Muchos “Méxicos”
¿De cuantos “Méxicos” hemos oído hablar en nuestras vidas?… ¡de muchos!; tras la caída del porfiriato muchos abuelos, abuelas, señoritas y damas “de buenas familias”, hablaban de “El México que se nos fue” con Don Porfirio, añorando tal vez la bonanza que gozaron sus familias durante esa época, que, si bien trajo mucho progreso y modernidad al país, también provocó mucha injusticia social.
O quizá oímos hablar del “México de mis amores”, cuando algún mexicano que salía al extranjero ya fuera de negocios, de trabajo o de turismo exclamaba esa frase cuando con el tiempo comenzaba a extrañar sus costumbres y acudía a esta frase de añoranza para recordar a nuestro país, cuando lo agobiaba la nostalgia por el terruño querido.
O tal vez aquella frase de “como México no hay dos”, cuando se trataba de comparar a nuestro país con otros países del mundo, ensalzando nuestras virtudes, nuestras costumbres, nuestra cultura y de manera muy mexicana, sentirnos “muy muy” como decíamos antes, cuando de enaltecer a nuestra Patria se trata.
También hay frases más picarescas y de connotaciones negativas como la de “en México todo se puede”, que aplican aquellos quienes hacen de su vida un chanchullo completo y son capaces de hacer todo lo que sea posible con tal de salirse con la suya, ya sea para evadir una responsabilidad o para infringir la ley; desde luego esta es una connotación negativa de muchos mexicanos.
Y qué tal aquella de que “en México no pasa nada”, aludiendo a que en nuestro país muchas cosas se arreglan a conveniencia, o por influencias, o porque “llegó la orden de arriba” y termina por dar esa mala impresión de que en verdad aquí no pasa nada.
Otra más, “no te preocupes, estamos en México”, que encierra a las dos anteriores y por supuesto nos pinta a los mexicanos en general como si todos fuésemos omisos e irresponsables, cosa que no es verdad, sí los hay, pero no todos somos así.
Pero la más conocida de todas “Viva México”, que nos describe como lo que realmente somos, alegres, fiesteros, amigables, hospitalarios y amables, que por más difícil la situación, le ponemos buena cara; además esa frase encierra nuestro gran patriotismo y amor por nuestro país.
El México bronco
Esta frase, fue creada por aquel viejo político Jesús Reyes Heroles (el mismo que dijo que “la moral no es más que un árbol que da moras”), quien la utilizaba para referirse al México que en cualquier momento podría tornarse violento; y fue precisamente hace seis años, que en campaña presidencial el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador la comenzó a utilizar de manera irresponsable, azuzando a la gente para amenazar al gobierno sobre lo que podría suceder si él llegaba a considerar que en caso de perder se le hubiese cometido un fraude electoral.
Pero no fue así, él ganó, arrasó en un proceso electoral completamente democrático y limpio y ganó la Presidencia de la República; pero el punto es que este sujeto, agitador profesional de toda la vida, ya tenía lista toda la operación para desatar al México bronco y armar su mitote sangriento si no ganaba las elecciones; ese México bronco es al que durante dieciocho años lo fue trabajando y adoctrinando pacientemente, llenándolo de resabios, de odio y de resentimiento hacia los mexicanos que pensaban diferente a su movimiento. Supo capitalizar y avivar durante largos años el descontento, la ignorancia y la falta de oportunidades de algunos grupos sociales.
Y de repente, ese agitador resentido y delincuente (porque incendiar pozos petroleros es un delito) y además asesino (porque agredir a un amigo que posteriormente fue la causa de su muerte, y asesinar a balazos a su propio hermano, son delitos de homicidio), ese agitador se convierte en Presidente de México y sus feligreses felices y contentos, pues les hizo creer que se iniciaba una era de oro para México, que se llamaría la 4t y en la que ellos, sus seguidores serían reivindicados socialmente y pasarían a ser los conductores de este gran país.
Pues no, ¡oh desagradable sorpresa! la que se llevaron treinta millones de compatriotas a quienes durante años y años este agitador les hizo creer que eran esclavos del capitalismo voraz, que los empresarios eran el mal del mundo y además los culpables de todas sus desgracias, cuando en realidad, con todos sus defectos, eran quienes invertían su dinero para crear empresas y negocios que generaran empleo y riqueza para el país y por supuesto para ellos, porque para eso arriesgan su dinero.
