No suelo comprar libros políticos de coyuntura electoral, por lo regular aportan poco. Habitualmente manejan datos conocidos con algún enfoque particular del autor y además muchos son francamente decepcionantes. Esta vez compré “Los Puntos sobre las Íes” como un acto de rebeldía contra el autoritarismo del régimen populista y en solidaridad con su autora, María Amparo Casar.
En una rápida lectura entendí los motivos del enfado, Casar hace una cruda radiografía del gobierno lopista, como no hay otra en lo que va del sexenio. Describe con datos oficiales y citas del propio presidente el tropiezo del Culiacanazo, la criminal gestión de la pandemia, el Huracán Otis, se detiene en la “(Des)institucionalización”, recuperando de inicio aquel exabrupto del 2006 : “al diablo con sus instituciones”, reafirmada con una declaración populista también de aquella campaña: “ya decidimos hacer a un lado esas instituciones caducas que no sirven para nada, e impulsar la revolución de las conciencias para que el pueblo decida”.
En este apartado se detiene analizándolo a profundidad. Destaca la devastación de los fondos federales, al INAI, la UNAM, Conacyt, Salud, el ataque al Poder Judicial, la manipulación del Congreso y pone énfasis en los organismos electorales, con “la indispensable excepción a la regla: las Fuerzas Armadas. Leyendo a Casar es fácil concluir que uno de los peores daños al país de López Obrador, más que los millos en megaobras o la cancelación del aeropuerto. Más incluso que la violencia, es su empeño en devastar las instituciones. Quiere montarse sobre ellas y la Ley, sintiéndose absoluto.
Desde luego recupera la corrupción espantosa del régimen, la ilegalidad, la soberbia de ponerse por encima de la Ley que generó una lluvia de controversias constitucionales, la impunidad, la crisis de inseguridad por la ocurrencia de los abrazos, las mentiras comprobadas, adjudicaciones directas, nepotismo, los hijos del Chapo, sus hijos, su obsesión por desinformar monopolizando la narrativa pública, la opacidad, el “diálogo circular” de la mañanera y los infaltables otros datos, Dos Bocas, el Tren. Es la incompetencia hecha gobierno.
María Amparo Casar consiguió irritarlo sobre manera, sin hacer calificativos sobre su persona o su gobierno, simplemente documentó los hechos que, además, son ampliamente conocidos, han sido motivo de escándalo nacional sin mengua a su popularidad. Es un compendio detallado que desvela brutalmente el fracaso estridente del régimen, al que Sheinbaum promete poner segundo piso.
Para un narcisista que se asume como el mejor presidente en la historia del país y sueña viéndose junto a los héroes nacionales, debió ser un marrazo en la nunca. Está entregando el gobierno, haciendo esfuerzos por cubrir el fracaso evidente hasta en sus mayores prioridades, las megaobras y de pronto publican un libro donde le son levantadas las enaguas, descubriendo su inmundicia.
¿Cómo alguien se atreve a cuestionar mi gobierno y encima con datos oficiales y mis propias declaraciones, si hemos hecho todo a la perfección? Seguramente se preguntó, victimizándose, antes de ordenar una infame y despiadada persecución contra la investigadora. Inaceptable, todo el peso de la ley contra ella, rescatemos el viejo y penoso caso de su esposo, necesitamos sentar un precedente para futuros difamadores. Que sepan a qué se atienen cuando hablan mal de mi, su líder amadísimo.
Y enseguida la maquinaría contra la investigadora. No había pasado una hora de la presentación del libro, cuando ya cargaban contra su autora. Son frecuentes los insultos Loret, López Dóriga, Ciro, Riva Palacio y otros comunicadores independientes. Pero nunca había mostrado el nivel de sevicia como el visto contra Casar. Está moralmente derrotado y teme verse derrotado también en las elecciones, por eso reacciona con ferocidad enajenante.
Recomiendo el libro, no encontrarán en él datos nuevos, pero si muy bien procesados. Y si no quiere leerlo, pues cómprelo en solidaridad con María Amparo Casar y como un acto de rebeldía contra el tlatoani, imagine si alcanza niveles de best seller. Lo desquiciaría.