Finaliza una dictadura, entramos a otra
En 1871, el gobierno del Presidente Benito Juárez ya estaba tomando tintes de dictadura, el Vicepresidente Sebastián Lerdo de Tejada le había sugerido a Juárez que por su salud ya no se postulara; Lerdo de Tejada también deseaba ser presidente y así se lo había manifestado al propio Juárez; para las elecciones presidenciales de julio de 1871, se postularon el Licenciado Sebastián Lerdo de Tejada y Corral y el General José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, de último minuto el Licenciado Benito Pablo Juárez García decide postularse una vez más, bajo el argumento populista y muy sobado de que “se lo estaba pidiendo el pueblo” (nada más le faltó decir “bueno y sabio”).
La molestia y el enojo de Porfirio Díaz fue inmediata, utilizó a la prensa e imprimió pasquines denunciando la dictadura juarista y previniendo un fraude electoral; a final de cuentas, Juárez ganó la elección, volvió a nombrar a Sebastián Lerdo de Tejada como Vicepresidente, afianzó lo que ya era una dictadura, pues ya tenía trece años en el poder, e iba por otro período de cuatro años más; con esto, Porfirio Díaz y sus seguidores, todos Generales, quedaron como parias,: derrotados y separados del Ejército Federal.
Como protesta, Porfirio Díaz proclama el “Plan de la Noria” y se levanta contra el Gobierno de Benito Juárez, seguido por los Generales Felipe Díaz Mori, Manuel González, Trinidad García de la Cadena, Donato Guerra, Jerónimo Treviño, Francisco Naranjo, Luis Mier y Terán, Miguel Negrete, Francisco Cañedo y varios más. Por su parte, el Presidente Juárez echó mano de sus más leales soldados, la crema y nata de la milicia mexicana, encabezados nada menos que por el General Sóstenes Rocha y los Generales Diódoro Corella, Ignacio Mejía, Ignacio Alatorre, Ignacio Pesqueira, Ignacio Revueltas, Vicente Mariscal, Carlos Fuero y José Cevallos. La revuelta fue aplastada y Porfirio Díaz y sus generales huyeron a esconderse a la Sierra de Guerrero, habían sido derrotados. En 1872 muere el Presidente Benito Juárez estando en funciones, el Congreso designa al Vicepresidente Sebastián Lerdo de Tejada como nuevo Presidente Constitucional Sustituto, dejando una vez más a Porfirio Díaz en la raya y mordiendo el polvo.
El mañoso Plan de Tuxtepec
Para las elecciones de 1876, Porfirio Díaz ya no se aguantó sus ansias de poder y proclama, a través de terceros el “Plan de Tuxtepec” para evitar la reelección de Sebastián Lerdo de Tejada; este plan lo redactó el mismo Díaz, pero contenía una pequeña trampa, mejor dicho, una verdadera mañosada, resulta que Porfirio hizo dos juegos del Plan de Tuxtepec, en uno de ellos añadió un punto que incluía el hecho de que una vez derrocado Lerdo de Tejada, el Presidente sería Porfirio Díaz.
Todos sus seguidores firmaron los dos juegos del Plan de Tuxtepec, ni sabían, ni se imaginaban que uno de ellos traía un truco; el Plan fue proclamado por los Generales Hermenegildo Sarmiento, Vicente Riva Palacio, Irineo Paz y Protasio Tagle, una vez proclamado públicamente dicho Plan, Porfirio procedió a destruir ese ejemplar y quedó solo el que incluía el punto que lo señalaba como Presidente.
Muy pronto este movimiento adquirió fuerza y se le llamó la “Revolución de Tuxtepec”, los Generales de Porfirio Díaz formaron el Ejército Tuxtepecano, que prendió fuerte en la región de los Altos de Jalisco: Lagos de Moreno, San Juan de los Lagos, Yahualica, Teocaltiche, Tepatitlán, Jalostotitlán, San Miguel el Alto, ahí inició el movimiento tuxtepecano con los Generales Porfiristas Donato Guerra, Trinidad García de la Cadena, Rosendo Márquez, Pedro Galván, Félix Galván y Florentino Cuervo.
Pero no se crea usted que esto de derrocar a Lerdo de Tejada fue cosa sencilla, de su lado estaban los más destacados y reconocidos militares, encabezados por el General Sóstenes Rocha, el más grande militar que ha dado México, así como el General Diódoro Corella Bustillos, de la máxima confianza de Rocha y una serie de legendarios militares cuya lealtad a México, a su Bandera y a la Institución Presidencial la tenían impresa en el alma. Todos estos grandes militares respaldaron al Presidente Lerdo de Tejada hasta lo último; algunos historiadores mencionan que estos militares vendieron muy cara la derrota, pero la verdad es que derrota como tal no hubo, sino que Lerdo de Tejada decidió renunciar al ver tanta oposición hacia su persona.
