El Día Mundial de la Justicia Social, celebrado cada 20 de febrero, es un recordatorio de que la búsqueda de una sociedad más justa es una tarea ineludible, impostergable y esencial para la construcción de un futuro sostenible.
Y es que, en un contexto global marcado por la desigualdad, el cambio climático, las injusticias económicas y las crisis migratorias, la justicia social es un elemento fundamental para alcanzar un desarrollo justo y sostenible.
Así pues, la “Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa”, adoptada en 2008, y actualizada en 2022, es clave para entender cómo se relacionan la justicia social y la sostenibilidad en el mundo actual.
En esta Declaración, la Organización Internacional del Trabajo destaca que la justicia social no es un concepto abstracto, sino una necesidad urgente para construir un futuro sostenible, y que la globalización, en lugar de ser una oportunidad para el progreso colectivo, ha dejado a millones de personas excluidas del desarrollo y expuestas a condiciones de trabajo precarias, bajos salarios y vulnerabilidad social.
Y de ahí que la Declaración de la OIT subraya que el principio de justicia social implica, entre otras cosas, la erradicación de la pobreza, la promoción de la equidad de género, la mejora de las condiciones laborales, y la garantía de un trabajo digno para todos.
Se trata, pues, de una Declaración con un enfoque que aboga por una globalización inclusiva y equitativa, que garantice que los beneficios del desarrollo se distribuyan de manera más justa. Y es en este sentido que la justicia social es vista como un pilar indispensable de un modelo de globalización más humano.
En cuanto al concepto de sostenibilidad, tal como lo establece la Agenda 2030 de la ONU, se sustenta sobre tres pilares fundamentales: lo económico, lo social y lo ambiental. Y en ese contexto, la justicia social se encuentra en el centro de este enfoque integrado, dado que no es posible lograr un futuro sostenible si no se abordan las desigualdades que afectan a millones de personas en todo el mundo.
El asunto es que, a medida que el mundo enfrenta desigualdades, injusticias económicas, crisis migratorias y una crisis climática que amenaza las bases de la vida humana, resulta esencial que los gobiernos, las empresas y la sociedad civil trabajen de manera conjunta para garantizar que la justicia social sea una prioridad en los esfuerzos de sostenibilidad.
Es decir, en el entendido de que la injusticia social y la degradación ambiental son dos caras de la misma moneda, y no se puede -o no se debe- abordar uno de estos problemas sin abordar el otro.
Por eso y muchas cosas más es que la justicia social no solo debe ser asumida como un principio moral, sino como la clave para lograr un futuro sostenible.
Entonces, en el marco del Día Mundial de la Justicia Social 2025, resulta imperativo que renovemos nuestro compromiso con estos principios y sigamos avanzando hacia un futuro donde la justicia social y la sostenibilidad se conviertan en los cimientos de un mundo más equitativo, próspero y respetuoso con el planeta.
A modo de reflexión sumativa, finalizo citando lo dicho alguna vez por la académica australiana, defensora global de los derechos humanos y laborales, la acción climática y la transición justa, Sharan Burrow:
“Todos debemos trabajar juntos, porque no hay empleo en un planeta muerto; no hay equidad sin derecho a un trabajo decente y a protección social, no hay justicia social sin un cambio de gobernanza y de ambición y, en última instancia, no hay paz para los pueblos del mundo sin garantías de sostenibilidad”.
Aída María Holguín Baeza
laecita.wordpress.com
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