Seis días tardó el gobernador Corral en fijar su postura ante la negativa del Congreso, de aprobar su propuesta de las elecciones primarias en todos los partidos políticos.
Más valía que no hubiese hablado.
Lo hizo en su espacio favorito, la entrevista de los miércoles en el canal 28. El director del canal, Sergio Valles, le preguntó:
-¿Qué lectura le da usted a que una propuesta del gobernador no pasa en el Congreso? ¿Qué lectura le da? Se dice que provocó un cisma en su partido.
La respuesta es impactante:
“Bueno, no sé si un cisma, pero si ya ha quedado claramente decantado varias de las diferencias que tenemos con el grupo de la alcaldesa de Chihuahua. En un movimiento y una reacción muy virulenta y por cierto muy mentirosa, porque dijeron cosas inexactas, indebidas, incluso trataron de engañar a la militancia del partido diciendo que yo lo que quería era quitarle el derecho a los militantes de elegir a sus candidatos cuando nosotros lo que queríamos era ampliar el derecho, no sólo de los militantes, sino de los simpatizantes del PAN, de los partidos políticos.
Hay diferencias muy claras, las hemos tenido a lo largo de este tiempo, ahora están mucho más ostensibles y manifiestas; tenemos otro tipo de diferencias y eso tenemos que aceptarlo. ¿Como parte del qué?
Pues de un partido que puede procesar sus diferencias incluso de esa manera, yo puedo estar en desacuerdo de la manera tan mentirosa y tan distorsionadora que lo hicieron; pero, pues, somos un partido democrático, un partido en el que no todo lo que propone el gobernador lo apoyan los diputados de su partido, y otros actores; siempre lo he concebido así, yo nunca le he impuesto, a nadie, nunca, una decisión legislativa, yo he respetado a los legisladores.
Claro que me puede mucho el nivel del debate, yo hubiera querido un debate mucho más profundo; salieron ahí con una serie de argumentos, sobre todo, algunos de los diputados de mi propio partido de que no era el momento porque el gobernador se iba a distraer de la contingencia sanitaria; por cierto, a muchos de ellos no los he visto hacer nada por la contingencia sanitaria, pero estaban muy preocupados. Eran pretextos para tratar de descalificar algo que yo sí creo que tarde que temprano va a llegar al país”.
Molesto porque desecharon su propuesta, lanzó acusaciones aún más virulentas, en el típico lenguaje, críptico, de los políticos, cuyo destinatario no era otro que el “grupo de la alcaldesa”.
“… Creer que haciendo las mismas cosas, de siempre, vamos a recuperar la confianza ciudadana que López Obrador consiguió en el 2018, es una apuesta, y más, creer que la decepción frente a López Obrador, de mucha gente, o de una parte de la clase media, que ya está muy desencantada, va a aceptar cualquier candidatura y cualquier perfil, así incluso esté vinculado a intereses oscuros o corruptos, ¿no?, yo creo que esa es una gran equivocación”.
Nunca un gobernador de Chihuahua, por lo menos en un siglo, había lanzado invectivas tan severas contra sus compañeros de partido, y difícilmente alguno había descalificado tan tendenciosamente a algún aspirante de su partido a sucederlo.
Corral llamó virulentos, mentirosos, manipuladores y distorsionadores a quienes integran el Gobierno municipal de la capital chihuahuense.
Aún más, a los militantes panistas les calificó de manipulables.
No sólo eso. A los diputados del PAN que votaron contra su propuesta, además de llamarlos manipuladores (por aquello de que usaron pretextos), los catalogó de bajo nivel político (“hubiera querido un debate más profundo”).
¡Y flojos!
¡Porque no los ha visto hacer nada en la contingencia!
Pero la parte más virulenta (para estar a tono con el lenguaje del mandatario del amanecer chihuahuense) es la final, en la que les llama la atención a que la clase media desencantada de López Obrador no va a aceptar “cualquier candidatura o perfil, así incluso esté vinculado a intereses oscuros o corruptos…”.
¿Qué quiso decir Corral con esta aseveración tan maliciosa?
¿Acaso señaló a la alcaldesa María Eugenia Campos como vinculada a “intereses oscuros o corruptos”?
El gobernador no es un improvisado político, ni es un novato tribuno al que la emoción le arranque expresiones que no haya elaborado previamente, lanzar semejantes frases tenía el claro propósito de sembrar la suficiente duda para que los chihuahuenses infiriéramos que en aquel supuesto se encontraba la aspirante gubernamental más adelantada de su partido.
