su formación de priista) los reconocimientos a la gobernadora Campos. Hoy supimos que los buenos oficios y su sensibilidad son reconocidos por propios y extraños.
………………
César Jáuregi, el panista mejor formado el gabinete, no es un político que sude calenturas ajenas o construya edificios sobre arena. Si ha desplegado una campaña en redes, como lo hace, es porque decidió ir en serio por la alcaldía, intención. Nada nuevo, él personalmente ha expresado esa intención, por lo menos año y medio atrás. Al ir por la presidencia, seguramente lo acompañaría en su proyecto Alfredo Chávez, coordinador de los diputados, también aspirante al cargo, dejando al inmaduro Loera chiflando en la loma. La única competencia interna que podría tener César, es Manque Granados, tanto por razones de género como por afinidad con “la jefa”, como suelen llamar a Maru. ¿O es que también está pensando en la grande?, queda la pregunta, sólo por polemizar, pues hay empresarios que quisieran verlo correr en esos carriles.
……………….
Portadas de influyentes medios nacionales y extranjeros, espacios estelares en programas de nocias generales y deportivas en radio y TV en varias países, redes sociales y comentarios de neófitos y cronistas experimentados destacaron el fallecimiento de Fernando Valenzuela, el inmortal “Toro de Etchohuaquila, un caserío empobrecido de Navojoa, Sonora. Todavía recuerdo la portada del New York Times, cuando logró su quinta blanqueada consecutiva en el estadio de los Mets: “Etchohuaquila 1- New York 0”. Échense ese trompo a la uña. Nunca habrá otro Fernando Valenzuela, protagonista de una historia digna de película. Sólo Julio César Chávez, otra leyenda del deporte, dió tantas satisfacciones al pueblo mexicano. Dios lo tenga en paz, no necesita estar en el salón de la fama, vivirá por siempre en el recuerdo y el corazón de los mexicanos que lo vimos lanzar sobre la loma, con su inocente mirada al cielo infinito.