Jirones de nuestra historia
Algo poco común
No es un hecho frecuente ni común, al contrario, es algo bastante raro, que en la historia de un país existan personajes y héroes con el mismo nombre; el caso que nos ocupa hoy, los dos personajes históricos llevaron el mismo nombre: Juan Banderas y aunque cada uno enarboló una bandera diferente y cada uno en su tiempo, ambos personajes se distinguieron por defender las causas sociales, y las causas que siempre ellos consideraron más justas, siempre oponiéndose a las injusticias.
Estos dos personajes vivieron en épocas diferentes, pero los unieron sus nombres, sus banderas, sus causas y sus objetivos, aún a costa de asumir riesgos personales que al final les ocasionaría su muerte; ambos personajes fueron muy apreciados por toda la gente que ayudaron con sus respectivas causas; también ambos fueron asesinados de manera cobarde.
Juan Banderas “El Yaqui”
Su nombre completo era Juan Ignacio Jusacamea Banderas, nacido en Bacatete, Mpio. Guaymas, Sonora dentro del seno de la comunidad Yaqui (Yoreme, como se denominan ellos), un indio de cepa, a quien siempre la gente lo llamó simplemente como Juan Banderas “El Yaqui”; no se tienen datos reales sobre su fecha de nacimiento, aunque historiadores creen que habría nacido en la década de los 1790’s. Juan Banderas tomó el liderazgo de la tribu Yaqui, al convertirse en el Segundo Caudillo Yaqui, sustituyendo al Primer Caudillo que fue Juan Calixto. Como caudillo y líder de la tribu Yaqui, Juan Banderas quiso hacer honor a su apellido y emulando al Cura Miguel Hidalgo, inicialmente también tomó un estandarte de la Virgen de Guadalupe de una iglesia, enarbolando esa bandera para posteriormente crear ellos su propia bandera.
La Bandera Yaqui
Las tribus Yaquis en sus diferentes asentamientos, habían tomado acuerdos y estaban pensando establecerse como una nación independiente, pero esto no lo sabía el gobierno federal, de quien estaban esperando les diera un solo motivo para levantarse en armas; mientras, fueron creando su propia bandera Yaqui, que consistió en tres franjas verticales en colores de izquierda a derecha en azul, blanco y rojo con dos estrellas doradas de cinco puntas en la franja azul y roja; en la franja central en blanco, de un ancho y medio respecto a las otras dos, estaba al centro una cruz católica en negro, sobre ella una media luna en dorado y bajo la cruz un sol brillante con ocho rayos dorados.
Esa es la bandera yaqui que hasta la fecha ondea en sus respectivos pueblos y asentamientos.
El alzamiento de Juan Banderas “El Yaqui” y las tribus yaquis
En 1824, tras haber conseguido la independencia, en México comienzan a desaparecer los Virreinatos, las Audiencias y las Provincias, para dar paso a una república y surgen los Estados, las Entidades Federativas y los Territorios; en el caso de Sonora y Sinaloa, que pertenecían a la Provincia de Nueva Galicia, con capital en Guadalajara, pasan a formar el Estado de Occidente, con capital en Arispe, Sonora; años más tarde lograrían su separación, pero por lo pronto, estaban unidos en un solo Estado.
En 1825, los gobernadores del Estado de Occidente, Simón Elías González, primero y Nicolás María Gaxiola, después, implantaron el cobro generalizado de impuestos, algo a lo que no estaban acostumbrados los habitantes de la región, motivo por el que se sintieron amenazados, principalmente los más pobres y los indígenas, quienes no comprendían porque tenían que contribuir con impuestos al gobierno, además de la indignación, los pueblos indígenas de Sonora, no se sentían parte del Estado de Occidente.
Sin embargo lo que terminó por enardecer a los pueblos indios de Sonora, fue la intención del gobierno que pretendía quitarles sus tierras para ofrecerlas a colonos europeos y a grandes terratenientes sonorenses y sinaloenses; los Yaquis sintieron que con estas maniobras se acercaba el final de su soberanía sobre sus territorios, sabían que con ello se pretendía exterminarlos o reducirlos a una minoría esclavizada al servicio de los potentados; es entonces cuando surge la figura de Juan Banderas como Segundo Caudillo Yaqui.
