*¿Corcholata de quién es Marcelo?
*Su trabajo está en la sociedad, pero
*Radicales chihuahuitas con Sheinbaum
*Pepe de la Madrid, el tiempo encima
Y si usted tuviese que votar, así como una fatalidad sin opción de abstenerse, por una de las tres corcholatas de López Obrador, ¿por cuál votaría?. Puesto en esa tesitura ingrata, confieso que yo votaría al canciller Marcelo Ebrard, por dos razones; eliminación y esperanza.
Por eliminación reconociendo que las otras dos corcholatas, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López son vulgares caricaturas, extensiones despersonalizadas, pegotes mal puestos del tlatoani. Cualquiera de los dos garantiza un paso seguro hacia el maximato, segunda alternativa del Presidente luego del 24, la primera es prolongar su mandato.
Ambos son políticos sin personalidad ni pensamiento propio, subordinados, campeones de la pandilla que profesa como su mayor virtud la “lealtad ciega”. Tan esforzada es la jefa de gobierno en su tarea de congraciarse con el dedo elector, que hasta intenta imitarlo en voz y gestos.
El secretario de gobernación igual. Se denigra a sí mismo estableciendo forzadas asociaciones entre su nombre y el del Presidente; “que siga López, por que estamos muy Agusto”. Difícil encontrar mayor indignidad en políticos profesionales que aspiran a gobernar un país con la historia y tradición del nuestro.
Así lo ha calibrado la clase política de Morena, como la bufalada en los tiempos del viejo PRI, advierten que Sheinbaum es la favorita del Presidente y adoptan su proyecto como propio, queriendo quedar bien con ambos. Podría decirse que toda la estructura electoral del Gobierno Federal, ahora mismo trabaja en cada entidad para la jefa de gobierno.
Existe una cargada prematura muy obvia a favor de Sheinbaum, está claro. Sin embargo la bufalada se mueve por instinto, son intuitivos y esa facultad les sugiere prudencia con Adán Augusto. Saben donde está la decisión presidencial, pero también saben que puede cambiar, en cuyo caso ahí estaría el secretario de gobernación para recibirlos.
Si únicamente tenemos tres corcholatas –Ricardo Monreal está mas fuera que dentro de Morena- y dos de ellas son una extensión del tlatoani, no quedaría sino la tercera opción, Marcelo Ebrard. No hay nada que discutir.
Pero Ebrard también representa una esperanza y no me refiero al trabajo ciudadano con el cual pretende acreditar sus aspiraciones. Hay algunos ciudadanos valiosos en su proyecto, eso aporta, pero en lo que vimos durante su breve visita a Chihuahua, se le están pegando algunas fichitas verdaderamente impresentables, de las que hablaremos con nombre y apellido en posteriores entregas.
La esperanza está en que siendo Marcelo candidato de Morena, quedarían conjuradas las expectativas hacia el maximato y la política recobraría el rumbo de la institucionalidad perdida en los últimos años. El canciller ha quedado a deber, cierto, no obstante aceptemos que en un régimen despótico como el que construye López Obrador, tiene valor que un alto miembro se mantenga al margen de las discusiones más polémicas.
Es el caso de Marcelo. Guardó silencio con el tema de aeropuerto, la militarización, la regresión energética, y ahora mismo con el asedio a los órganos electorales. No es mucho, pero esa tímida insubordinación es suficiente para generar esperanza. El problema es que Marcelo no es ni será la corcholata de Lópéz Obrador, ya decidió por Claudia y de repuesto tiene a su paisano y tocayo.
Si aceptamos que Marcelo no es corcholata del Presidente ¿entonces de quien es?. Eso lo debe definir el mismo canciller y muy pronto. Sigue atado al proyecto de la 4T y sus posibilidades de poner su nombre en la gran alianza para recobrar al país, quedan reducidas a cero. ¿Tiene carácter para dar el salto hacia el vacío? Evitemos especulaciones, es cuestión de meses para que tome la trascendental decisión, pues si el Día de la Candelaria lo sorprende con la banda de canciller, su decisión estará tomada y no será por la sociedad.
Rompeolas
Pepe de la Madrid llegó a la dirección de Servicios Públicos con el tiempo encima. Es urgente que se ponga a trabajar en los pendientes que no alcanzó a resolver, fatalmente se fue antes de tiempo, Federico Muruato. El alcalde hizo hasta lo imposible por mantener sin alteración la recolección de basura que dejó tirada Kliffer, pero es muy difícil prestar el servicio sin contratiempo, teniendo un conflicto como el que le presentó la empresa negligente. Esa tarea debe acometerla con la mayor celeridad y eficiencia Pepe de la Madrid, hablamos del servicio más sensible que prestan los ayuntamientos; cuando es eficiente no hay felicitaciones para nadie, cuando falla los reclamos llegan de inmediato y en racimo. Buena elección de Pepe, ha demostrado ser un funcionario eficiente y con sentido común. Ahora tiene una nueva oportunidad para demostrarlo.