*Criminal abandono del gobierno federal
*Desentendido de narcotráfico y migrantes
* Lozoya insostenible; cobra horas extras
*Daniela Álvarez necesita más creatividad
*Adán Augusto topó con la realidad
El gobierno de López Obrador abandonó sus deberes con Chihuahua, dejando el estado lidiar sin su auxilio con dos problemas gravísimos de indiscutible competencia federal; la crisis generada por la explosión migrante y el empoderamiento de las bandas criminales. El presidente nada quiere saber de los temas que más alteran la convivencia pacífica de la sociedad en nuestras grandes y pequeñas ciudades.
De los migrantes ya sabemos, en lugar de mostrar solidaridad con la comunidad juarense, harta e impotente de verlos deambular sin oficio en sus calles, y sentido de humanidad hacia los migrantes expulsados de sus países por gobiernos corruptos, autoritarios y populistas, López Obrador se desentendió de los vivos y de los muertos, llegando al extremo de colocar un manto de impunidad sobre su amigo y comisionado del INM, Francisco Garduño, responsable directo de los 40 muertos y de la crisis humanitaria. Lo han imputado legalmente, si, pero sigue libre disfrutando de la protección federal, a diferencia del trato que recibieron, por ejemplo, Rosario Robles y Jesús Murillo Karam. Contra ellos todo el peso de la ley, para el amigo todos los beneficios.
De las bandas criminales también, no voy a la demencial política de los abrazos y no balazos ni a su obvia complicidad con algunos de los grupos, me quedó en la perfidia de crear una narrativa mentirosa y vil, tratando de responsabilizar al gobierno local porque “pidió que retirasen al Ejército del Estado”. Mentira tan grande como Chihuahua que, dicha en la mañanera, alcanza grado de verdad para sus acólitos. Miente sabiendo que miente y conociendo las consecuencias de su mentira. Es una infamia.
Resuelve las crisis por la vía económica, muy a sus conocidos otros datos: como las autoridades locales me pidieron que sacara el Ejército del territorio chihuahuense, siendo yo un obediente, pues lo saqué. Ajá y si le piden que deje de mentir como respira, que suspenda la devastación institucional y aplique la fuerza del estado contra los criminales ¿lo haría sin preguntar, por el simple hecho de que “se lo pidieron”?. No, lo que hace López Obrador es dejar sólo a Chihuahua, sabiendo que los grupos criminales ocupan cada vez más territorio en la entidad, como en amplias franjas del país.
Y como el señor presidente todo ve y resuelve teniendo en mente las elecciones, lo previsible es que en la medida que se aproximen las campañas del año que viene, su gobierno acentúe el abandono a la entidad que tiene por ferviente conservadora. Recordemos el caso Michoacán con Silvano Aureoles en las fechas preelectorales al relevo estatal, dejó crecer la violencia hasta grados nunca antes vistos en esa bella región y permitió que un puñado de estudiantes paralizaran el mayor puerto del país durante semanas. En cuanto Morena ganó la elección volcó la fuerza federal e inmediatamente la violencia mermó y los estudiantes jamás volvieron a ocupar las vías del ferrocarril.
Tal es el nivel de perversidad al que se enfrentan los gobiernos estatales de oposición. López Obrador no es un Jefe de Estado, ni siquiera el presidente de todos los mexicanos, es un jefe de facción y líder político de un movimiento convertido en partido político, al que se ha propuesto elevar con la fuerza del poder sobre los partidos adversarios. Así actúa y así seguirá actuando con los gobiernos de oposición, son los nuevos usos y costumbres en el régimen de la cuatroté; el que no está con la transformación está contra la transformación, que leído con sus códigos es decir “estás conmigo o estas contra mí”.
Rompeolas
Gilberto Lozoya es insostenible, un fusible fundido al que deben sustituir a la brevedad. El proyecto Centinela a él atribuido tiene pertinencia, pero lo socializó y operó tan mal que ahora es tomado como fracaso de su política de seguridad por los detractores del gobierno y su infraestructura usada para mensajes del crimen, como lo hicieron grotescamente en Casas Grandes. Quizás lo único que pueda sostener a Lozoya es precisamente lo grotesco de los hechos, pues los sicarios del mal no pueden imponer agenda en materia de Seguridad. Pero cuando un funcionario se convierte en parte del problema en vez de la solución, es que está cobrando horas extras. Lozoya está en esas, ya veremos.
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Tengo la percepción de que Daniela Alvarez está en la terna de aspirantes panistas al senado. En realidad sería una “terna” de cuatro, pues ahí también podríamos mencionar a Carla Rivas, Geo Bujanda y Manque Granados. La más movida de las cuatro es Daniela, pero debe ser más inteligente, subiendo profusamente a sus redes mensajitos y fotos comiendo menudo no contribuye a su proyecto, más bien la hace ver como política superficial. Ponerle un poco de altura a su campaña le vendría bien.
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En cuanto lo pusieron en un escenario no controlado, Adán Augusto supo que eso del pueblo rendido al tlatoani a su partido sólo está en las encuestas cuchareadas y la narrativa oficial. Salió con la nariz arrugada de un estadio de beisbol, donde lo abuchearon gritándole ¡fuera, fuera¡, hasta que abandonó el graderío. A ver cuándo vuelve a pararse en otro estadio donde tope con la realidad real.