Nunca imaginé que los juaritos estuviesen tan felices con el Juárez-Bus (“Marubus”, empiezan a decirle) como están. Que no lo haya previsto sólo explica mi desconocimiento de la ciudad y su gente, es una sociedad agradecida y orgullosa de su tierra. Tenían años, seis o siete, conduciendo entra calles que parecían bombardeadas, así las dejó Corral, y décadas moviéndose en transporte indigno de esa comunidad laboriosa y sincera. Que hoy disfruten de una ruta troncal con camiones de primera, algunos articulados, cuya utilidad práctica les ahorra mucho tiempo en sus traslados, es para celebrar brincando de gusto.
A riesgo de parecer cursi, confesaré que un adulto mayor me conmovió cuando dijo “me dieron ganas de llorar, al ver circular los camiones. Hay más modernos en Europa, pero los nuestros también son de primer mundo. Pensé que moriría y no vería jamás ese transporte aquí”. El dueño de la conmovida reflexión no es usuario del transporte público, pertenece a la esforzada clase media que alcanzó nivel de bienestar arriba del promedio.
Quedé conmovido por la inesperada confesión del anciano, mostrando sus sentimientos sobre un servicio que no usa. Me hizo reflexionar sobre la importancia que tiene para una frontera tan incomprendida y frecuentemente abandonada por las autoridades. No sólo es otro medio de transporte que agiliza la movilidad urbana y cambia el paisaje, dando aires de modernidad a la descuidada frontera. También proporciona sentido de identidad y pertenencia en sus habitantes. Elevó el espíritu de los juarenses, lo platican con gusto y orgullo. Lo han adoptado como suyo.
Ojalá quienes lo usan tengan el mismo sentimiento de pertenencia. Deberían tenerlo incluso mayor, supongo que a muchos les hizo la vida más amable, reduciendo sus tiempos de traslado entre casa y trabajo. Pero la gente suele ser descuidada, se acostumbran pronto a la bueno y empiezan a restarle valor. En ese punto suele presentarse la vandalización hormiga, ya sabe, grafitis, suciedad y demás. También es responsabilidad de los usuarios cuidarlo, son sus principales beneficiarios.
Al ver la transformación urbana de Juárez, al menos de las vialidades usadas por la ruta troncal, y la felicidad de la gente, comprendo por que Cruz Pérez Cuellar montó en cólera cuando los camiones entraron en operación. Obsesionado con la gubernatura descuidó la ciudad e hizo de su administración un centro de corrupción institucionalizado, le repatea que venga el Gobierno del Estado e instale un servicio como el Juárez-bus. Exhibe la negligencia de edil encampañado.
Pero Martín Chaparro, presidente municipal interino, muy bien. A diferencia de Cruz, un oportunista trepador de la política, Chaparro es un hombre formado y crecido en la izquierda. Sin embargo hizo suyo el nuevo modelo de transporte, facilitando la operación desde los primeros días, en coordinación institucional con el gobierno panista. Hay que reconocer su sentido de compromiso, en estos momentos de polarización es aplaudible.
Cruz vio los camiones como una intervención del gobierno estatal en el proceso electoral; Chaparro como lo que es, el servicio de transporte que hace años esperaban los juarenses. Cruz es movido por la inmediatez electoral, piensa que le puede restar votos pero no puede cuestionarlo porque la gente se le echaría encima; Chaparro entendió la idea de bienestar general de los usuarios.
Paradójicamente ambos tienen razón, los juarenses conscientes no votarán por un edil corrupto que abandonó sus deberes con la Ciudad y encima se hinchó de dinero, sabiendo que “los chihuahuitas” del gobierno se pusieron las pilas en su favor, al traerles el nuevo transporte. Como buen juarito, Chaparro entiende lo que significa. Dos personalidades muy diferentes, lástima que uno sea el propietario y otro el suplente.
Rompeolas
Mañana es un día muy importante para nuestro país, viviremos una jornada determinante en las elecciones; la manifestación del zócalo y más de ochenta plazas en el país durante la mañana, el tercer y último debate de candidatos presidenciales en la noche. Confío en que los mexicanos libres saturaren nuevamente las plazas, enviando un enérgico mensaje de YA BASTA al que pretende secuestrar el país e imponernos por decreto una ideología genocida reprobada por la historia. Salgamos alegres a las plazas, demostremos nuestra convicción libertaria. México nunca será de un sólo hombre, no podemos permitirlo.