Muy rápido Juan Banderas “El Yaqui” mostró su liderazgo y logró convocar a los pueblos Yaquis, Mayos y Ópatas de Sonora, así como a los Tarahumaras, Pimas y bandas de Apaches de Chihuahua, más algunos grupos de campesinos inconformes con las medidas impositivas de los gobiernos. Se levantan en armas contra el Gobierno Federal y el Gobierno del Estado de Occidente en 1825, todos estos grupos étnicos emparentados entre sí, todos ellos con una bravura y una resistencia admirable, y con sus ideales bien fijos, pero muy mal armados.
En 1827, tras dos años de levantamiento y de ataques furtivos a instalaciones del gobierno, Juan Banderas y sus tribus caen derrotados, sus arcos, flechas y lanzas no pudieron contra los rifles, pistolas y cañones del Ejército Mexicano y Juan Banderas negoció la paz, fue indultado por los Gobiernos Federal y de Sonora y se convirtió en Capitán General de los Pueblos Yaquis, lográndose un período de paz y tranquilidad. Sin embargo, los sucesivos Gobernadores de Chihuahua, José Ignacio de Urquidi, José Antonio Arce Hinojos y Simón Elías González (ahora Gobernador de Chihuahua), lo habían proscrito en el Estado y ellos no le dieron ni tregua ni indulto, por lo que no podía cruzar los límites estatales.
En 1829, otro embate del Gobierno del Estado de Occidente contra los pueblos Yaquis, el Gobernador José María Almada (miembro de la poderosa familia de terratenientes Almada de Álamos, Sonora), impone nuevos impuestos al pueblo Yaqui y se prepara para expropiar sus tierras, ocasionando con eso la ruptura de la paz en la región de Sonora.
Lo que no sabía el gobierno, era que en esos dos años de tregua y paz, Juan Banderas los aprovechó para conseguir armamento y municiones modernas y dejar atrás los arcos, las flechas y lanzas; con eso, los Yaquis se vuelven a levantar en armas en un conflicto que duró más de tres años, hasta que en 1833 el Gobernador Ignacio de Bustamante envía al General Dolores Gutiérrez al frente de más de mil hombres, incluidos algunos indios yaquis y ópatas, derrotan a Juan Banderas cerca de Arispe, cuando se disponían a incendiar y arrasar la Capital del Estado; tras la batalla, el General Gutiérrez, sin mas protocolo, ordena asesinar a Juan Banderas “El Yaqui”
Sin embargo, y pese al asesinato de su caudillo, los pueblos Yaquis conservaron sus tierras. Juan Banderas fue el segundo caudillo Yaqui, después de Juan Calixto, que fue el primer caudillo; a Banderas le siguió como tercer caudillo, José María Leyva Pérez, “El Indio Cajeme”; el cuarto caudillo fue Juan Maldonado Huahuecha, “El Indio Tabiate”, a quien le sucedió el quinto caudillo, Juan María Sibalaume. Los pueblos Yaquis se volvieron a levantar en armas en 1877, ante la terrible opresión de que eran objeto.
Juan Banderas “El Agachado”
Aquí tenemos al otro Juan Banderas, cuyo nombre completo era Juan Manuel Banderas Araiza, él nació en Tepuche, Mpio. Culiacán, Sinaloa el 24 de junio de 1872; éste hombre, desde niño mostró un enorme valor, un carácter recio, valiente y temerario, así como un odio hacia la injusticia y el abuso y a pesar de que era un hombre grande y corpulento, la historia lo reconoce también como un hombre de un gran corazón, sincero y bondadoso en extremo. A Juan Banderas, la gente le decía “El Agachado”, pues era muy alto, medía casi dos metros de estatura y por un defecto físico caminaba un poco encorvado.
Durante su juventud, Juan Banderas “El Agachado” trabajando en las minas de la Sierra de Chihuahua, se le presenta una situación que cambaría para siempre su vida; un capataz norteamericano de la mina que trataba brutalmente a los mineros mexicanos, golpeaba a un mexicano a golpes y a fuetazos, Banderas interviene y con su fortaleza física y su corpulencia le da una paliza al capataz gringo, quien al verse humillado sacó su pistola, pero “El Agachado” fue más rápido y lo mató.
A partir de ese incidente, Juan Banderas “El Agachado” se vió obligado a huir hacia Durango, donde evadió a las autoridades, entonces se refugia en la mina de San Fernando, justo en los límites entre Durango, Chihuahua y Sinaloa, donde se empleó como peón; ahí es descubierto y vuelve a evadir a las autoridades, enfrentándose a balazos él solo contra 25 rurales de Durango, abatiendo a varios y saliendo ileso, logrando escaparse hacia Badiraguato, Sinaloa, donde se estableció por un buen tiempo.