No tardaron muchos de ellos en darse cuenta de que su líder amadísimo solo los utilizó para sus fines y ambiciones personales de poder, los había engañado y no solo eso, se dio el lujo y el gusto de llamarlos “sus mascotas” y la gran mayoría de ellos, ya desprovistos de toda dignidad, se lanzaron a recoger las croquetas que el gran amo en su magnánima benevolencia les arrojaba al suelo, mientras que con sus acciones, no solo los empobrecía más sino que los lanzaba contra los “fifís”, para poder ejercer su real cometido, su verdadero proyecto: la destrucción de México, de nuestro querido país y único hogar que tenemos.
El orate, ya completamente desquiciado inició el proceso de destrucción de la Patria, pero no ha podido tumbar a dos instituciones sólidas y todavía en pie: el Poder Judicial de la Federación y sus órganos colegiados y de circuito y el Instituto Nacional Electoral; los ha carcomido, pero no los ha tumbado porque la sociedad civil los ha defendido con uñas y dientes y lo seguirá haciendo; ese es su gran coraje, que le corroe sus malas entrañas, porque aunque suene a broma, López Obrador es un ser malo, muy malo, requete muy malo, con unos niveles de perversidad tales que el propio Nicolás Maquiavelo no alcanzaría ni siquiera a entender.
El proyecto, por demás abyecto de López Obrador, no era venir a continuar con el desarrollo y modernización de México, ni a buscar la creación de empleos, ni a traer justicia social y mucho menos a sacar a los mexicanos que viven en situación de pobreza de esa triste realidad, nunca lo fue; su proyecto verdadero, era cumplir su compromiso de instaurar en México los protocolos del Grupo de Río de Janeiro y del Grupo Puebla, ambos dirigidos a ampliar y establecer las redes del comunismo en nuestro país, derrumbando las Instituciones que le dan firmeza, solidez y esencia al Estado Mexicano; romper y dividir la armonía entre la sociedad mexicana; inhibir la inversión privada extranjera y nacional; aislar a México del mundo libre; acabar con el Sistema Educativo, para dar paso a un sistema de adoctrinamiento comunista; aterrorizar a la población asociándose con el crimen organizado; apropiarse de los procesos electorales apoyado por los grupos criminales; y por supuesto, generar más pobreza, dejando ensartados a todos los que creyeron en él como una opción para salir de la pobreza, no, ahora hay más pobreza, porque sus ingenuos seguidores no acaban de entender que los pobres son la materia prima del comunismo y de éste tipo de políticos y por lo tanto, necesitan de más pobres para poder aventarles migajas y tenerlos contentos y de su lado, para que les sigan produciendo votos.
Ante la ineficacia e ineficiencia de su desastroso gobierno (uno de los peores de la historia), el pésimo, omiso, irresponsable y ruin manejo de la pandemia, ante la desmesurada y descarada corrupción de él, de sus hijos y de sus amigotes, y ante el real peligro de ir a parar con su podrida humanidad a la cárcel si no le daba continuidad a su nefasto y funesto gobierno, eligió a su sucesora y planeó el entramado político para asegurarse de que él y su corruptísima familia no fueran molestados tras dejar el cargo.
Para ello, previamente ya había metido su putrefacta mano en el INE, logrando colocar al frente del organismo a su incondicional Guadalupe Taddei, quien sería la encargada de operar a costa de que “fuera como fuera”, para que ganara su candidata y así protegerse las espaldas; hoy se les descubrió el tinglado y el teatro electoral está a punto de caer. El Obradorato necesitaba, le urgía ganar estas elecciones del 2 de junio, para consolidar los negros y turbulentos proyectos que tienen para dañar a su propio país; conociendo la mala entraña del Presidente López Obrador, se sabía que haría todo lo que fuera necesario para asegurar el triunfo de su titeresa Claudia Sheinbaum, quien es depositaria de las “glorias” del arcaico vejete de Palacio Nacional y según han comentado algunos politólogos, ella es todavía peor que su perverso amo.
El 2 de junio de 2024 conocimos con tristeza otro México, uno que nunca habíamos visto, EL MÉXICO QUE SE DESTRUYE A SÍ MISMO.
Este 2 de junio pasado, hace apenas una semana, el día de las elecciones, flotaba en el aire una muy positiva esperanza de que sí se podía, de que sí era posible recuperar a México de las garras del comunismo, resanar las heridas y ponerlo de nuevo en la vía del desarrollo y la modernidad; pero no fue así, ese día 2 de junio de 2024, conocimos a un México que no se había visto nunca, un México que de manera inexplicable decidió destruirse a sí mismo, votando por sus destructores: Morena y sus partidos aliados.
