*El farsante autoritario grita imposición
Me sorprendió la dispar interpretación que reconocidos analistas hicieron sobre la forma en que concluyó el proceso del Frente. En medios nacionales leí una dispersión de análisis lamentando el prematuro e inesperado desenlace. Hasta Raymundo Riva Palacio, a quien considero de los mejores en el país, destempló con la interpretación superficial de que “le tuvieron miedo a Beatriz”. Concentrados en los accidentes perdieron de vista lo sustantivo; el Frente llegó unido hasta la nominación y eligió a la mejor entre todos los prospectos, la única que despierta esperanza en la sociedad.
Sólo pongámos que Acción Nacional mantiene su pretención inicial de imponer a Santiago Creel o el PRI moviliza la estructura en coordinación con Morena haciendo que gane Beatriz. O la ruptura pública del Frente con los dirigentes de partido y precandiatos desconociendo el resultado porque “fue un cochinero”. Entonces estaríamos hablando de una catástrofe política que destrozaría los anhelos de libertad y democracia de la socedad, y López Obrador celebraría el fracaso de la oposición “lamentando” que hubiese colapsado antes de la competencia.
Fueron unas internas exitosas y la mejor prueba es que López Obrador empezó a descalificarlo desde ayer con la risita nerviosa y el se los dije, pregonando como verdad absoluta, su verdad, que “la mafia” impuso a Xóchitl Gálvez bajando a los no elegidos, como pronosticó. En el fondo tenía esperanzas de que ganara otro candiato menos competitivo o que los liderazgos frentistas se despedazaran entre si. Sus deseos más íntimos no se cumplieron, los líderes partidistas tuvieron el acierto de replegarse frente al empuje ciudadano de la senadora que tanto lo incomoda.
Dice Guadalupe Loaeza, Reforma, que Xóchitl es el “crush” de Lopez Obrador porque la odia tanto como la quiere. Con su sentibilidad femenina, Loaeza da en el clavo, la quiere porque es todo lo que desearía que fuese su proyecto de Juanita, la odia porque no pudo tenerla entre sus devotos. Xóchitl es para López Obrador una atracción repulsiva, sentimientos paradójicos que deja ver en la permanente crítica, casi patológica, que cada mañana le dispensa. Da la impresión que se acuesta pensando en ella, durante la noche sueña con ella y amanece pensando en ella. Xochitl ha sugerido, socarrona, que Beatriz Gutierrez le tiene celos.
La historia de Xóchitl lo trastona, es una mujer indígena que salió de la más espantosa pobreza y maltrato familiar para triunfar en los negocios y en la política, Benito Juárez del siglo XXI. En cambio, según el ideario de la narrativa cuatroté, Claudia falla desde el apellido; Sheinbaum, de origen judio. Su padre es Carlos Sheinbaum Yoselevitz y su madre Annie Pardo Cemo. Sigue fallando en su historia de vida; becaria de la fundación Rockefeller, de clase media aspiracionista que se valió de las relaciones de su famiia para crecer académicamente y de la subordinación abyecta para llegar al poder.
Nada tendrían que ver los antecedentes familiares, si no fuese por el credo patriotero de la cuatroté que pondera un mexicanismo autóctono sobre los extranjeros que vinieron a explotarnos. Lo pusieron en los libros de texto. Es su narrativa racista y misógina la que nos hace reparar en apellidos, pero en ésta historia los de apellido extranjero son ellos: el abuelo de López Obrador nació en un pequeño pueblo español de la región Cantabrica; su esposa es Beatriz Gutiérrez Muller, de madre alemana; Marcelo Ebrard Casaubón de origen frances. Es comprensible que los enfade una indigena mexicana exitosa que subitamente irrumpió trastornando su ideal de proceso electoral.
Las realidades de una y otra son inalterables, nadie puede volver el tiempo atrás. No podrá aunque su legión de subditos y bots pretendan descalificar a Xóchitl burlándose de su orígen, asociándola con grupos económicos, desacreditando los esfuerzo juveniles por sacar adelante a su familia. Quisieran esa historia de vida para Sheinbaum pero su juanita nació y se formó en la izquierda de pipa y guante, llegando a estudiar becada en una de las universidades más caras del mundo, la Universidad de California en Berkeley.
Son una pandilla de truhánes y simuladores intentando destrozar las esperanzas ciudadanas que ha despertado una mujer de nombre Xóchitl y apellido Galvez. Como no pueden combatir su historia, la distorsionan queriéndonos tomar pos sus idiotas. Simulación el proceso diseñado a la medida de Sheinbaum; simulación los cinco millones de pesos autorizados por su partido siendo que derrocharon cientos; simulación gritar democracia cuando fue coordinador, vocero y árbitro del proceso donde resultará electa su favorita; simulación que su partido ordene encuestas a modo, cuando inyectaron cientos de millones, quizás miles, en inflar a Claudia. Esa es simulación, no la del Frente.
¿Qué no intervino en la elección de Morena? De principio a fin el proceso estuvo diseñado por él: adelantó los tiempos, dijo quienes podían competir y quienes no (¿dónde está Yeidkol que no la dejó entrar?), ordenó cuando y como (no debates) empezaría y terminaría el recorrido nacional, distribuyó los cargos antes de iniciar la interna: el ganador presidente, segundo líder del senado, tercero lider de la cámara de diputados, cuarto (a los dos agregados de último momento no los tomó en cuenta) un cargo relevante en el gabinete presidencial. Los juntó en privado e hizo que firmaran un documento donde los cuatro aceptaban las reglas por él impuestas. En esa interna es recinto, público, músico, instrumento y director de orquesta.
Impone un dedazo frente a toda la nación y, con cinismo de borracho barbaján en cantina de pueblo, grita en su magáfono matutino que sus adversarios impusieron a la candidata. Como el ladrón que lleva las joyas en el morral, diciendo allá va el ratero, todos tras él. Pudo ser el mejor presidente de méxico y decidó convertirse en líder de una pandilla de corruptos enajenados que destrozan al país mientras hablan de justicia social, desarrollo y democracia. Que se vayan a la chingada con su cantaleta de imposición.