Y, claro, la sombra del exgobernador César Duarte se hizo presente pues Corral lo que pretendió es que sus frases hicieran recordar los señalamientos en contra de Maru Campos de haber recibido financiamientos del exgobernador.
De esa dimensión es la astuta y perversa maniobra del gobernante del “Nuevo Amanecer”.
Si los calificativos a sus compañeros de partido podrían ubicarse como parte de la discusión política, los que deberían tener consecuencias al interior porque los señalamientos rompen todas las regulaciones de los panistas para procesar sus discusiones, la última parte rebasa la discusión y el debate democrático y revela la iracundia de Corral, el profundo enojo que le causó la aplastante derrota en el Congreso de Chihuahua.
Llama la atención que en el momento de hacer tales señalamientos no mostrase la ira que le invade, aunque seguramente algunos especialistas en el lenguaje corporal podrían informarnos que sí.
Pero, además, el gobernador adopta una conducta contradictoria, pues no fue capaz de exponer lo aquí reseñado en la sesión del Consejo estatal de su partido, realizada expresamente para ese tema. Corral dio un discurso y abandonó la sesión virtual que duró seis horas.
El catalogado como el mejor tribuno del PAN no debatió con sus compañeros de partido ¿no eran de su nivel?
Por otra parte, y no menos importante, es la falsedad al afirmar que no le ha impuesto, “a nadie, nunca, una decisión legislativa”. Lo decía el mandatario que desapareció la división de poderes en Chihuahua… hasta que se le apareció el próximo proceso electoral.
Y Corral recibió respuestas que evidenciaron aún más su iracundia y su incapacidad para controlarla.
La alcaldesa Maru Campos le dio la vuelta, ni siquiera respondió los señalamientos y le refrendó su apoyo “en todo lo que se refiere a las labores de gobierno; porque estoy convencida que la prioridad es la atención a las necesidades de los chihuahuenses”, o sea, nada más en eso, pues ella está concentrada “en gobernar, sumando esfuerzos y multiplicando acciones”.
Y luego le reiteró su respaldo y “tiene todo mi cariño”.
Tal respuesta, evidentemente, no refleja la elevada molestia del equipo gobernante de la capital; tenía un clarísimo sentido político, no sólo para los chihuahuenses, sino especialmente para los panistas, a los que les enviaba el mensaje de que, aquí, ahora, la confiable soy yo para afrontar la difícil tarea del complejo proceso electoral del próximo año, en el que, en Chihuahua, no hay nada cierto para ninguna de las fuerzas políticas que pueden disputar la gubernatura.
El equipo de Campos deberá estar agradecido con Corral, en la práctica les entregó la candidatura, cualquiera que sea el método de elección, y además el liderazgo virtual del PAN.
No solamente, al señalar tan salvajemente al equipo de la capital como su antagonista político interno, Corral hizo lo que el equipo de Maru Campos no había desentrañado cómo hacerlo: Deslindarse del gobernador para que las malas calificaciones de Corral no los arrastren en la elección del ’21.
No es poca cosa.
En la campaña electoral deberán afrontar la mala imagen del amanecido gobierno, podrán tener ventajas políticas en la capital y en los municipios del centro-sur de la entidad, pero no en Juárez y el occidente; y aparecer como, no solamente distintos, sino contrarios al gobernador Corral, les rendirá frutos.
La respuesta del diputado Jorge Soto -que en la sesión del Congreso hablara a nombre de los cinco diputados panistas en contra de la propuesta corralista- es de antología: “No cabe duda, que el mayor reconocimiento que la ciudadanía le puede hacer a este gobierno, es el refrendo en 2021 con una o un candidato propuesto por el PAN con altura de miras”.
De esta manera, inopinadamente, el propio mandatario chihuahuense dio fin a su hegemonía política.
Si la derrota de las elecciones primarias en el Congreso del Estado marcó el inicio del fin de su gobierno, el sorpresivo ataque a Campos y compañía le quitó el carácter de líder “moral” de su partido; pero, cosa aún más seria, pone en entredicho la certeza de que la mesura presida sus actos.
Si la derrota legislativa arrojaba una ligera esperanza de que recapacitara y enmendara algunas de las conductas y tendencias mostradas a lo largo de su gobierno, con la despotricada que les lanzó a sus compañeros hizo que se perdiera cualquier posibilidad.
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