En la Sierra de Badiraguato escogió refugiarse en un lugar llamado Los Placeres; estaba huyendo por defender a un minero de las injusticias y era perseguido por eso, entonces “El Agachado” comienza a pensar que ese sería su destino; en la región se hizo fama de valiente, justiciero y leal, interviniendo en muchas situaciones de injusticia social, casi siempre con su sola e imponente presencia y su inteligencia, solía intervenir y solucionar conflictos, por lo que se ganó el respeto y el cariño de los pueblos y la gente de las sierras y barrancos de Sinaloa, Chihuahua y Durango, quienes además de aprecio, lo protegían de las autoridades que lo buscaban.
El indulto
En 1905, Juan Banderas “El Agachado”, decide ir a Culiacán por un asunto personal y se encuentra con el magnate y empresario Fortunato de la Vega, quien le ofrece hablar con el Gobernador Francisco Cañedo para que deje de ser perseguido, cuando menos en el Estado de Sinaloa y además le ofrece trabajo como guardaespaldas de su hermana Alejandra y de su sobrino Diego Redo de la Vega; el Gobernador Cañedo le otorga el indulto en Sinaloa y el Gobernador entrante, Heriberto Zazueta Lafarga le consigue el indulto de los Gobernadores de Durango y Chihuahua, Esteban Javier Fernández y Enrique Creel Cuilty.
Ya indultado en los tres Estados, “El Agachado” se estableció con su familia en Culiacán, donde trabajó con la familia de Diego Redo de la Vega, se convirtió en mano derecha de Diego y persona muy estimada por su familia, de modo que cuando Diego Redo de la Vega asume la gubernatura de Sinaloa, influye para que Juan Banderas “El Agachado” sea nombrado Comandante del Cuerpo de la Policía Rural Federal, con jurisdicción en todo el Estado de Sinaloa.
Juan Banderas “El Agachado”, Maderista y Gobernador de Sinaloa
Durante cinco años, Banderas trabajó muy a gusto con los Redo de la Vega, a pesar de las diferencias políticas (Redo era conservador y porfirista y Banderas era liberal), y como jefe de los Rurales, hasta que otro magnate sinaloense, Amado Zazueta lo invitó a unirse al movimiento de Francisco I. Madero y sin pensarla dos veces, se unió a Madero, entonces su amigo Amado Zazueta lo integra a la comisión sinaloense que acudiría a presenciar la firma de los Tratados de Ciudad Juárez, que provocaron la renuncia de Porfirio Díaz (a pesar de que Banderas no estaba del todo de acuerdo con los tratados); en Chihuahua, Madero le presenta a Pancho Villa, Jefe de la División del Norte; Villa y Banderas se identificaron de inmediato e iniciaron una amistad; Villa, por encargo de Madero lo nombra General de Brigada y Jefe Militar de la Revolución en Sinaloa.
En Culiacán, Banderas inició con la revolución para destituir al Gobernador Porfirista Celso Gaxiola Rojo y llevó el movimiento por todo el Estado, donde ganó infinidad de simpatizantes por su manera de defender los postulados y su forma de tratar a las personas; esa misma gente le pedía a Madero que Banderas fuera Gobernador, sin embargo Madero no quería, él apoyaba a José Rentería o a Manuel Bonilla; hasta que los mismos maderistas sinaloenses le exigieron que querían a Banderas de Gobernador. Madero tuvo que aceptar para no dividir su movimiento.
Gobernador único en la historia de México
El ahora General Juan Banderas “El Agachado”, fue nombrado por Madero, Gobernador de Sinaloa a principios de agosto de 1911 y nunca imaginó Madero que le fuera a salir tan bueno; el Gobernador de Sinaloa, General Juan Banderas tiene dos honrosos reconocimientos, que se ve muy difícil que alguien se los vaya a igualar algún día:
+ Es el único Gobernador en la historia de México que llegó al cargo impulsado completamente por todo su pueblo.
+ Es el único Gobernador en la historia de México que ha defendido a capa y espada y además con éxito, la soberanía de su Estado, resistiendo e impidiendo la intromisión del Gobierno Federal, del Presidente Interino Francisco León de la Barra y su gabinete, incluso no permitió la intromisión del propio Madero, quien pensó que por haberlo nombrado gobernador, tendría manga ancha para mangonear al Gobernador.