La Revolución de Tuxtepec se extendió por todo el país en contra de Lerdo de Tejada, se pelearon muchas batallas, de todas ellas la que hoy nos ocupa es una de especial importancia, pues nos demuestra aspectos poco conocidos de la personalidad del General Porfirio Díaz: “La Batalla de Icamole”
La estrategia de Porfirio
Porfirio Díaz sabía muy bien la clase de militares que respaldaban al Presidente Lerdo de Tejada, a todos los conocía, fueron amigos, compañeros y hermanos de armas en múltiples ocasiones defendiendo al país y a la República en innumerables batallas, así haya sido contra la invasión de Estados Unidos, la Guerra de Reforma, la Segunda Intervención Francesa, el Imperio de Maximiliano o la Restauración de la República, siempre del lado de Benito Juárez; sin embargo los apetitos de Porfirio Díaz por el poder, más la negativa de Juárez a dejar el mismo, provocaron que Díaz y su gente lo traicionaran; ante el primer intento fallido, con el “Plan de la Noria”, Díaz esperó pacientemente una segunda oportunidad, ésta llegó hasta 1876.
En el “Plan de Tuxtepec” la estrategia de Porfirio Díaz era atacar a los Gobiernos de los Estados, todos ellos lerdistas y juaristas y derrocarlos, esto, como en el boxeo provocaría un doble golpe demoledor para el Gobierno Federal: el primero, sería como el gancho al hígado, provocando el caos y la sorpresa en varios frentes, que haría bajar la guardia del Gobierno Federal; el segundo sería, derrocar a los gobernadores lerdistas e instalar generales porfiristas en cada Estado, y ya sin guardia, meter un recto a la mandíbula para noquear al Gobierno.
Esta era la estrategia, pero llevarla a cabo era algo muy diferente, en Los Altos de Jalisco prendió muy bien el movimiento; el General Donato Guerra intentó derrocar al Gobernador de Chihuahua, Mariano Samaniego pero fue derrotado por los Generales Ángel Peralta y Antonio Ochoa y días más tarde fusilado en Ávalos, Chihuahua por órdenes del General Paulino Machorro; el General Diódoro Corella Bustillos impidió que los porfiristas tomaran Campeche y Veracruz; el General Ignacio Alatorre hacía lo mismo en Puebla; los Generales Sóstenes Rocha y Diódoro Corella evitan la caída de Zacatecas. Sin embargo, los Estados de Jalisco, Nayarit, Aguascalientes, Colima, Querétaro, Michoacán, Oaxaca y Yucatán ya estaban en poder de los porfiristas.
Mientras, Porfirio Díaz pretendió derrocar al Gobernador de Nuevo León, General Carlos Fuero, pensando que éste era un incompetente y poco experimentado en el arte de la guerra, avanzó hacia Monterrey junto con los Generales Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo (ambos de Monterrey y orgullosos neoleoneses), con poco más de mil hombres. En tanto que, en Monterrey ya el Gobernador, General Carlos Fuero Unda junto con el General Julián Quiroga, avisados por el Presidente Lerdo de Tejada de que venía Porfirio a derrocarlo, reúnen a 1040 soldados de la Guardia Neoleonesa para salir al encuentro de los enemigos.
El Llorón de Icamole
Los generales porfiristas no habían podido conseguir derrocar a ninguno de los Estados del norte, por lo que Díaz se lanza sobre Nuevo León, pensando que el Gobernador, General Carlos Fuero por ser un militar joven, sería un rival más fácil; sin embargo Porfirio olvidó un pequeño detalle: la carrera militar del General Fuero se forjó bajo sus órdenes, ahí bajo su mando Fuero fue obteniendo sus ascensos y promociones, algunos de ellos por recomendación suya; así es que en pocas palabras se podría decir que Fuero era una hechura de Díaz, le aprendió muchas cosas.
El 20 de mayo de 1876, en la Hacienda de Icamole, Mpio. Villa de García, Nuevo León, un lugar a unos 40 km de Monterrey, el General Porfirio Díaz, al frente de los Generales neoleoneses Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo con poco más de mil hombres, se enfrentan al Gobernador de Nuevo León, General Carlos Fuero Unda, auxiliado únicamente por el General Julián Quiroga y mil cuarenta hombres, se enfrascan en duro combate, librando la Batalla de Icamole.
A pesar de la igualdad en el número de hombres, Porfirio y sus Generales fueron arrasados por el General Fuero y el General Quiroga; la derrota fue monumental y desastrosa, las versiones expresadas por soldados y generales, todos ellos testigos presenciales de los hechos, coincidieron en señalar que Porfirio Díaz terminó huyendo de ahí, llorando como un niño al que le han quitado un juguete; tras la derrota, los Generales Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo se repliegan y encuentran al General Porfirio Díaz llorando a moco tendido; éstos, al acercarse a Porfirio para rendirle el parte de guerra y tratar de consolarlo, solo consiguen provocar su ira, Porfirio continuaba llorando y no podía comprender como era posible que en ningún Estado del norte, ninguno de sus Generales pudo ganar una sola batalla, y ahora esta humillante y aplastante derrota que lo hizo ponerse a llorar.