Para la mayoría de los ciudadanos no fue suficiente el saber que casi 900 mil mexicanos murieron en la pandemia, a causa del doloso, mañoso, omiso, mentiroso e irresponsable manejo de la pandemia del Covid-19; no fue suficiente el haber condenado a miles de niños mexicanos con cáncer a una muerte segura, al retirarles todos los apoyos en medicamentos y asistencia, quitándoles toda posibilidad y esperanza de vida; no fue suficiente su descarada y manifiesta colusión con el crimen organizado, de quienes habría recibido millones de pesos para sus campañas, estableciendo pactos y compromisos (para muestra, la liberación de Ovidio Guzmán); no fueron suficientes los bien documentados siete viajes a Badiraguato, Sinaloa, que junto con Culiacán son las dos capitales del narcotráfico en México; no fueron suficientes los casi 190 mil muertos y la ola de terror impuesta por causa del narcotráfico; no fueron suficientes los 17 mil millones de pesos estafados a Segalmex y robados por López y su camarilla; no fue suficiente el despilfarro en el Tren Maya que se descarrila a 10 kmh y cuyo presupuesto original se infló casi cuatro veces, solo por corrupción militar; no fue suficiente el despilfarro de miles de millones en la inoperante refinería de Dos Bocas, cuyo presupuesto original se infló al triple; no fueron suficientes los más de 600 mil árboles derribados de la Selvas Maya y Lacandona, para cumplir el capricho del Tren Maya, provocando el más grande ecocidio de que se tenga memoria y cuyo costo económico y ecológico será recuperado cien o doscientas generaciones más adelante (por cierto, ¿qué fue de todas esas maderas preciosas?); no fueron suficientes los escándalos y evidencias de corrupción de sus querubines, de sus hijazos de su vidaza, corruptelas evidenciadas y documentadas; no fueron suficientes los videos de entregas de dinero a sus hermanos y parientes; no fueron suficientes las 101,155 mentiras pronunciadas en sus conferencias mañaneras (103 por día), transmitidas y grabadas en video y documentadas por Spin-Taller de Comunicación Política; no fue suficiente conocer el proyecto de la “Nueva Constitución”, en donde entre otras cosas, se elimina la propiedad privada y tu casa, la mía, la de cada mexicano, pasará a ser propiedad del Estado, entre otras cosas; no fueron suficientes estas y otras tantas corruptelas que se han probado y comprobado todas ellas y que hacen de López Obrador un presidente reprobado. Todo lo anterior lo sabemos TODOS los mexicanos y no fue suficiente.
Lo que sí fue suficiente, fueron los $3,500 pesos que López les da a los jóvenes ninis y webones para que ahí se anden y no se preocupen ni en estudiar, ni en trabajar, ni en progresar ya que eso puede resultar peligroso, pues corren el riesgo de convertirse en “aspiracionistas”, lo que sería fatal para ellos; y desde luego la amenaza clara y directa de los ”servidores de la nación” a los adultos mayores de retirarles su pensión en caso de no votar por Morena; eso si fue suficiente para acabar de hundir a México.
Aún teniendo en cuenta todo el desastre que ha sido este gobierno, la mayoría de los mexicanos decidió, que quieren vivir en un país que se destruye a sí mismo; un caso de lo más extraño y digno de ser analizado muy a fondo por sociólogos, antropólogos sociales, politólogos y desde luego, expertos en ciencias políticas y sociales.
… y todo por $3,500 pesos.
Por todo eso, tristemente la mayoría de los mexicanos han decidido votar por la destrucción de su propio país, y de la manera más inexplicable lo han puesto, lo han entregado en las manos de quienes no solo saben muy bien cómo hacerlo, sino que están babeando por darle el tiro de gracia a este gran país. El día que los “servidores de la nación”, acompañados de un piquete de guachos toquen a su puerta y les digan: “fírmele ahí, pues por ley su casa ya no es suya, es del Estado y solamente se la vamos a prestar para que ahí viva”, hasta ese día, mucha gente va a comprender la magnitud de su error; y eso por poner solo un ejemplo de tantos que se van a presentar con la “nueva Constitución”. Una Constitución que no habla de justicia social, sino de más impuestos y del control total del Estado, pero no de justicia social.
… y todo por $3,500 pesos.
Ese es, amigos, el nuevo México, el de la autodestrucción, pero no se crean que se van a ir por la libre, ahí estaremos millones de mexicanos defendiendo hasta las últimas consecuencias, como hasta la fecha se ha venido haciendo, porque somos muchos los que no nos resignamos ni nos resignaremos a vivir en ése México de pesadilla, donde nos quitaron todo; mucho menos queremos dejarles a nuestros nietos ése MÉXICO, UN PAÍS QUE SE DESTRUYÓ A SÍ MISMO.