La enorme popularidad de Banderas en todo el Estado de Sinaloa y el haberse opuesto a la intromisión de Madero en su gobierno y en los asuntos del Estado, provocaron la ruptura con Madero, quien lo manda a la cárcel en diciembre de 1911; este error político de Madero ocasionó que el maderismo sinaloense se le volteara al bando zapatista (Madero ya había tronado con Zapata) y el zapatismo, que no tenía presencia en el Estado, de buenas a primeras se encuentra con que Sinaloa es zapatista.
Madero se da cuenta de su error y envía a Pancho Villa a recuperar Sinaloa para el Maderismo; Villa convence a Banderas de pelear junto a él en Sinaloa y al mismo tiempo negocia con los políticos maderistas Bonilla, Gaxiola y Riveros para que incorporen a Banderas a la política estatal, a cambio de que la División del Norte les recupere el Estado para el maderismo. Así fue, los pactos se cumplieron y el propio Madero tuvo que admitir la utilidad de “El Agachado” para el buen gobierno en Sinaloa.
Vaivenes políticos de Juan Banderas “El Agachado”
En 1914, Emiliano Zapata le ofrece a Banderas la Jefatura Militar de la Ciudad de México y el grado de General de División, pero no ve en Zapata a un verdadero líder ni un proyecto serio de país y decide unirse a la División del Norte, Pancho Villa a quien admira y lo considera un verdadero líder, lo asciende a General de División y lo nombra Jefe de la Revolución en Sinaloa, con la misión de derrotar a los carrancistas en Sinaloa; pero Banderas es derrotado por los carrancistas apoyados por Obregón y es hecho prisionero y enviado a la cárcel.
Banderas negocia con Venustiano Carranza y este accede a liberarlo en 1917, provocando el enojo de Álvaro Obregón y su gente; Carranza y Banderas negociaron que este último, apoyado por Carranza se encargaría de formar grupos de guerrillas para sabotear y eliminar a Obregón; Pancho Villa no entraba en el esquema, porque ya estaba fuera de la Revolución, pero aún era temible y respetado, por lo que Carranza decidió no meterse con él; con su liberación, Juan Banderas se echó a dos alacranes al hombro, a Obregón y su gente y a Emiliano Zapata, quien públicamente lo acusó de traición a la Revolución; nunca le perdonó el desaire.
Parecía que el destino del General Juan Banderas estaba sellado, por un lado, Obregón lo atacaba por la vía política y por la vía mediática y Zapata había ordenado arrestarlo y fusilarlo. Hasta que un día, el Diputado Obregonista, Coronel Miguel Ángel Peralta Donjuán lo insultó de manera feroz en la tribuna de la Cámara de Diputados, eso lastimó a Banderas, le dolió el insulto y la diatriba por la espalda; en ese mismo discurso, Peralta insultó también al General Francisco Villa y al General Pánfilo Natera López, quienes ni se inmutaron, pero a Banderas si le dolió.
El asesinato del General Juan Banderas “El Agachado”
El domingo 10 de febrero de 1918 a la 1:30 de la tarde, en la muy famosa Dulcería y Pastelería “El Globo” de la Ciudad de México, Banderas entra al lugar y de pronto se da cuenta de que ahí se encontraba el Coronel Miguel Ángel Peralta, Banderas se dirige a él, reclamando por los insultos y calumnias proferidos por el Diputado desde la tribuna; Peralta, quien ya lo había visto por la ventana, tenía preparado su revólver; cuando Banderas le da una bofetada, Peralta saca su arma y le suelta un disparo, cayendo Banderas al piso, entonces Peralta le dispara por segunda ocasión y al acercarse a Banderas le dispara a quemarropa otros cuatro balazos que acabaron con la vida de este singular, valiente y justiciero revolucionario.
El Coronel Peralta fue desarmado y detenido por la Policía, pero su fuero como Diputado lo salvó de la prisión. De nada sirvieron las protestas de las tropas de Banderas, ahora encabezadas por el Teniente Coronel Santibáñez Zazueta, el asesinato de su jefe había quedado impune.
Fuentes Bubliográficas:
+ redalyc.org
+ dialnet.unirioja.es
+ goconqr.com
+ redescubramossonora.mx
+ revistas-filologicas.unam.mx
+ historiamexicana.colmex.mx
+ memoriapoliticademexico.org
+ es.wikipedia.org