Al acercarse los Generales Treviño y Naranjo con la intención de serenarlo para rendirle el parte de guerra, se encontraron con una inusual y violenta reacción de Porfirio Díaz, quien se levanta furibundo, con la ira reflejada en sus llorosos y llameantes ojos para gritarles enfrente de toda la tropa: “¡¡Miren el desastre que ha pasado cabrones!!”…”¿Pues no que los neoleoneses eran muy valientes, hijos de la chingada?” el tono cruel, grosero y despectivo del reclamo, sorprendió a todos, tropa, oficiales y generales; los Generales Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo sintieron que con este injusto y excesivo reclamo, el General Díaz los estaba culpando de la desastrosa derrota; por lo que el General Naranjo, muy molesto por el grosero e injusto reclamo y perdiéndole todo el respeto le responde: “¿¿Y de dónde crees tú que son Fuero y Quiroga cabrón??…”¡¡Son neoleoneses!!…”¿¿O acaso creías que son oaxaqueños como tú, hijo de la chingada??”… a continuación, el silencio que siguió fue ominoso y cada quién mejor se concentró en sus cosas.
El humillante apodo que llevaría de por vida
Con tantos y variados testigos de tan lacrimógena escena, el asunto de la lloriqueada porfirista de inmediato se filtró a la prensa; al día siguiente, en los periódicos de Monterrey los encabezados coincidían: “¡Porfirio Díaz, el llorón de Icamole!”, “Fuero hizo chillar a Porfirio en Icamole!”, “Fuero tunde a Porfirio ¡y lo pone a llorar!, la noticia llegó a la Ciudad de México y pronto a todo el país; no hubo ningún periódico en todo México, que no encabezara su edición con este título y esta nota en primera plana…”El Llorón de Icamole” quedó como un apodo popular para referirse a Porfirio Díaz, quien ya nunca en su vida pudo deshacerse de tan humillante apodo.
Por supuesto que una vez que Porfirio Díaz llegó al poder, los periódicos ya no volvieron a mencionar este apodo, solo los periódicos clandestinos o los muy opositores lo seguían llamando así; sin embargo, la vox populi, el pueblo, nunca le dejó de llamar ¡El Llorón de Icamole!”.
Lagrimitas sueltas
Con tan valiosos e importantes personajes históricos aquí mencionados, sería un sacrilegio no mencionar algunos aspectos de ellos, solo para complementar el tema central de este escrito.
+ En 1871, Porfirio Díaz proclamó el Plan de la Noria, bajo la consigna de “Sufragio efectivo, no reelección”, curiosamente, 34 años después, en 1910 Francisco I. Madero proclama en contra de Díaz el Plan de San Luis, bajo esa misma consigna creada por el mismo Porfirio.
+ El General Sóstenes Rocha Fernández nunca perdió una sola batalla bajo su mando; en su Hoja de Servicio, en poder de la Secretaría de la Defensa Nacional, constan 150 acciones de guerra, no hay ningún otro militar en la historia del mundo que cuente con tantas batallas en su Hoja de Servicio. Sus Partes de Guerra eran tan completos, detallados, bien escritos y redactados, que en sí mismos constituían verdaderos tratados bélicos y fueron utilizados como textos de enseñanza en varias Academias Militares del mundo. La SEDENA lo considera como el más grande militar que ha dado México.
+ En su carrera militar, Porfirio Díaz solo perdió dos batallas, en las dos huyó y en una lloró; en 1871, en la Batalla de la Noria, efectuada en la Hacienda de la Noria, Oaxaca, propiedad del mismo Porfirio, el General Sóstenes Rocha le propinó tal derrota que Díaz salió huyendo de su propia hacienda, dejando tirados a sus hombres. La segunda derrota se la propinó el General Carlos Fuero, haciéndolo llorar.
+ Cosas de la vida: en 1884, el mismo Porfirio Díaz nombra al General Carlos Fuero Unda, como Gobernador del Estado de Chihuahua.
+ La gran amistad que existía entre Porfirio Díaz y el General Sóstenes Rocha, fue rota por la Batalla de la Noria y se restableció gracias a la mediación del Secretario de Guerra y Marina, General Carlos Pacheco Villalobos. Después Porfirio Díaz lo nombró Director del Heróico Colegio Militar y Director de Reglamentos, Protocolos, Ascensos y Promociones del Ejército Mexicano y del Estado Mayor Presidencial.
+ El General Sóstenes Rocha gustaba de molestar al Presidente Díaz, diciéndole a la prensa: “Yo derroté e hice correr al Presidente de su propio rancho…pero si no me creen, ¡vayan a preguntarle!” de ese tamaño llegó a ser la amistad y la confianza entre estos dos personajes.
+ El General Carlos Fuero, con una decencia, un respeto y una disciplina militar, nunca hizo burla ni comentario público alguno sobre este hecho histórico y jamás se refirió a Porfirio Díaz, ni en público ni en privado con el apodo que él mismo provocó que la prensa le pusiera: “¡El Llorón de Icamole!”.
Referencias Bibliográficas:
+ infobae.com
+ mexicodesconocido.com.mx
+ facebook.com/nuevoleon.travel
+ elperiodicodesaltillo.com
+ inehrm.com.mx
+ memoriapoliticademexico.org
+ scielo.org.mx
+ es.wikipedia.org/Anexo:Gobernantes de Chihuahua.