Probablemente han tenido la oportunidad de ver la película “Forrest Gump”. Esta es una película apta para todos los públicos, una combinación entre lo cómico y lo dramático. Repleta de momentos enternecedores acerca de la amistad y la superación personal, entre otros. Hay una escena en la que “Forrest” decide comenzar una carrera que no tiene ninguna meta ni fin, corre y corre hasta llegar a la Costa Este de los Estados Unidos y después hacia la costa Oeste cruzando todo el país. Por el camino, se le añaden seguidores que ven en él una especie de nuevo “líder”. Es en medio de ningún lugar donde “Forrest” ya cansado de correr y si saber más a donde ir, abandona la carrera para gran desilusión de sus seguidores y admiradores.
Han visto los ratoncitos llamados cuyos, ellos se mueven mucho en la rueda de su jaula, pero no avanzan nada, no tienen ninguna meta, sencillamente cuando se cansan se bajan de la rueda y se tiran en algún rincón de la jaula, para después volver a ella. Terminan sus días habiendo corrido mucho, sin salir del mismo lugar.
Bueno, como seres humanos tenemos otra carrera diferente a la de “Forrest” y a la de los ratoncitos cuyos, es: “La Carrera de la vida”. Pero para muchos la vida es como la Forrest o los cuyos, corren y corren, sin llegar a ningún lado nunca, y simplemente la vida se les va. Llega el momento de dejar este mundo y parten sin haber dejado huella, diríamos, sin pena ni gloria.
Todo deportista necesita una buena motivación a fin de trabajar duro y prepararse para la competencia. Los que corren en una carrera tienen una motivación para hacerlo. Tal vez les motive llegar a la meta una medalla, un premio económico, un trofeo, o simplemente la satisfacción de participar.
Cuando algo nos motiva de verdad, ciertamente podemos llegar a lugares y hacer cosas en la vida que nos parecerían imposibles de otra manera. ¿Qué motivos puede tener alguien para correr la carrera de la vida que tienes por delante?
Creo que tener sueños son un buen motivo para correr la carrera de la vida, para extendernos a lo que tenemos por delante, a lo que aún no hemos llegado, a lo que aún no conquistamos, a lo que aún no tenemos, pero que estamos convencidos que podemos lograrlo con la ayuda de Dios.
Entendamos por sueños, ver lo que no existe como si existiera. Poner una meta, desearlo, pelear por ella, e imaginar su realización es soñar. Es como una gallina que pone huevos y luego se acuesta sobre ellos hasta que nazcan los polluelos.
¿Cómo llegar a la, o las metas de la vida? ¿Cómo lograr la realización de los sueños? Pablo nos lo dice en Filipenses 3:13 “…Olvidando ciertamente lo que queda atrás…”
Un impedimento para muchos para proseguir en la carrera de la vida es el recuerdo del pasado. Cuando quieren levantarse y lo están logrando, y comienzan a avanzar a su meta, la nube obscura del pasado aparece amenazante y los aplasta, impidiéndoles así seguir adelante. Es necesario olvidar lo que quedó atrás: Posiblemente fracasos. Quizás relaciones rotas. Seguramente pruebas. Hay quienes han pasado por tribulación y desilusiones. O sencillamente el recuerdo de pecados pasados.
En Isaías 43:18-19 dice: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”.
Esto marca la frontera entre el pasado y el futuro; la línea que divide lo antiguo de lo nuevo, un punto de partida para cambios, propósitos y fijación de metas, deseos, anhelos o sueños.
No permita que el pasado lo atormente. Comience una nueva en Cristo y dígale adiós al pasado de una vez y para siempre, y dele la bienvenida a lo que Dios tiene prepara para usted.
Allí mismo, en Filipense 3:13 dice: “…Y extendiéndome a lo que está delante” Dejar lo que queda atrás no es suficiente. Debemos esforzarnos por vivir lo que Dios tiene preparado para nosotros en adelante. El que no le dice adiós a su pasado, sencillamente no podrá extenderse a lo que está por delante. Hoy es un buen día para comenzar de nuevo. Tómese de la mano de Jesús, y adelante en la carrera de la vida.
Pbro. J. Andrés Pimentel M. Casa de Oración Pacto de Paz [email protected]