*El testimonio de un católico
Soy un pésimo católico porque no practico mi fe como debería. Lo digo sin falsa modestia, quisiera practicarla como nos enseñaron. Nací católico y espero morir católico, es la religión de mis padres y confío en que sea por siempre la de mis hijos. Para mi, como para millones en todo el mundo, es la única verdadera.
Como periodista soy también muy tolerante, respeto la fe de cada quien. En India, por ejemplo, existe una comunidad en cuyo templo veneran a las ratas, esos diminutos roedores que a nosotros nos parecen repugnantes. En Jaifa hay una religión cuyo templo son unos jardines, preciosos jardines. Unos veneran ratas otros plantas, cada quien lo suyo, porqué burlarnos u ofenderlos.
No describiré la grotesca blasfemia en la inauguración de las Olimpiadas, millones en todo el mundo pudieron verla. Es una ofensa inadmisible que intentan justificar refiriéndola al “Festín de Deux”, otra blasfemia histórica. Nada justifica el insulto a millones de católicos, es un atentado perverso contra la fe de una comunidad agraviada durante milenios.
Tengo para mi que la grosería es parte de la campaña mundial contra la Iglesia Católica. Y debo decirlo, los autores intelectuales de esa campaña mundial y siniestra es el judaísmo internacional. Son ellos quienes, a lo largo de la historia, han pretendido desacreditar el cristianismo, especialmente en su versión católica. A nadie más atacan con tal sevicia que a la Iglesia fundada por Jesús, cuya cabeza es Pedro.
¿A propósito de qué la escena grotesca? ¿Les incomoda que millones en todo el mundo estén contra el aborto, en favor de la familia como la entendemos desde siempre?. ¿Qué los mueve hasta llegar a ese punto de ofensa, sin tener al menos un pretexto mínimo?. No existe ningún antecedente que lo explique, por eso digo y sostengo que es parte de la campaña mundial.
Son más tradicionalistas los judíos que los católicos y de ellos jamás nadie dice nada ni monta escenas en su contra. Si usted visita Israel se dará cuenta de que no puede comer una hamburguesa con queso ni en el aeropuerto de Tel Aviv, porque la instrucción bíblica, Antiguo Testamento, dice que “no cocinarás al cabrito en la leche de su madre”. Estando allá lo aplican parejo ya que los maestros de la Cabala concluyeron que no se puede comer carne y leche al mismo tiempo. Yo lo respeto, como también el hecho de que consideren pecado aplastar un botón del elevador o marcar un número de teléfono los sábados, porque ofenderían a su Dios, sería trabajo en sábado. Otra vez digo, cada quien, muy su fe.
Pero también exijo respeto a mi fe, es lo menos que puede exigir un católico. Para mi, como para millones, la “Ultima Cena” es la representación gráfica del momento en que Jesús decidió quedarse con nosotros, la instauración de la sagrada eucaristía. Es la Nueva Alianza, el fundamento de nuestra religión. Creo sinceramente que Jesús se quedó con nosotros esa noche santa. Es la esencia de nuestras celebraciones eucarísticas, el santo sacrificio no cruento de la Cruz. Me ofende que lo ridiculicen.
¿Qué les hemos hecho para que nos insulten de esa manera? Nada, absolutamente nada. Simplemente el judaísmo sigue considerando a Jesús un sectario, no perdonan el hecho de que millones hayamos abrazado sus enseñanzas y creado la mayor religión del mundo, mientras ellos siguen esperando a su mesías, siendo que lo rechazaron. Y sí, hasta ese punto quiero llegar, es la razón última de los ataques que vemos con frecuencia, como el más reciente de las Olimpiadas.
No soy un católico ciego ni acrítico. Con la misma vehemencia he condenado abusos de sacerdotes impíos: pederastia, gula, avaricia. Los he denunciado sin dificultad, aceptando sus abusos como una infamia y sabiendo que son más graves tratándose de pastores y guías espirituales. También reconozco sus errores históricos, son errores de humanos.
Pero como católico siento la obligación de levantar la voz y condenar los atentados contra la fe que voluntariamente profeso. No espero cambiar a nadie, tampoco es pretensión de la entrega que hoy hago, dejo mi testimonio de condena a esos hechos convencido de hacer lo correcto.
Rompeolas
Otro fraude del dictador
Rusia no, Israel si
No tenía ninguna esperanza en las elecciones de Venezuela, los dictadores jamás sueltan el poder. Sucedió que me ilusionaron analistas internacionales, quienes esperaban que hubiese elecciones limpias. Nada, otro fraude del farsante Maduro. No obstante, después de ver las manifestaciones venezolanas, el deseo del pueblo por recuperar su libertad, confío en que pronto termine el régimen que ha expulsado a ocho millones y empobrecido a toda la nación. Será muy doloroso para el pueblo hermano, pero la caída del dictador está próxima.
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Rusia no está en las Olimpiadas por su ataque a Ucrania. ¿Y el genocidio de Israel cuándo castiga la comunidad internacional?