*Vivo no valía nada; muerto trajo paz
*Maru, la gobernadora de mano firme
*Justo reconocimiento a fuerzas armadas
*Bien César, pero el trabajo es diario
*El Pato Ávila no tiene calidad moral
Encontró el destino que merecía; muerto de un tiro asesino que antiguos cómplices dispararon por la espalda, directo a su cabeza, y abandonado como animal sin dueño en baldíos de un poblado desconocido, Choix, Sinaloa, hasta donde lo llevó la persecución desplegada por la Fiscalía de Chihuahua y las fuerzas militares. Ahí quedo tendido el asesino de dos jesuitas y un guía de turistas, crimen que nueve meses atrás enlutó a la Compañía de Jesús y desestabilizó la región de Urique.
Cuando asesinaron al “neto” en Juárez, horas después de la cruenta fuga que dejó a diez custodios muertos en el penal número Tres, me contaron que la gobernadora Campos preguntó a un experimentado asesor de seguridad ¿porqué al neto si y al chueco no?. La respuesta del interpelado habría sido sencilla pero muy descriptiva y precisa; porque Juárez no es lo mismo que la sierra.
Fue la inmensidad y compleja orografía de la sierra lo que protegió al despiadado jefecillo criminal, pero el tesón de la Fiscalía, empeñada en detenerlo, y los vastos recursos y eficientes sistemas de inteligencia del Ejército diezmaron su capacidad de movilización, eliminaron sus ingresos por actividades delictivas e incluso lo confrontaron con antiguos cómplices. Lo redujeron a nivel de paria, obligándolo a confiar en células criminales que consideraban su presencia una amenaza.
Y sí, vino cayendo en manos de sus antiguos aliados, pero tendríamos que preguntarnos por que lo asesinaron ellos mismos, en lugar de ofrecerle refugio y protección, como es costumbre entre criminales del mismo bando. La respuesta es sencilla; en Sinaloa no querían sufrir el acoso policial y militar que sus compañeros en Chihuahua. El chueco era una papa caliente y se deshicieron de ella a su modo y usanzas, un balazo en la cabeza convencidos de que muerto no valía nada y vivo daba puros problemas. Por eso nadie reclamó recompensa, los asesinos quieren seguir en sus actividades delictivas, el dinero no los motivó. En rueda de prensa matutina, el fiscal César Jáuregui no mostró triunfalismos, al contrario fue mesurado y puntual en la información proporcionada. Pero enérgico y macizo envió un mensaje de seguridad a la sociedad, cuando dijo que “bajo ninguna circunstancia vamos a permitir otro criminal como éste. Nunca más un criminal como el chueco”.
Es más fácil decirlo que hacerlo, sin embargo la mera intención es un avance, demuestra que el compromiso del gobierno estatal es con la sociedad chihuahuense, no con los criminales, una noticia positiva en la política de abrazos y no balazos.
El trabajo continúa, lo dijo la gobernadora en su mensaje vespertino desde el Salón Rojo; mantendrán la presencia de las fuerzas armadas en la región con el fin de brindar certeza y seguridad a sus habitantes. Es lo que deben hacer antes de que otro “chueco” más violento secuestre la región.
Pero lo más destacable del mensaje que ofreció la gobernadora, fue reiterar que en Chihuahua el Estado de Derecho se respeta, una exigencia ciudadana que ha interpretado correctamente; lo dijo enfáticamente durante su primer informe, lo reiteró a propósito de los hechos violentos en la marcha del 8M y volvió a insistir hoy.
La determinación de la gobernadora por recuperar la paz y hacer valer la ley es tan clara como desligarse de la política entreguista de abrazos y no balazos. Los resultados empiezan a verse, el trabajo de la Fiscalía ha sido excelente al menos desde Jáuregui hacia acá, pues la campaña permanente intentando detener al chueco cumplió su propósito; llevar tranquilidad a la región y paz a la comunidad jesuita.
La gobernadora Campos traía clavada esa espina, supongo que desde ayer en la noche, cuando recibió la noticia, empezó a liberarse. Tardaron nueve meses pero al fin el infame asesino es historia, que lo juzgue Dios con su infinita misericordia, a la Justicia de Chihuahua no le falta más que confirmar inequívocamente su identidad y dar el caso por cerrado, facilitaron su trabajo en Sinaloa. Quien dijera, a veces el diablo echa una manita.
Rompeolas
Cinthia Chavira, esposa del gobernador fallido que hizo de la justicia su instrumento personal de venganza, subió en sus redes un escrito del pato Ávila, donde se muestra insatisfecho por el asesinato del chueco, diciendo que la violencia sigue creciendo en toda la región serrana. Oportunista y vil el sacerdote, intenta restar méritos al hecho, con el viejo discurso de la injusticia social y la violencia endémica que sufren muchas regiones serranas. Las mismas injusticias y muertes prevalecieron durante el gobierno de Corral y el pato no dijo nada. Entonces lo maiceaban, ahora no ¿Será esa su medida para calificar gobiernos como buenos o malos en materia de justicia y derechos humanos?. Es pregunta, sólo por mortificar.
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La Fiscalía de Jáuregui cumplió con el tema del chueco, así pretendan minimizar el hecho por haberlo encontrado muerto en Sinaloa. Daría otro golpe de autoridad si detiene al fraudulento creador de Aras. Híjole, entonces se iría hasta la luna y ya levitando quien sabe hasta donde fantasee su mente de político profesional.
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Todo el reconocimiento de la gobernadora Campos a las fuerzas militares desplegadas en la entidad y a la Guardia Nacional. Justo y políticamente correcto, pero me pregunto qué pensarán cuando, enfática, dice que en Chihuahua se respeta el Estado de Derecho, mientras su Jefe Máximo sigue obstinado con la desfachatez de abrazos y no balazos.