*El ocho de marzo y las vestales
*Consiluabulos de la infamia
*El “muro de Castrejón”
Se ha vuelto un lugar común afirmar que nada tienen las mujeres que celebrar el ocho de marzo, su día internacional. Leo incluso a columnistas respetables con la misma cantaleta, como poniéndose a la moda porque si. Es falso, las mujeres de occidente tienen mucho que celebrar ese día, el avance que han tenido en su movimiento es fantástico desde que las primeras activistas empezaron por exigir el derecho al voto en Estados Unidos, durante los primeros años del siglo pasado. Sus conquistas son admirables, ganando espacios en la ciencia, los deportes, la academia, la política, la cultura, la economía. En toda actividad humana está su poderosa presencia.
En nuestro país una mujer será presidenta a partir de octubre y una mujer preside la Suprema Corte de Justicia. En Chihuahua una mujer es gobernadora, otra es presidenta del Supremo Tribunal de Justicia y una más presidenta del Congreso local. Una buena cantidad de estados están gobernados por mujeres, en las cámaras de diputados y senadores, los congresos locales y cabildos tienen un rol preponderante. Son rectoras, profesionistas exitosas, gerentes generales, las leyes obligan paridad de género en casi todas actividades de la vida pública. En las universidades la matrícula es igual entre hombres y mujeres e incluso en algunas es mayor la presencia femenina.
No recuerdo el año exacto y me da weba googlearlo, pero las mexicanas empezaron a votar en la década de los cincuenta, desde entonces hacia acá han avanzado enormidades ¿Cómo que no tienen nada que celebrar? Por supuesto que lo tienen y mucho. Sitúense por un momento en la década de los treintas, cuarentas, es más en la década de los noventas y verán su enorme avance. Ya no se diga si voltean hacia países musulmanes, donde las mujeres siguen viviendo como en la Edad Media Europea. ¿Nada que festejar? Por favor, no sean ridículos.
El problema es que siguen siendo víctimas de acoso, maltratos, violaciones, inequidad laboral. Cierto, pero esos abusos que usualmente sufren también han sido visibilizados y los que llegan a judicialisarse son fuertemente castigados. Su tenacidad endureció las leyes hasta el extremo de que situaciones que antes pudieron parecer menores, hoy son considerados acciones graves usualmente punibles. Por desgracia esta es una realidad de la que no pueden escapar, siempre habrá degenerados, jefes abusones, maestros acosadores, tíos, abuelos o padrastros violadores. Lo que tenemos que hacer como sociedad, es que esos violadores, acosadores, abusones que las maltraten, paguen por sus actos. Que no queden en la impunidad y así el género estará empoderándose cada vez más, ganando respeto. Que la piensan mil veces antes de ir contra cualquier mujer.
Lo que no entiendo es cómo justifican la demencia destructiva, el atentado contra edificios que simbolizan el poder, la violencia contra otras mujeres o periodistas. Actúan con la misma impunidad y violencia de la que son víctimas, desahogando contra inocentes y contra símbolos icónicos sus enojos eternos. ¿Que les hizo Pancho Villa para destruir su monumento? ¿Que les hizo el sistema de transporte para ir contra sus paradas? ¿Que los edificios del gobierno, las plazas públicas o catedrales, los periódicos?. Nada las justifica, por eso siempre he creído que en la destrucción de la fecha existe una consigna infame, la consigna de las vestales contra el gobierno de una mujer.
No perdonan que Maru les haya ganado el gobierno y piensan que destruyendo complican o minan su autoridad. No complican ni minan nada, Maru sigue gobernando tan feliz como siempre mientras las vestales se retuercen en sus conciliábulos buscando nuevas formas de violencia, desahogando sus frustraciones a través de jovencitas ideologizadas fácilmente manipulables. Esto también hay que decirle, existe una motivación política e ideológica en la violencia de marzo ocho y, en el caso específico de Chihuahua, algunas de las mujeres más conocidas son sus principales promotoras. ¿Porqué no atacan con la misma ferocidad la alcaldía de Juárez? ¿Porqué no tocaron Palacio de gobierno ni con el pétalo de una rosa, cuando Corral era gobernador? ¿En aquel entonces no había violadores, acosadores, no sufrían maltrato?. Por supuesto, la diferencia es que entonces algunas de las que hoy azuzan ocupaban cargos públicos. Eran parte del poder.
Sin esa consigna infame, lo pertinente es que orientaran su enfado contra sus victimarios. Por ejemplo, escribieron el nombre de Oscar Castrejón, diputado por Morena y maestro de la Uach, señalándolo de acosar. Ese nombre y el de todos los otros que suelen escribir es una poderosa denuncia anónima que inhibe nuevos ataques. Imaginen la verguenza, si la tiene, de Castrejón al verse denunciado en público, ¿qué explicación dará a sus hijos, a su esposa? ¿Cómo lidiará con la sorna de sus amigos, compañeros de trabajo?. El muro que puso Maru puede ser usado como pizarrón público para todas esas denuncias y lo usan, sólo que pasa a segundo término por la violencia desatada.
Una buena medida sería gestionar con las autoridades la construcción de un muro de la ignominia, el muro de Castrejón. Sería el supremo tribunal popular de la mujer, la denuncia pública de sus atacantes, donde todo abusón o degenerado temería ver apuntado su nombre. Eso por sí mismo es un castigo y si además lo judicializan darían otro paso contra la impunidad, ¿qué juez o jueza se atrevería a negarles la justicia?. Existen formas más poderosas de contribuir a su causa, la violencia no es una de ellas, al contrario, las desacredita y desacredita a su movimiento mientras las vestales ríen satisfechas de su obra. Si, hay mucho que celebrar el ocho de marzo y podría haber más, si enfocan la pasión hacia los agresores, en vez de politizarla destruyendo bienes públicos y privados.